jueves, 26 de diciembre de 2013

Los ojos del final

Quisiera unos ojos colegas que vean los míos y no otros, entendiéndose en un mutuo reflejo.

No le pidas palabras de amor a este sordo que jamás escuchó un término romántico, aunque varias sintieron mi triste perfume. No busques equilibro conmigo cuando me emborracho, sin tanto entusiasmo, con las botellas del dolor. En este bar elijo yo solo la música, ¿lo puedes entender? Te acepto bailar así, acá y un poco más acá. Después caminá hacia el centro. No le solicites a un perseguido que te persiga.

Duelen las sombras. Y a veces, también, el sol.

Si me esfuerzo en entenderte me dejo de responder; si me contesto me pierdo en tus preguntas. Eres vos o soy yo. Tus objeciones sobre el final o los míos. Siempre querés volver al principio para evitar la terminación, cuando ya estamos acá sin convertirlo en un dulce epílogo. Tus deseos es un delivery bárato que te quita el menú ejecutivo, ése que te ofrece una bata, un champán, intimidad y una salida al mar para que vuelvas a comenzar, en otra habitación, tres pisos arriba o abajo mío. Yo solo quiero bajar a merendar y tu me propones volver a pensar que "hubiese pasado si..."

Esta vida es una constante terna de premiación a la mejor actriz en ficción, están nominadas tus labios, tu corazón, y los "te amo" entre pestañas. Yo no voy a votar. Prefiero desafiliarme de este círculo. No se premia al dolor. No debe reconocerse el error con un medalla que debite ilusiones. Al reconocimiento lo hace la propia vida en puntas de pie, en la bendición de una almohada sin voces nocturnas.

Hermosa, cuando buscas iniciar tan solo apurás el final. No asistiré a esa gala. Y si la vida se hace de a dos, como vos decís, agarro de las manos a mis acciones de ojos claros e inconscientes para que en la mirada haya una retroalimentación: no importará en qué etapa estemos de la relación, soñar será la ley primera.

Fue lo que te faltó a vos: mirarme a los ojos y soñar. Y claro, si siempre te concentraste en volver a inaugurar a un amor que nunca tuvo ni los planos.

Tu consumación fue haber evitado el final. Ése que tu y yo hemos abrazado recientemente. Yo voy a cumplir tu deseo: retomar el comienzo, pero lejos de acá y de vos.




lunes, 23 de diciembre de 2013

La soledad

Así es la composición de la soledad: noche, silencio, horas estancadas en estaciones abandonadas y más silencio, por fuera y dentro de la carpa.

¿Qué se hace al ser rey de la soledad? ¿Cuáles son las indicaciones que debés o deberías dar? Al menos gané en algo: estar solo. La soledad es una victoria con un trapo en la boca. Es una pistola con balas de aire en una sociedad que te pide asfixiada que no pares de socializar.

En los costados de este sosiego, camino afilando sospechas de los celestinos a tiempo completo. Despierto vientos de cambio muy lejos que nunca llegarán a mi ventana, en la cual me siento de noche encendiendo miedos que nunca se apagan. Calor sofocante de historias quemadas que reviven como el ave Fénix, el incendio persite, el pasado también.

El mito del olvido baraja cartas sobre la mesa, canto truco y él envido. No nos entendemos ni en el juego.

La soledad es un triunfo y a veces sólo quiero perder.




domingo, 22 de diciembre de 2013

El colchón

La parte favorita de mi cama era donde me encontraba a tus pies. Hoy lejos de ti, me encanta mi almohada con su funda de un mes atrás. Mis pies se mueven como buscando a los tuyos, ya no hay nada más que aire, alguna media sin identidad y el rollo de sábanas que con calor fui desplazando hasta acumularse en la punta izquierda.

Prefiero taparme aunque la pared se derrita. Necesito once alarmas para despertarme, despabilarme y levantarme sin correr el riesgo de quedarme dormido. Los fines de semana los vivo con suma tranquilidad, en su mayor parte acostado. En este colchón le di guerra al mundo, la sume a mi trinchera, vistiendo una remera blanca, y un corpiño negro, huyó con el enemigo. Los recuerdos esconden minas que limitan mi campo de descanso. Duermo tenso. Siento que puedo morir con los ojos cerrados mientras el mundo juega con el dos de oro en la cara.

En sus tiempos me quitaste el sueño, hoy también, especialista del desvelo. ¿A quién andarás despertando?

El equipo de música a veces me pregunta por vos. Apago las luces intentando que se duerma la habitación. Sus pestañas bailan un tango de trasnoche, a la par controlo una y otra vez que no haya nadie queriendo saltar a mi ring. Hoy estoy lejos de buscar conflictos más allá de los míos, irresueltos en su mayoría. Me agarro de los pelos con el espejo, no daría a vasto con otro reflejo, mucho menos si es similar al mío.

Si venís, tirás dos granadas y te vas, podríamos hablar de un pacto esporádico que no despreciaría. Ya si querés pelear contra mis fantasmas posiblemente te conviertas en uno de ellos.

Mis abrazos pidieron carpeta médica.

Eres hermosa como para perfumar una guerra.

Hoy estoy lejos de mí. No sé si volveré a ser quien era.




miércoles, 16 de octubre de 2013

El olvido que no olvida

Fui olvidado como cuantas veces el olvido se acordó de mí. Esos refucilos de clandestinidad en noches de amores profundos hacen un pozo en mi pecho que se llena de lágrimas no lloradas, gritos silenciados, esperas eternas, momentos no vividos, todo por esperarte en lugares que nunca pisaste.

Me encuentro destruido y atado a sabanas de soledad que abrigan en momentos de furia pero asfixian al intentar encontrar calor humano. Y ahí estás, tan social. Acá estoy, con sobredosis de individualismo.

Ya no sé si prefiero que al momento que pases, tan escandalosamente bella, apagues o no la luz. Si nadie me volverá a ver, déjame cegado, si alguien encontrará en los pasos realizados la respuesta a sus problemas prueba con darme luz. Seguramente, hagas lo que hagas, quedarás en un lugar privilegiado de mi mente aunque he intentado de mil maneras desprenderme del recuerdo, éste sin embargo aparece como una fotografía, un sonido, un olor y una figura.


No es fácil compartir conmigo mismo una botella de vino tinto mientras por fuera el mundo brinda amores cuasi eternos. La atroz borrachera ni la resaca son dolores similares a los que siento sobrio mirándote los ojos que escapan de tu espejo.

¿Hasta cuándo formarás parte del libro de visitas de este hotel de una estrella? Desordenaste el cuarto y dejaste naturalizar el champagne: hemos pérdido las burbujas que nos hacia flotar en los manantiales del día a día. Desapareció la llave y todo quedó guardado en ese cuarto imposible de limpiar, pero está ahí y desde allí se sueltan fragmentos que irrumpen en los cuartos colindantes.

Yo y mi olvido sentados en el pasillo olvidándote hasta que él desconozca su función primaria. 





domingo, 6 de octubre de 2013

Círculo


En tiempos que hay que morir para que recuerden tu sonrisa, o al menos una caricatura de ella, gritar al vacío, sin escuchas atrás de la pared, puede volverse un actividad cuasi fatal. Y más cuando escaparse es volver exactamente al mismo lugar.

Intento salir de un circulo que no para de girar, que me tiene como punto de salida, también de llegada. Es devastador el proceso de ser olvidado antes que amado. Peor. El no sobre el si. Empeora. Se fue antes de llegar, algo de lo cual intento convencerme, nunca existió: construcciones sin libertad de una mente a cien revoluciones, de ésas que no ganaron ni salieron en los libros de historia, no fueron en contra del sistema sino en dirección contraria al sentimiento de bienestar algo olvidado en los audios radiales.

Su sonrisa ponía simplemente las cosas en su lugar ubicando mi mentalidad en cómo seducirla, pero tan sólo tuve que escucharla atentamente para saber que estaba peleando a puñetazos contra un molino de viento.

No hubo despedidas, tan solo perdí las manos.

El espacio que ocupa este fin deja sin puesto laboral al corazón. ¿Adónde estará? ¿En qué puerto estará bebiendo los alcoholes culpables de una soledad de larga data? Todos se están yendo avanzando sobre la misma calle que caminábamos juntos, me quedo atrás, otra vez solo. Un amigo me ofrece volver a poner en funcionamiento el circulo en sentido horario pero prefiero desistir de la oferta, no podría volver a resistir el manoseo de un amor que no habló y que ya me dejó sin orejas.

Te pido que no me trates de entender.

Quédate en silencio así te escucho mejor. Por lo pronto mandale saludos a tu boca de parte de mis mejores besos, los nunca dados entre silla y silla. Tal vez quede dando vueltas sobre la mesa de madera para marearme, perder la noción del lugar y salir de una vez por todas de acá.

Vuelvo al comienzo, insistes en entenderme... en tiempos locos quiero una mente sana, en tiempos hostiles quiero un corazón feliz. Y tu no me lo puedes dar. Tan simple, doloroso, y mortal como ello.

Si me permites un consejo: antes de anteponer el chau a tu hola, di al menos un tal vez... alguien podría morir intentando conocer tu afirmación.

martes, 1 de octubre de 2013

LA


Nunca me imaginé desempolvar acalambrado los manteles de varias mesas al cuadrado, allí donde cenan- jamás almuerzan- frases pegadas entre animales atemporales. Hay uno que es voraz.

Recuerdo las primeras melodías que escuchaba de Andrés Calamaro, el primer rockstar que me terminó por convertir al palo, que decía " si para tocar rock hay que saber tocar en LA; porque sin tocar en LA no se puede tocar rock". No creía que un espacio recóndito del pasado se pudiese volver egocéntrico y ocupacional de una mente sin freno.

Hoy mi vida suena en LA, gira en rock, distribuye en terceras que no se aprietan dejando a interpretación del otro mi felicidad o tristeza. Por allí enciendo las luminarias haciendo fricción con mi espiritú, en otras tiro a la borda mi cuerpo condenándome con ruidos psicoanalíticos, sin interponer los dedos al teclado te digo "te quiero".

Quisiera llegar a ser maravilloso, inteligente, doblemente compositor, menos suicida, más improvisado, acrecentar la tonada, disminuir los trajes oscuros, ampliar los horizontes de las líneas a los costados, achicar la tortura, silenciar, acallar, mutear los libros. Me desprendería de lo pendiente si la chapa que me vende está oxidada abajo de un auto en Buenos Aires. Estaría bueno no volar tanto, apostaría a ser muchísimo menos realista.

Mi compositor, rey de la bailanta en Brasil,  me repitió de una manera cruel, soy parte de un estribillo asfixiante sin salida. Soy monorítmico: LA. No subo ni bajo.  No me hacen girar en ningún aspecto público ni moldeo los silencios. Ante la nada del amor, sólo busco ser rock and roll; nadie me compone, destellos de tinta me ensucian la cara asotándome al olvido de un mal cd. Están sucian las compacteras al menos podría zafar de volar por estar rayado: trabarse cuando cantas en el planeta es repetir los errores insistentemente hasta cansar al escucha.

No puedo más en esta noche. Te pido que me escribas al menos un acorde más. Retírame del LA, ya no quiero saber. Sácame del entierro anticipado, de las visitas a mi muro de Facebook para dejar las memorias de un músico pérdido en los parlantes de tu habitación, ésa que inspira a autodestruirme, a ser menos, viejo y cascarrabia para probar un perfil acorde a tus sonidos esos perfectos que me enamoraron, se desplazaron por menor, mayor y bémol: jugaste con los pases y los bajos.

Soy un pobre acorde, te marcharás sin tocarme, dejarás tus pensamientos en el teclado, quitarás el aire del pedal para matarnos a ambos. Te dejo el libre albedrio para hacerme canción, una que cantes vos sola en cada espacio que construyas, donde silbes, rías, llores, grites, alientes, calles. Ahí estaré. Toma la lapícera y escríbime, seré lo que tu desees, mi amor.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Experiencia laboral


He sido paramédico ante los desgarros de tu corazón...
He sido atención al cliente ante las quejas de tus amores de otrora...
He sido taxista ante las ganas de movilizarte por fuera del balcón...
He sido chef ante tu hambre de gloria...
Lo he sido sin dudas.

He sido músico ante la poca composición corporal...
He sido electricista ante la falta de luz en la brujula...
He sido auxiliar ante tu cuerpo en las baldosas mal cocidas...
He sido médico ante tu boca sin sal...
Lo he sido sin dudas.

He sido albañil ante tu autoestima sin cimientos...
He sido carpintero ante tus dibujos llamando a hacer el mal...
He sido psicólogo ante los invariables quizás...
He sido juez ante tu falta de miramientos entre el bien y el mal...
Lo he sido sin dudas.

He sido inversionista ante todo lo que costó llegar...
He sido político ante todo para impulsar la democratización de tu corazón...
He sido gasista ante la evaporización de tu amor...
He sido peón ante usted capataz...
Lo he sido sin dudas.

He sido actor ante la falta de reales alegrías...
He sido pronosticador ante no saber cómo iban a ser nuestros días...
He sido buceador ante mi ánimo hundido...
He sido amigo ante el dolor conseguido...
Lo he sido sin dudas.

He sido cara conocida ante tus reacciones épicas...
He sido refugio ante la lluvia de un rostro sin parodiar...
He sido oyente ante los monólogos sin desatar...
He sido maniquí ante tus disposiciones mágicas...
Lo he sido sin dudas.

He sido pobre ante la riqueza que otros te alimentaron...
He sido amo de llaves ante las puertas complotadas...
He sido cartero ante las cartas que nunca llegaron...
He sido zapatero ante tus pies descalzos y mal atados...
Lo he sido sin dudas.

He sido religioso ante lo imposible de seguir tu credo...
He sido gimnasta ante las pocas veces que hiciste equilibrio...
He sido maratonista ante tu corrida y para ayudarte a alcanzar...
He sido donador ante tu falta de dar...
Lo he sido sin dudas.

He sido televidente ante la necesidad de escaparme del sillón...
He sido realista ante levantarme siempre en el mismo lugar...
He sido jardinero ante el jardín que no desayuna más...
He sido positivo ante tus constantes "jamás"...
Lo he sido sin dudas.

He sido metalúrgico ante tu carencia de resistencia...
He sido extremista ante la utopía de frenar...
He sido gracioso ante la posibilidad que me dejes...
He sido portero ante la posibilidad que no me dejes...
Lo he sido sin dudas.

He sido pintor ante la falta de claridad de tu techo...
He sido medallista olímpico ante las ganas de romper un récord con vos...
He sido traductor ante tu falta de voz...
He sido solitario ante tu ausencia del material adentro de tu pecho...
Lo he sido.

He sido naturaleza ante tanta ciudad...
He sido rescatista ante la exagerada huída...
He sido artesano ante los  muebles que robaste de la caridad...
He sido ladrón ante el anhelo de robarte la boca caída...
Lo he sido.

Lo he sido.
Lo he sido.
Se acabó.
He estado en todos lados.
No estuve en ninguno.

Trabajé de todo.
Trabajé de nada.
Sin dudas que terminé en llamas.
Por suerte lo entendí con antídoto.
Mi peor trabajo fue quererte y no desear nada más.

Busco trabajo.
Sin referencias.
Tiempo completo y a destajo.
Quizás me merecías. Tal vez no.
Aquí está mi corazón....


sábado, 14 de septiembre de 2013

Sueño


Y de golpe... soné contigo.

En el mismo efecto te ubiqué en el orden musical, así que te localicé en algún tango melancólico, en un rock menos metalizado, en las canciones populares- si preferís, comerciales- de radios huecas, en la alegría de la salsa, te senté sobre la esperanza del bolero, la sabiduría de un jazz, en el ritmo del fanky. Nunca me salió escribirte nada de lo anterior, carecí de tiempos, estrofas y estribillos.

Lo posterior fue extraño queriendo acariciar un pasado que muy bien no sé cuándo, cómo y dónde pasó, pero sí qué sucedió: ahí andábamos juntos. Ese beso. ¿Quién podrá describirlo? Fue correr sin la persecución del disco puntual. Mirá que sé sobre sensaciones esporádicas, castillos de arena, casas de barro y ladrillos partidos, el sol apagado, el cuarto-bunker, las mañanas que giran en los anales, la historia que se florea en jardines diez metros adelante, en transpiraciones escalofriantes, las dudas erectas en el mundo acostado, caerse sin la traba ajena, un televisor aburrido y de olvidarse la agenda. Todo se corrió un momento de la tormenta para sumergirse en revelaciones acústicas desconociendo hasta cuándo se podrá cantar si será para siempre o no, nadie te pidió eternidades tan sólo ese beso.

Voy perdiendo el congelamiento a la par de un enfriamiento del corazón.

Te observo tan cómoda en el sillón sin saber cuánto lugar hay para mí siquiera con ver alrededor me alcanza para enaltecer mi figura cambiando de habitación continuamente. Hoy me detengo aquí, quisiera pelear con fundamentos, ideas filosóficas, anécdotas paralizantes de estómagos, sin embargo avanzo con lo palpable: conmigo. Sinceramente desconozco si alcanzará para aferrarme a este lugarcito que te robé, pequeño, ínfimo pero mío.

Un sueño.




viernes, 16 de agosto de 2013

Juicio en contra


Soná fuerte, muy fuerte. Llévalo al punto máximo con música suave, dotada de letras y armonías bien marcadas. Contraigo las piernas, los dedos se abrazan intensamente para sobrepasar el momento del temblor. Hay anuncios por todos los medios noticiosos, se viene el caos, la noticia llega a todo el cuerpo esparcidos por las células. Peligro de derrumbe.

No quiero correr sobre la corrida de los demás, no intentaré abrir cierres a costa del abrojo restante, quiero quedarme acostado: si viene la movilización que me agarre lo más cómodo posible. Esa leve respiración que sobrepasa mi bloc de notas me deja aún más calmo, ingresa el "si" por mis oídos; melodía perfecta.

Desayuno por la noche las migajas del día flaco, entre manteles descoloridos con una luz tenue que se posa sobre mi espalda dándole sombra al te que lentamente se enfría. Busco la distracción perfecta en la revista de banalidades estrelladas, allí leo mis propias fallas, está mi foto, mi firma y una extensa dedicatoria a cada paso en falso que di, los muchos, muchísimos y a cada buena transformación muté cien, doscientas o trescientas veces mal. Maté.

El pasaje del silencio detenidamente se empieza a cobrar cada escapada, se desintegra el estuche disolviéndose el aceite en un vaso dormido. El contenido es uno. El frente se estrella contra un martillo que no da lugar a mis apelaciones, todo indica que los barrotes de mi remera serán la herencia. Todo está mal. Sin brújula, sin nadie que aplique la ley a mi favor otorga facilidades a la proyección sin defensa, oxidado, friccionando hasta el último hueso y a cada momento un juicio en mi contra.

Enroscado en chispas de fuego, amplificando el sonido de las bocinas de los autos que pasan por una calle lejana, de todas formas su "si bemol" es demasiado intenso como para ser escuchado, acostado con una frazada espero que mi otro yo me venga a buscar para aplicar la pena copiada, seré el primer caso para asentar jurisprudencia. Tal vez, mañana todo vuelva a ser como antes. Claro, ya sin mí.


martes, 13 de agosto de 2013

Más o menos

¿Qué hice? Tal vez, ¿qué no hice? Entre aplaudidores de saldo, acomodo y euforia me acomodé a tus idas, vueltas y estancamientos a la veda de la ruta. Desde ahí intenté todo. ¿Te cansó las mil formas de amoldarme a vos? o ¿me faltó alguna? Un extremista de oficio pruebo de más o de menos, jamás más o menos.

Mozo, chef con descendencia italiana; barrendero de madrugadas entre señoras con todos menos comedores completos, suciedad poco esquiva a visitas extrañas; emprendimiento solitario, vendido a la corporación; pobre, rico; serio, loco sonriente; escritor borracho, lúcido analista diurno de periódicos amarillos; cantante de ducha, músico profesional; lentos bochornosos de radio franelera, rock perdidos en vinilos; pelo corto, atarme el pelo; campo, ciudad; caminante de 5 kilómetros diarios, automovilista puteador de velocidades no recomendables; hagamos la paz, no, mejor la guerra; Clarín, 678; amigo empedernido de charlas inconclusas continuadas en horas y horas, solitario escritor de noches sin cantos.

Navegué sin detenerme, de izquierda a derecha, arriba o abajo, jamás me insinuó demasiada la centralidad, la liviandad en los asuntos: elijo la absurda idea lanzada en el analista de sueños o me quedo allí comentando frustraciones a través de modos indirectos. Atención, todo lo que digas podrá ser usado en tu contra.

Buscan mi corazón cuando está destornillado guardado debajo de tres pares de zapatillas. Piden cordialidad en los momentos que estoy fumándome a Lanata. Buscan sinceridad desde la ficcionaria realidad de estar ahí, en realidad bailoteo en arenas blancas de alguna playa dibujada sin alcohol. Solicitan paciencia en el instante que estoy tomándome un té de tilo, mientras pienso en estrellarme la cabeza contra la pared. Piden calor justo cuando almuerzo siestas, y ceno galletas con agua, o viceversa, qué sé yo. Ahí, precisamente, me reclaman decisión. ¿Por qué no me solicitás certeza? , ¿no querés?,  ¿ pretendes afirmaciones? Chau.

¡Justo ahora me das la mano! Buscaba esa hermosa boca, señorita.

Si estás de animo para jugar un juego del cual resulte ganador hagamos lúdica mi derrota. Especialista en derrotas propias, ajenas, de todo tipo. Perdí la fe. Antes era muy católico, ¿te conté? Y cuando asumió el Papa(pongo mayúsculas para evitar discusiones sin moño) me interesó tan poco si recién me levantaba, leíste bien corazón, a eso de las 15 horas. Épocas pérdidas. Como hoy. Despierto en oscuridades sin bostezos.

Hace meses que dormía. No escribía ni en mi agenda de periodista. Hoy volví. Mañana no sé. Por lo pronto, no me pidas un futuro. Pídeme ahora. Lástima que ya pasó tu tiempo. Era antes. No después. Mi vida es un juego constante friccionado de pasados y futuros peleándose por ganarse mi comando de control. Ubícate donde puedas. Después lo vemos. Miento.

Otra vez, chau.



sábado, 11 de mayo de 2013

El triángulo inverso imperfecto


Maximiliano miraba a la historia desde atrás del árbol cerca de su casa. Era una esquina que recibía siempre al viento, casi sin despeinarse. Por debajo de la copa, prácticamente en cuclillas, con la frente estampada al tallo, pero inclinándose levemente hacia un costado, estaba mirándole la espalda a ese objeto tan cruel que avanzaba sin darle alguna misera oportunidad.

Alex nació en el seno de los machistas. La falta a la verdad era su ausencia preferida. Desteñía corazones, de rojos a azules; de aire a dolor; de latidos a golpes; de esperanza a "un día menos"; de la máxima expresión a la mínima. Por su parte, Renata sostenía un desinterés asqueroso por el medio ambiente, tal vez por éso jamás miró al bosque ni mucho menos a ése árbol. Su ignorancia era el acompañante de la hermosura ensalzada por su sonrisa y un pelo corto que resaltaba sus características faciales. En las tapas de los diarios del inconsciente colectivo titulaban sobre Alex & Renata: dos destinos marcados a fuego por el otro.

La belleza persigue más belleza: es el juego de seguirse sumando virtudes físicas a las ya existentes, o tal vez de garantizar una suerte de especie a la cuales ellos defienden, por consiguiente en este juego perverso ambos mostraban sus cartas y el tiempo los hizo unirse. Él chamulló un poco, ella lo oía. Ambos reían las mismas estupideces. Ella huyó un par de pasos, él se adelantó en los tragos: desde el frente la sedujo, ella sin poder resistirse miró sus labios y hasta que mordió los inferiores su vista era la eternidad.

Las consecuencias de su unión parecía convocar a los estudiantes a instruirse en las formas de llamar a la infinitud enamorada. Se los veía bien, sobretodo a ella: su sonrisa era grande, dientes blancos, limpiados en sutilmente por su lengua en cada gracia. Los ojos se humedecían al imaginárselo recordándola, hablando bien de su compañía  del sostenimiento mutuo, cómo ella lo acompañó en la muerte de su padre y en el deseo mutuo de vivir por siempre, al menos eso pactaron un par de veces después de hacer el amor.

Posicionándose desde adelante, mirando por entre el triangulo inverso e imperfecto que formaban dos manos tomadas como punto convergente y los dos hombros sostenidos por una línea imaginaria descendiente, se podía ver a Maximiliano, como participante alejado de la historia perfecta. Él siempre estuvo profundamente enamorado de Renata; ella lo elegía como su amigo. De todas maneras, la señorita prefería usarlo para descargarse, jamás le interesó- ni se preocupó- por disimular su poco interés por sus diversos estados de ánimo: sólo quería desahogarse conociendo sus capacidades para decirle lo que necesitaba. Y claro, la comprendía de memoria. Nunca encontró el lugar, el espacio ni la confianza necesaria para embelesar, siempre tan perfecta, impactante y él sintiéndose el error de una concepción inexacta.

Tiempo después, en un boliche bailaban sin dejar de levantar los pies del suelo. La transpiración maquillaba diversiones, hasta que dos ritmos más allá Alex pidió ir al baño, ella se fue a sentar pidiéndose un tequila, su bebida alcohólica favorita. Nunca supo muy bien si fue el alcohol o el destino que hizo que se levantara impaciente a buscar a su novio porque quería continuar a la par de la algarabía; pasando la escalera, doblando levemente a la izquierda estaba su acompañante abrazando con una dama besándose sin parar. Salió corriendo sin decir nada.

- ¿Hola Maxi? Soy Renata- dijo entre lágrimas.
- Ey, ¿qué pasa? ¿qué hora es?
- Alex me engañó
- ¿Quéeeee?
- Sí, te cuento...

Le desarrolló toda la historia, él intentó consolarla lo más que pudo por un par de horas: nunca recordó el sueño que tenía. Le agradeció con un "gracias mi vida" que fue el puntapié para todos los insomnios por venir.

Alex desapareció de la vida de Renata, pero jamás de la suya continuando con la búsqueda de mujeres hermosas sin demasiadas pretensiones futuristas que llevara a recordar a su ex. Nunca paró esta caza, más allá de los motivos, que comenzó allá por los 11 años hasta los actuales 26. En el caso de ella, ocurrió lo contrario, se fugó de su vida, pero no logró separarse del infiel, aunque no lo lloraba así, sino como el caballero más hermoso, tierno, dulce, es más, siempre le contaba a Maximiliano, sobre una vez- en tres años de relación- que le cantó a acapella, en el balcón de él, "Sabes" de Reik. Vieja formula de una familia especialista en celadas melancólicas.

Seis meses después, Renata quien se estaba peinando recibió un mensaje: "Hola, como estas? Te quiero ver y charlar sobre todo lo q paso. Te extraño y necesito explicarte todo. Besos".  Ella emocionada, llamó a su amigo para pedirle un consejo aunque lo escuchó poco, se tomó su tiempo y le respondió que también lo quería ver.

Un par de semanas después, en el mismo lugar donde decretaron ponerse de novios mediante aquel beso, decidieron "perdonarse mutuamente". Salieron caminando otra vez tomados de la mano, y un par de metros atrás, agachado, detrás de un árbol, estaba Maximiliano perdiendo las últimas fichas que había jugado por Renata sobre que se olvidaría de él, como decía que estaba haciendo. La historia avanzaba, él, solo y enamorado quedó llorando entre las hojas otoñales que caían a su alrededor.



viernes, 10 de mayo de 2013

Derrumbado


No sentía temblar a la muralla mientras hablaba a medio hablar, hasta que alguien me interrogó "¿estás sintiendo el temblor?", lo negué, pero después mirándome, como hago tan poco, asenté lo anterior. Es que tal vez las moléculas estaba a los golpes limpios, con una bronca salida de su ADN y/o ARN(nunca entendí la diferencia) olvidándose de reproducirse y crecer permitiendo a mi organismo responder correctamente ante lo que estaba contando. Ya hace unas cuantas sombras convoco a mi historia a dialogar pero ya no están los protagonistas, los extra ni la escenografía haciéndola dar vueltas al vicio, pasear por el centro, ir de a compras llamando la atención del barrio: es la mujer idealizada por todos.

El ácido juega por un tobogán, el circulo se quema y la cara se desfigura. Quiero agua. Te quiero a vos.

El epílogo sabe jugar en los comienzos desenvolviéndose sin pudores acercando incertidumbres sobre la existencia: la angustia es interminable. Si no me dejan llegar al final, ¿puedo construir una historia? O seré una sangría entre tantos autos, ideas, contaminación y buenudos sin dirección. No me gusta que mi trama haya sido ser un descanso, o tan sólo un espacio en blanco ante tantas cosas que podría haber realizado: siendo quien soy, más lleno de matices de los que afirmo y niego, sostengo una lanza permanente hacia el punto flotante entre mitades. 

Quisiera no ser primo de nadie, ni sobrino tuyo: asumiría el riesgo de la soledad a cuestas antes que las maniobras recurrentes.

 Vos, si vos- ¿pensaste que me olvidé?-, merecerías, siendo el doble del autor que hoy no escribe, sino que escribió, que jamás escatime mis viscerales enojos: nunca te haría ése favor. Podría desaparecer. Perdón, me olvidé que ya lo hice, incluso en ese tiempo cuando te dabas vuelta en la cama. Recuerdo cómo contenía mi arco de flecha para no apuntarte directamente al corazón, quería culparme de todo y tu eras mi castigo. Eras un favor lanzado desde las nubes blancas que debía comprender, cuidar, amar, sostener, soportar, divertir mientras nadie me daba ni un pálida rima. 

Busqué los dobles de las sombras de mis pesadillas, las encontré abajo del zapato hincándome el devenir: terminé en la zanja escribiendo el peor texto desde que tengo memoria.


lunes, 6 de mayo de 2013

Abrigado de preguntas



Ando a los revolcones literarios, acariciando sangrías, poemas, mayúsculas. Miren a la minúscula haciéndose cadena; es una sinvergüenza. El punto es un buen divisor entre tanta verborragia. Con las dos piernas en simultaneo pateo este colchón de letras para definirte, hablarte, escribirte, soñarte pero no encuentro el ascensor que me lleve al estado literario más sutil, que está en el cuarto piso con camarones, champan y unas señoras luciendo tapado de piel que gotean "hija de puta... hija de puta... hija de puta"

Otra vez estoy pensando en vos entre algodones pegados con una cinta blanca que me quita hasta los últimos pelos. Pelado, casi sin lagrimales, olvidándote pero recordándote entre esos mentirosos olvidos: puertas que me conducen a ventanas que me hacen el vacío hacia una entrada horizontal, bajando la escalera converso con el diablo y acabo moreno.

¿Cuántas veces pienso en vos y vos en mí? Serían números, extremos dolorosos, a los cuales evito tocarles el hombro. Me perfumás las intenciones y me echas Raid en la cara. No puedo avanzar ni continuar con rollers que me hacen pasar de largo. ¿Por qué te pregunto tanto y me respondes tan poco? ¿Por qué yo te debo interrogar y tu nunca me consultas nada? ¿Acaso te gusta el juego de mesa periodista- famosa? Necesito que me des el vuelto. O una propina. Como última, si venís mal, escribime tu número en la servilleta y después arreglamos. ¿Usas whatsapp? 

Sé todo lo anterior pero lo tacho entre brazos que me reaniman el corazón, piernas que hacen pie sobre el otro pie, una panza poniéndose miel y un par de flores para atraer mariposas o algún insecto similar, los oídos escuchan lo que se les canta, mis ojos se rifan ante tu belleza. Me quiero negar ante tu negación.

Estaba bien tranquilo, ¿por qué me tuviste que mirar?, ¿quién me mandó a comprar esos boletos si podría haberme alquilado una buena película con una excelente pizza y sacarnos el cuero con la soledad?, ¿adónde estabas tres golpes de knockout atrás? No te habría costado nada acercarme una toalla. No puedo creer esa naturalidad en tu sonrisa, tu espíritu tan mágico y yo acá odiándome por haberme suicidado ante el homicidio de tu figura.  

No quiero. No puedo. Pero lo necesito. Te preciso. Te convoco. Te suplico. Te llamo. No me precisás. No me convocás. No me suplicás. No me llamás. Estoy. Estas. No estamos. ¿Me necesitas? Interesante interrogación. 

Me doy vuelta, me tapo con "Historias de Diván" y quiero soñar que no estoy tan loco. O al menos espero el turno con el psicólogo para ver qué opina. Yo me sugiero dormir pero este bullicio bailotea por debajo de mi almohada. Y todo suena fuerte, muy fuerte. 

miércoles, 24 de abril de 2013

Enigmático


Me expandí por fuera del castillo atraído por besos friccionados con pasados, presentes y futuros, todos condes de la entelequia. Soy primogénito desconocido por sus propios autores, sin ceremonias entro y salgo por las grandes entradas y salidas. Es la misma, se empuja y se tira. Guardianes empastillados hasta las orejas observan unas ovejas sin pastor. Entre la exasperación del continente desunido recito un arcano.

Mi casa amamanta metáforas para no llegar a verdades con trucos fallidos de magia colorada. Fanático de los misterios más escondidos, por debajo de la oscuridad que está a treinta centímetros de la estabilidad física delimitada por líneas horizontales como verticales, jugando a paralelas entrecruzadas sin motivos ni causales al menos deslumbrantes. Experto de la inexperiencia teniendo cero hojas en la impresora llevándome a entregar una carpeta con sólo una sonrisa tímida. Sin rutina ni maleta.

Planeo entre luces que prendo y apago según la ocasión o la molestia, mientras pensaba en aplaudir para llamar al mozo que siempre se ofrece para saciar menúes pre-históricos, pero yo quiero visualizarte una vez más aunque nuestras miradas sean imanes sin atracción.

Melodía sin LA, esbozo todo en menor. Así lo siente el tenor de lo racional. Intento agarrar ese aire que dejó de contener los tubos más hermosos construidos a tiempo completo. Necesito sostenerlo entre mis manos para sentir qué se siente navegar por los paisajes que vos reflejas al mundo que inmediatamente se vuelve estúpido. Yo soy el socio vitalicio de este lugar descuidado, donde los brazos se me duermen y los sublinguales son asquerosos.

No reprimo más las campanas de las cuerdas vocales, varios se tapan los oídos mientras caminan por esta misma vereda, yendo, viniendo, escapándose sin mirarse. Otra sintonia, la misma adicción. Este cable no hace más línea a tierra, siento que floto y no me enojo hasta que pierdo tu saludo volviendo a ser masticado por los tiburones que se escapan de las remeras de feria de domingo, menos mal que les falla los dientes zafando provisoriamente hasta que el circulo cierra por todos lados, otra y otra, tantísimas otras veces.

Soy testigo de lo trágico y generalmente no florece nada por este jardín. Sin embargo, trabajo la tierra a destajo, construyendo canales de riego para el campo colindante que quiera y necesite. A pesar de los cercos desterrados, más allá de los mitos tipificados como juego, no debes obedecer a nadie más que a mi sinceridad, la que te pides que sientes y leas este enigmático.

Un hombre que también puede amar

Suspiro entre los manteles de la antelación a un futuro que parece estancarse entre las patas de una mesa sin contracturas.  No voy ni vengo, más allá de los cinco kilómetros de rutina éter. Desearía dejar tu recuerdo en el basurero de la memoria pero no puedo desprenderme del deseo inmediato de saber sobre vos. Garcia me identifica: "porqué me tratas tan bien, porqué me tratas tan mal".

Soy el plan Z3 de cualquier mujer. Tengo que esperar a que te decepciones dos millones trescientos mil doscientas treinta veces de tu amor actual; los cuatros meses que no queres saber nada de ningún hombre; la vuelta del primero; el regreso inexplicable del ex sin muerte, ése maldito que te abandonó y te abandonará porque un hombre jamás cambia: si es un fugitivo de profesión siempre lo será con su orgullo tirándose entre los pelos; debo rogar que no te transformes en monja; que con tu mejor amiga no te emborraches y vuelvas con el primer ex ni con el segundo ex, tampoco que termines en un convento ni que te agarres a un paseador de su aburrimiento; debo desear que no te guste tu amiga; también rezo que tu amiga no se enamore de vos; mucho menos que tu amiga guste de alguno de tu ex; ¡uh! y si se acostó con alguno te encerrarás por tiempo indefinido acribillando al aire electrificado; después deberás descartar toda posibilidad con esos amores de fotografía que tenés en el cuarto sagrado, algo desordenado; recuerdo que seguido te olvidas de cómo estoy; después, mientras espero que pase la melancolía, me contarás cada paso, me describirás cada sentimiento y yo te espero. Quizás al último, con el miedo de morirte sola veas que soy un hombre que puede amar, dejando atrás esa imagen a madera auditiva. Tampoco creo que sea tan mala opción.

Sé de mis melancolías sin justificación recordando una construcción invisible a raíz de la nada. Conozco mis limitaciones externas. Cómo no reconocer esta curvatura que me asecha cada día. Al menos, no me peleo con mi espejo porque no le pido mentiras ni le exijo nada. Soy así, ¿no? Mi moda es única, entre clásico y no sé qué más. No sé contar anécdotas. Por allí me cuesta cerrar puertas sin metales ajenos de bolsillo lateral.

Como contrapartida, desde la vidriera de frente mirando instrumentos, te digo que te cantaría cada beso matutino, cerraría tus penas, te buscaría al trabajo, te devolvería a la cama, te cebaría mates acá, allá, en el sol o en la sombra, escucharíamos música, veríamos películas. No me olvidaría de tu libertad. Déjame amarte. No te pido otra cosa. Del resto de las cosas yo me ocupo. ¿La verdad? Quisiera que salga todo bien, como en mi mente, no prometo nada literario, sólo amor terrenal. Espero que te entusiasme esta publicidad banal, asquerosa y desquiciada de un texto malo acarreado por un escritor que perdió los hilos blancos que sabían manejarlo. Y menos mal que los extravió.

sábado, 20 de abril de 2013

Siempre

Siempre pierdo mujeres perdidas.
Siempre entierro amores enterrados.
Siempre voy para atrás y soy cangrejo de rutina.
Siempre salgo de las salidas.
Siempre voy a tu lado aunque no estés en ningún lado.
Siempre tomo tu mano, amor manco.
Siempre me duele este dolor cotidiano.
Siempre te pierdo, mujer desorientada.
Siempre creo que te creé y sos increable.
Siempre creo que te maté y vos eras mi asesina a domicilio.
Siempre te llamé. Vos me respondiste cuando te convenía.
Siempre esperé que me llamarás. Yo quería responderte mañana, tarde, noche y día.
Siempre me despertaste de mis sueños con vos.
Siempre intenté despertarte de tu pesadilla.
Siempre me viste como amigo. O tu conveniencia.
Siempre quise ser tu preferencía.
Siempre fue un fantasma.
Siempre vos andabas con el cuerpo tapado por una sabana.
Siempre estuve esperando acostarme a tu lado.
Siempre desinflaste mi lugar en ese colchón de dos plazas.
Siempre quiero invitarme a tomar mates a la plaza.
Siempre me quedo acostado todo el día.
Siempre sueño con dibujarte tu día.
Siempre imagino imaginarte diciéndome "tu eres el que me imaginaba".
Siempre imagino lo anterior.
Siempre me puse este pantalón.
Siempre todo me quedó mal. No me gusta esta ropa.
Siempre me disgutó mi postura anormal que no garpa.
Siempre pagué los precios de no cerrar la historia.
Siempre me gusto la paranoía.
Siempre creía que te escribía.
Siempre se me rompieron los esquemas.
Siempre me fotocopiaste unos cuadros conceptuales
Siempre te dije que no los entendía.
Siempre te importó un comino. Y me diste un par más.
Siempre me disgustó estudiar.
Siempre te estudié cuando vos te machetabas.
Siempre eres el motivo de mi día.
Siempre lloro en la soledad y vos creías que yo aparentaba.
Siempre quisiste variaciones.
Siempre quise jugar.
Siempre jugaste conmigo.
Siempre quise cantar. Y canté tus desafinaciones.
Siempre quise.
Siempre me deshice.
Siempre sueño besarte en todo el cuerpo y dormir respirándote en la nuca.
Siempre digo siempre.
Y nunca digo nunca.

viernes, 19 de abril de 2013

Enojado

Llevo aproximadamente treinta o cuarenta arranques del escrito. Borré cada uno. Me rehúso a mis emociones más usadas. En el borde mágico de la catarata, desbarato mis convicciones más caras. Quito la tierra de las expresiones más atípicas. Los preparo. Mientras juego con el piloto automático. Le conocí la cara a la hija de puta de Alegría, sin corazón visible, sin razón ni lógica se fue. Ando desnudo con el viento pegándome en las bolas. No soporto más esta persecución con y por vos. Corres. Corro. Corremos. Vos. Yo. Nosotros. Aunque este presente no venga en un par.

Vení o andate. No me jodas más. No me ilusiones. No me destruyas. No me dejes. ¡No! Nunca me des espacio si después no voy a tener habitación. No me prestes zapatillas si esto que me dibujás es un camino imaginario con devolución de calzado. Soy recto, tu andas dando vuelta en una rotonda. ¿Por qué podés llevarme tan alto con sólo una mirada? Esa sonrisa perfecta. Tus ojos. Hoy mis hombros te aplaudieron cuando apoyaste, por excasos segundos, tu cabeza en mis convicciones políticas, mente melancólica, puta, destructora de la realidad real. Para leer un escritor en serio, búscate otro blog, una página, no me interesa. 

Es un texto maldito. Son palabras furiosas. Son las lanzas puntiagudas de un loco desquiciado que no tiene ganas de volver a poner ni una coma en toda la oración porque se rebeló mi única verdad quien ya no cree que seas una reina para llevarme a la paranoia de la internación sin medicación aunque ahora reconozco que no estoy a la altura de ninguna circunstancia y vos sos una de la más lindas de allí. Me cansé. Bajo al otro párrafo. Bancame. Pobre Maduro. Pedraza hijo de una tropilla de putas. Puto vos y todos los que mataron a Mariano Ferreyra. Ivan Vella, recuperate pronto. Y el noticiero que se vende a si mismo. El televisor sólo reproduce mierda. Basura. Y mentiras. ¿Ahora pensás en mí? 

No capto nada. No sé cuál yo preferís de todos los que te presenté. ¿Querés que baile con vos? ¿Lloramos juntos? Te ofrezco odiar el mundo y nunca cansarnos de insultar. Sé que debés estar puteándome por tantas malas palabras puestas una tras otra. Giro. Sustancialmente podría ser el refrigerio de una eternidad molesta sin alicientes. No soy jardinero de tu paraíso. Tampoco te lo voy a construir  ¿Quién te crees Disney para ilusionar a cada dama con un príncipe azul? Lo más cerca que estuve de serlo fue cuando me ahogué dos o tres veces con los caramelos Fizz. 

Destruido. Me restablecí con un poco de tu piel. Yo perdí la mía en cada cuerpo a tierra, que se transformó en mi estado anti-pastillas multicolores en cajas inocentes. Intenté pasar desapercibido para estar bien cerca tuyo, lo estoy, pero me ubico a 10 mil kilómetros de tu corazón. Al menos así me lo indica tu música. Algo escucho a través de esos grandes auriculares  No quiero que seas mi enemiga. Quiero amarte. O quizás ya lo comencé a hacer. ¿Quién carajo lo sabe? Soy un boludo de mierda por no buscarte. Perdón.

Te pido disculpas por mi mal gusto. Éste no soy yo. Tampoco te prometo nada( rezá si queres) Sentía un enojo que no podía traducir en banales metáforas sin idas ni vueltas. Necesitaba estar en modo manual y más cerca de mi realidad.  No puedo con el dolor de amar no correspondidamente  Yo te entiendo perfectamente, casi como si yo fuera vos. Y eso me hace recuperar la esperanza. 

martes, 2 de abril de 2013

Alfonso


El viento lo corrió un poco. Desde chico, el miedo lo llevaba a cerrar los ojos. No recuerda con exactitud si le pasa éso desde esa primera vez que se aterrorizó con el pedido de sus padres para tirarse desde un tobogán. Tiempo después, con la cara semitapada, decía "que sea lo que Dios quiera". Estaba detrás de una pequeña pero extensa montaña. Llovía. También caían fatalidades del cielo. Tenía que levantarse levemente, darle continuidad a su cuerpo mediante su arma y disparar a los que se le venían en contra de él y ellos. Nunca había tirado su buena vida por la borda. Por ello, fue un momento largo motivado por gritos inescuchables. Las muecas eran expresivas mientras los pies se resbalaban con el barro y la espalda se abrazaba con algunas piedras. Intentó hacer la vertical pero su cabeza explotó contra el esporádico techo. Volvió a mirarse las rodillas. No había más camino. Era salir o salir sin manual, a improvisar sobre el escenario más frío que conoció su nariz roja. Y por delante de su vista la tierra se hacía cada vez más expansiva, representativa y dolorosa. Levantó un poco la mano e hizo un pequeño surco en la parte superior. Y sin pensar. Aguantándose la respiración. Moviéndose con agilidad. Derrotándose. Poniéndole su nombre a la decisión borracha. Por Analía, No se olvidó de Susana. Puso el arma y cerró los ojos ordenando quimicamente que el dedo índice de la mano derecha apretara el pequeño arco. Apretó y no sintió ninguna presión contra el pecho. Se inclinó levemente. No entendía el mecanismo, pero golpió su arma saliendo de nuevo a la superficie. Cerró los ojos y repitió la formula.

Alfonso. Joven de 20 años. Nació y creció en Santa Rosa, La Pampa. Tuvo grandes momentos, una buena infancia desarrollándose de manera correcta en la secundaria. En el curso, en extremos distintos, conoció a Susana empezando una sostenida amistad con apenas 13 años, y 24 meses después arrancaría un noviazgo, que tuvo sus momentos más críticos en los espacios iniciales pero después se normalizó sin llegar en ningún momento a ser un juego infantil ni una rutina con artrosis. Cuando egresó de sus estudios, se abocó a trabajar con Celestino, su padre, en una panaderia familiar. Al ser el hijo mayor era casi una obligación seguir el legado.

En una luminosa habitación, sin tela de araña ni cortinas, recibió la noticia que iba a ser papá. La alegría fue incomensurable por varios días. No pudo descansar ni dejar de abrazar a Susana. Decidieron que Analía o José Luis sería el nombre adecuado para su primogénito.

En una manaña sin carteles se quiso levantar para perder el mareo de tantas vueltas sobre una goma que sufría escoliosis. Se vistió rápido y ligero, si de todas maneras, el verano todavía no se había despedido. Su novia se despertó y le alcanzó a consultar adónde iba, él respondio desde la puerta "voy al kiosco a buscar unos puchos y vengo".Nunca olvidó esa voz ronca. Salió por la salida lateral, caminó en diagonal mordiéndose los labios por la ansiedad sin maquillar, llegando a la esquina pasó un camión de tamaño mediano con la parte detrás descapotada. Dos militares lo obligaron subir. Inmediatamente pensó que lo detenían por una confusión con algún activista político.Inmediatamente recordó al "Gato", vecino suyo, un peronista invencible. Creyente y deboto de las revoluciones. Sin embargo, con el camino lleno de pozos, ligándose pequeños pero dolorosos saltos y con el polvo en los pulmones empezó a mirar las otras caras, y ninguno lo visualizaba; nadie modificó su postura cuando subió kilómetros atrás. Inmutables. Silencio. Y desde ahí supo que había algo raro.

Alfonso no era fanático de los diarios, la TV ni de la radio. Su fuente de información eran los clientes madrugadores que iban a comprar algo para desayunar. Alguna vez, desde la harina escuchó un discurso sobre unas islas argentinas. En sus anales descubrió tapada a la clase de historia con Olga, quien mencionó sobre la soberanía de Malvinas, de igual manera, jamás imaginó, sentado sobre la rueda auxiliar, con sus codos sobre las rodillas, que él sería uno de los elegidos para ir a recuperarlas.

Después de un discurso pelado, le concedieron cinco minutos para ir a buscar lápiz y papel para escribirle una carta a una persona. Él eligió a Susana, aunque dejando mensajes para su familia. Pero fue una postal escueta con mucho sentimentalismo y un miedo sin fronteras como no conociendo bien adónde iba, para qué, contra quién pelearía y si volvería. Pidió cuidar a su hijo o hija. Y el papel quedó marcado con lo más puro.

Así se fue. Tan solo un mes después de ese día tan homogéneo como los demás. Viajó vomitando en el avión y un poco más tarde, también lo hizo en un barco. Llegó palido e indefenso. Los primeros 5 días estuvo escéptico. Y a la quinta jornada, convencido que tendría una hija llamada Analía, cerraría los ojos, con mucho miedo. Como aquella vez, en el parque, empezaría a descender desde lo alto sin mirar el suelo. Quizá sintió tranquilidad porque varios nenes caerían al mismo tiempo. Se sintió acompañado por sus hermanos anónimos. Y sobre aquella tierra caminan dos mujeres, una llevando a la otra, pero sosteniéndose mutuamente, para visitarlo. Parece él. Pero es ella. Sin dudas, son dos gotas de agua: son las dos islas juntas.

jueves, 28 de marzo de 2013

Militancia conjunta

Nos conocimos militando por separado nuestra soledad. Nos emborrachábamos con música y yo hacía un paso acá y vos me lo replicabas allá, en tu casa de las alturas. Llevábamos casi la misma remera, ¿te acordás? Un corazón traspasado por un poco más de veinte hachas. Odiábamos las mismas cosas, mirando el reflector de una misma manera. Sonreíamos iguales. Tantas veces escondiendo los dientes.

Nos preguntábamos lo mismo equivocadamente. Éso no era interrogarse, compañera: sino matarse con aires malditos que corrían desde el sur. Queríamos pasar la noche en vela y despertar tarde, muy tarde al otro día. Soñábamos lo mismo. Sueños eternos. Algunas veces caían pesadillas sobre el mediodía e inclusive alguna sonaba como despertador allá por la siesta de 42 grados. No me voy a olvidar jamás esa unificación entre desayuno y merienda. Perdimos batallas con los almuerzos.

No somos católicos acérrimos, aunque suene mal, sólo creemos en nosotros: vimos tantas espaldas, inbox ajenos en oídos cercanos y hasta nos soplaron con un sorbete la suerte que nos condujo a fortalecer nuestras propias creencias en desmedro de las otras, las incontrolables e impredecibles.Antes nos corría el apuro por encontrar un amor, que sea el indicado, el de siempre. Los años nos dieron las palizas necesarias para que digamos con chichones: "hoy te espero en algún lado aunque pasen los años". 

Amamos a la familia. También a los amigos. En algún punto, ambos vamos por la zurda. Yo me tiro con el pie para adelante y vos me das la mano. No nos diferenciamos demasiado, excepto con alguna descompostura matinal y en algún exceso expuesto por alguno de los dos. Pero si ambos llevamos esta bandera, enarbolándola hacia la misma dirección las diferencias quedaran aplastadas por tractores de campo. 

Te entiendo. Me entendés. Nos dedicamos frases. Vos eres más escueta. Yo te lleno la cama de palabras. Nos entregamos, más allá de los signos, cuando encontramos al futuro en baby doll. 

Así es el amor. Es tirar la piedra contra las olas. Esperar. Respirar. Reír. Distraerse. Esperar. Ver. Enamorar. Dejarse enamorar. Disfrutar. Reconciliar. Amar. El contrapunto siempre está, en algún lado, siendo como vos o quizá, no tanto. De todas maneras, él o ella hace lo mismo. Te busca. Se buscan. Sólo falta encontrarse, conocerse y que alguno de los dos acelere el primer paso. Los dos lloran o sacan alegrías de la camisa al mismo compás, mientras se dedican textos. Yo te dedico éste imaginándome que vos me lees. No sé quién serás. Ni tu nombre. En algún cajón escondo algo. Solo espero ese amor que me abrigará en besos acolchonados, brindará conmigo con una botella de fidelidad sobria-cosecha 2013- y andaremos por ahí... bregando y militando en otras causas, un poco más justas. 

domingo, 24 de marzo de 2013

Nunca más

Se sentó en el sillón de siempre, intranquila después de buscar y no encontrar la radio. A su derecha se abrió la pequeña puerta de la habitación saliendo Mercedes: bombacha blanca y el frente desprotegido  Se sentó en la falda de su compañera llevando sus manos a la panza, desde allí se desplazó hacía arriba sacándole su remera. Las tetas se juntaron en besos descomunales, el abrazo vertical se hizo eterno y se empezó a mover la tierra. Se acostaron. Ella se quedó mirando el espejo desde abajo. Desde atrás de la cortina veía un foquito de luz creyendo que era la misma luna que le había bajado su compañera para hacer el amor: tenía sus manos en los muslos de su mujer, gotas que caían en su frente, y unos pies que se hacían base sobre los otros uniéndose en la hermandad.

Duró lo que dura un orgasmo. Un palazo derribo su techo. Sintió adentro suyo un cuerpo extraño; empezó a llover verde. Gritó 3 veces y no recordó más. Despertó. Veía mitad del cuarto pequeño. Estaba mojado el suelo. Le dolía la cara y sentía sed. Se sentía sucia. Alguna que otra arcada por el olor nauseabundo. "¿Dónde está Mecha?", gritaba con insistencia. Los puños se embarraban con la humedad y la desesperación se ahogaba en los tantos charcos dispuestos aleatoriamente en un espacio de tres por tres.

Se pasó el dedo por los labios, que no dejaban de temblar, como intentando reconocerlos mientras ellos navegaban en los besos de tiempo atrás. Los dientes eran murales que retratarían tiempo después el "nunca más". Aunque estaban amarillos se distinguían con exacta precisión cada una de las letras. Se hizo pis encima para calentarse un poco. Temblaba del frío estando desnuda. Se orinaba de a facciones para aumentar la temperatura en cada parte de su cuerpo: primero los pies, después las manos que después le servirían para llevarse algo a los lugares más extremos, acompañados por la fricción del masaje.

Otra vez, sentiría la tormenta verde pero esta vez no se desmayó, se aguantó los gritos y los merecidos "hijo de puta, déjame  cambiándolo por "¿adónde está Mecha?" No respondió. Se paralizó la dictadura y el momento. Sabía que tenía una oportunidad; un uno contra uno poniendo su vida en riesgo: esperó que termine, al momento que quiso abandonarla enterrándola en la humillación utilizó una de sus manos agarrándole el pene bien fuerte exclamándole "¡quiero ver a Mercedes Gómez!" Él reluciendo la risa, le pegó con el bastón que tenía en el suelo y le dijo: "tu novia está muerta, torta puta y la concha de tu madre". Allí se acordó de Perón, de los desaparecidos y que era un pecado mortal construir más allá de las obras de arena. Mecha, en un almuerzo años atrás, le había comentado sobre todo éso, asegurándose que "dejaría la vida por ver al país unificado, grande y potencia mundial" Comprendió que militar ideológicamente era fatal; y que los militares eran asesinos. Se pasó todos los días llorando. Se derrumbó los dos años observándose abajo de armas, sangre e historia.

Tiempo después, ya en democracia, y con tintes de sutileza, decidió contarle a su hijo quién era su padre comprendiendo sobre lo injusto de negarle su historia, como hicieron con los bebés a los que cuales le crearon una nueva identidad. Le dijo que le podía decirle muchas cosas, excepto del nombre de su papá: nunca lo supo. Ella estuvo hasta hace poco militando por la ley de matrimonio igualitario, creyendo que era la única forma de recordar a Mecha. Cuando se sancionó la reglamentación sonrío después de 32 años. Y pensando sobre cómo habría sido su casamiento murió con los dientes amarillos apretados entre si, como no pudiendo dejar el pasado atrás.

viernes, 22 de marzo de 2013

Tus ojos

Me pierdo en ese profundo, hermoso y desconocido camino. Es oscuro, pero bello. No es opaco, es que falta la luz estando en el otro extremo de la metáfora a la que se podría recurrir. Me vuelve paranoico que no reluzcas seguido el subsuelo moviendo masas de otro planeta destinándome a una pelea banal contra el mundo. Pero esquivo ingresar allí. Es un miedo que jamás sentí. Es sentirse paralizado más allá de dónde, sin importar si llevo armas o me sienta armado, me desarmás en metal y alma.

Te saqué una excusa importante para ver si te acercabas a mí. Ahora no sé bien porqué estás frente mío. Si por la superficie o mi motivo real. Debe ser la primera, pero no pierdo las esperanzas de conseguir la cuestión de fondo aunque no peleé contra nadie en el exterior, sin salvarse el corazón de formar antenas con cuchillos: buscadores de cortar la emisión de ansiosas hormonas mediante el flujo de color vino hacia diferentes puertos.

Sé que sufriste en guerras contra idiotas masculinos caracterizados por tener pelotas sin piel y yo te aseguraría la paz, un amor constante como un libro que re-leerías por gusto, un beso cada mañana, la dulzura de la rutina repetida en encuentros iguales pero distintos y unas tácticas para vencer el día a día, las diferencias y el pasado, que tanto nos azotó. Es una inspirada revelación, que de todas maneras quedará oculta a tus ojos color café, a quienes no puedo ver más allá de que te sientes adelante de mi computadora. Me doy cuenta que estoy en el médico cuando miro a la izquierda, y llego al infierno cuando te relojeo como para que no te sientas ignorada por nada del mundo.

En alguna coma se describen nuestras similitudes que son muchas al visto de mis apreciaciones más atentas.Te invitaría a un trago, aunque el alcohol y mi cuerpo son agentes extraños y la resaca es el sentimiento que siempre evité aunque ya me emborraché con otro espíritu que después fue difícil de desintoxicar. Me levantaba mareado, con ganas de vomitar tu nombre, dándome vuelta todos tus besos, quedándome encerrado en el baño abrazado al inodoro blanco. Salí al cierre de la unificación de noches encadenadas en largos eslabones unificados por la soledad sin aire. Asfixiado entre cartas desordenadas posicionadas verticalmente, sobre ellas me acosté comiéndome el orgullo y el dolor.

No sé qué hago recordándote en la guerra y jamás en el amor. En realidad. Más allá de que me duela. Nunca en la ficción. No te mencionó por la ilusión a la que me sometiste, pero te nombro de corrido al contar cómo solté tu mano para hacer mi camino. Mal o más o menos estoy caminando. Lo importante es marcar una historia y no sentarse a ver cómo- supuestamente- construían mi futuro.

Quiero mirarte continuadamente en estos ratos nocturnos, pero no lo haré durante el día hasta que sepa que tu camino, ese que me intriga tanto, me conduce a una realidad y, por ende, me evitará volar en juegos circulares, tomarme hasta la contratapa de la ficción borracha, que te interna en estados psicodélicos grises y sin salida.

Al amor se ingresa por la puerta grande. Se sale cavando, ensuciándote, poniéndote viejo y mal-humorado. Quedás embarrado, sin visión y poca movilidad. No querés saber más nada. Claro, hasta que aparecen soluciones al pasado, a un presente apático y a un futuro que se vestía de cura. Todo cambia, al menos éso me demuestran tus ojos.

viernes, 22 de febrero de 2013

"Menos"preciado por nadie

Sin tener un marco conceptual me dí con que estoy atrás de la línea general arrancando desde muy lejos en un maratón sin vallas. Nunca alcancé a correr al lado de las otras piernas. Hoy tengo ganas de hacer agua por debajo de mi pera pero las lunas sólo se inflan. Por ningún botón se esparce el aire aglutinándose en la atmósfera consistente.

Hace un par de números atrás me quise matar pero cuando agarré la pistola no alcancé a distinguir si era yo o tan sólo otro rutinario que por las dudas no asesiné. No le podía cargar más a mi conciencia que a esta hora gira en círculos viciosos fumándose unas buenas adicciones. Niego ser visible pero esta luz me sigue hasta este rincón quitándome lo blanco y compartiéndose con el afuera. Todos me llaman en voz alta y en un silencio bajísimo me escondo hacia la zurda.

En mi pecho encontré un testigo de mi altura hablándome- en su idioma- que algo se incendia.

Sobre la parálisis del movimiento recupera la vertical la taquicardia racional. Perdí ante lo moreno de tu luz y tu idealidad. Siempre tan poco para tanta exigencia, que me lleva a desabrocharme el pantalón con el fin de ensancharme un poco, sin embargo en el camino voy probándome veinte máscaras, con alguna puesta empiezo a teatralizar y con la mía me miro la espalda cerrando dolorosamente los ojos. 

Abrazo este espacio todo roto y desde atrás veo evoluciones mientras con la mente hago matemáticas... menos por menos me da menos, más( si encuentro) por menos es menos, más por más( imposible) menos. Resta escenografía y posibilidades, cada vez se acorta la gambeta y se acentúa la equivocación. A esta Fanta ya la sirvo en un sólo vaso, me cansé de tomarla de dos lados diferentes.Quité las sillas para no darle asiento al fantasma. Ya estás corriendo y yo sigo viéndote en el bar. ¿Entendés? Aquí pero más allá no me estarás recopilando en tu álbum aireado y volátil cuando quien te escribe ya te puse como portada.

La muerte es literal, al menos uno morirá. Maldigo este traje y mi desnudez tan avergonzante. Creía haberte besado el otro día pero cuando intenté secarme la boca me encontré con tierra en mi mano. Y claro. Había besado tu sombra. Vos estás allá, mucho más adelante. Y yo acá tirándome la pared contra el final deseando desaparecer por otro día más.

Me memorizaba el hecho de que nadie me quería, cuando en realidad nadie se encuentra conmigo en todos lados.

domingo, 17 de febrero de 2013

Hablo de...

No entiendo si eres parte del pasado o futuro. Por suerte descarté el presente porque no creo que respires entre los mosaicos. Hablo de...

Jamás entendí si eres una sombra detrás mío o un sol atrás de una montaña. No sé qué reflejo entregás o si debo alimentarte para que ilumines, o al menos guíes. Yo no puedo indicarte el camino. Hablo de...

¿Estarás estudiando, durmiendo, pensando, viajando, de vacaciones, en pijama, con camisa, sin vincha, con pañuelo, sin él, con tacos, quizás en pantuflas? Hablo de...

 ¿Te gusta dormir tapada o destapada? Yo en verano duermo tapado, a veces con ventilador pero sin que me apunte en la cara porque me afecta la garganta. Hablo de...

¿Sabés quién soy? En caso de que no, ¿alguien te lo puede explicar? Yo no lo sé muy bien, sólo sé que me pregunto de vos a cada rato. Hablo de...

No transito demasiado por fuera de la fortaleza. Escatimo invitaciones. Desecho alcoholes. Prefiero sinceridad a belleza. Desarrollo mambos con ruido, también, en algunas oportunidades huecos. Tengo mascotas. Hablo de...

Prefiero brazos rojos a tapados. Desaparezco cuando ya me perdí hace tiempo. No me gusta la búsqueda. Quiero que me encuentren. Tiro mil negativas, pero por favor cuando digo "sí" sígueme. O vete. Si es que no lo hiciste. Hablo de...

Me preguntan por vos. Yo también lo hago. No tengo un nombre. Tal vez sí. Preferiría que no o al menos que lo hayas cambiado. Hablo de...

Hace poco rompieron la caja, aún no pude rearmarla: me faltan piezas como en el rompecabezas familiar. Y cuando la tenga reajustada por debajo de mis hombros no sé si te la voy a prestar. ¿Tenés credencial? A mí me hicieron el cuento del tío. Uh, en Salta ví una escena de motochorros. Bueno perdón, sé ausentarme así. Hablo de...

Soy de pocas pretensiones. Sólo quiero reír como loco. Que me esperes. Y elijas. No quiero canciones dedicadas. Ni bombones. Menos los grandes show. Odio los acting. Detesto las victimizaciones. Soy orgulloso, ya se me va a pasar. Hablo de...

Creía que eras vos. No. Ah y vos. Tampoco. Vos eres de un alma pura. Tenés los pulmones lleno de humo. Sonríes bonito, honey. Menos. Deje de elegir. Errado. No te veo y como loco señalo para todos lados; ya nadie me cree. Hablo de...

Me gustan las mujeres que ríen, usan pañuelos o vinchas en la cabeza y se burlan de si mismas. No vives aquí. Dale literalidad, nena. Hablo de...

Si te digo que desconfíes de mí, no confíes. Si te pido la verdad asegurame la mentira de la mentira. Si te pido la mentira miénteme sobre esa ficción. Soy de confundir, llegando en un punto a encantarme. Hablo de...

Hablo de... que es lunes y tengo que despertarme. Otra vez, mates, radio y laburo. Soñé. ¿Hablo mi inconsciente o mi mente es una cocina que mezcla todos los ingredientes?

¡Buen día!


viernes, 8 de febrero de 2013

Menjunje sentimental


“Desprejuiciados son los que vendrán y los que están ya no me importan más”

Cualquiera puede pintar textos mientras escucha Dolina. A través del éter escupe gotas y gotas de pintura. A veces me siento pintado por él o que me pintan. Nunca puedo cambiar nada. Y el tiempo corre. Y cómo pasa, la puta madre. Cuánto reloj sin pilas dejé buscando crecer; estoy más alto. Tanto gasto para tan sólo saborear pequeños caramelos mientras en el camino comía manzanas podridas- no, señora, dije podrida, no prohibida, y tampoco estoy tan viejo, y mucho menos conozco a Eva-. Busco otros momentos escuetos teniendo que superar problemas extensos. Y así. Así. Así.

Se machacan pies. La fe va y viene. La religión varía. El oferente también.

Me siento sobrepasado, cansando, agotado, resignado. Los dulces que debería estar masticando, después de un largo trance, están excedidos de dulzura haciéndome tener arcadas,debido a los años de té sin azúcar. O mates amargos- diría Calamaro “unos buenos amargos para endulzar la garganta”, no obstante, jamás tuve problemas diabéticos-.

Siempre creía que el paso del tiempo era la solución a la inmadurez proyectada en mí. La cantidad de veces en que vas y venís no se replica en calidad. Podrás tendrás en el tablero cien mil kilómetros realizados, pero si te entretienes siempre con el pelotero ubicado medio lote hacia adentro no habrán servido de nada. Lo que efectivamente suma a que caigas del árbol madre es la suma de episodios difíciles en que no había comida, dulce o amarga, y aprendiste a inventar historias para no sentir hambre, a destinar tu mente a otras ocupaciones cuando el organismo exprimía los últimos carbohidratos para poder seguir funcionando.

En el jardín colindante creció el miedo a la muerte. Sorpresivamente absorbió toda la luz para hacer la fotogénesis. ¿Me moriré sin ser nadie? Acaso, ¿alguien recuerda cuánto caminé sin ser visualizado? En mi despedida, ¿aparecerá alguna enamorada enojada con su tímidez por no haberme confesado su sentimiento  cuando abría los ojos todos los mediodías? ¿Qué amigos/as estarán ahí? ¿Quién/quiénes se harán cargo de mis progenitores? Es una angustia. Una puerta abierta en posición vertical. Siento que voy cayendo a los costados, zafando constantemente, pero subo obligado, sin nada oscuro en la cabeza, de nuevo a la colina. Les aseguro que ya volveré, más tarde o más temprano, sobre este tema.

No sé hasta cuándo estaré. Sé cuánto caminé. También puedo aseverar cuánta amargura almorcé, merendé y cené.  Lo dulce jamás fue mi especialidad, aunque tuve rebanadas de placer. Lo único que busco entre tanto andamiaje es ser entendido como un libro de cuentos, y parece que para ello tengo que caminar en cantidad y calidad.

No quiero correr, gatear, soñar, vivir consiente ni inconsciente, ser ignorado y mucho menos famoso. A veces quiero saber cómo se llama esta ensalada endulzada, salada, condimentada y natural.

Ser incomprendido es correlativo a la pérdida de la lengua nativa, a la búsqueda constante de flamantes sustantivos, verbos y adjetivos que permiten entablar diálogos y a vivir charlando con objetos sin boca. Es el mareo a cuerda. El invierno mental. La nevada sentimental. El atropello de autoestimas que por escapar se chocan en la salida de emergencia.

Vivo entonado falsetes. Cortando cuerdas, una guitarra desnuda.  Atención, tiene fecha vencida el aderezo puesto al aire.

Respiro, volveré… cuando la situación se haya vuelto a normalizar. El amor es la aguja necesaria para tejer historias.

Se acabó Dolina. ¡Buen fin de semana Negro!

lunes, 4 de febrero de 2013

¿Cómo? ¿Estás?

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Sí. Ahí. Con la pala engrosando la torre. Ésa del norte que entorpece mi sombra bifucándola en dos, como una “V”. Se abre paralelamente, ambos puntos se saludan desde las antípodas que jamás serán los mismos después del choque contra ese bloque gigante.

Palanca a medio bajar; a medio subir; al medio. Luz tenue entre una paralela que debo transitar. Con los pensamientos cavando dudas inseguras de sí y de las colegas, pero no recelan en asegurar dejándome incógnitas que a la vez se reproducen.

Desabastecido en seguridad y tranquilidad transito con alta velocidad para llegar al bunker, el sitio elegido para refugiarme de una guerra de almohadas y bombas de telgopor. Tocan la puerta y no pienso abrir, prefiero renunciar al misterio y escaparme por la ventana. Estoy cuatro metros abajo de otros cuatro metros, intentando escabullirme con sábanas para asimilar que logré unos centrímetros más de profundidad.

Los afiches en la pared de metal es la foto exterior que se aproxima a mi relación con lo aireado. Sólo salgo cuando algo más fuerte me echa del recinto. Ni las nubes submarinas ni el silbido de un sol que pide miradas logra un cambio de actitud: mis piernas atestiguan en el juicio de mis palabras. Sino presentaré un amparo, postergando la discusión. No tengo intenciones de tener ganas, tampoco el desgano de una queja resultante por instalar sustentos desnutridos.

Con la cabeza entre pinceles blancos y negros- éstos son más cortos que los primeros- pienso quién soy y me sale musicalmente que quiero ser todo, aparantemente no alcanzo nada; me siento nada. Descubro lo imaginario, me olvido por momentos del presente, pero no me describo justamente por la amnesia. Olvido que olvido. Soy culposo de desconocer lo que jamás dejé sin DNI. Voy por todo, no me alcanza. El todo del todo: trato hecho. Firmo tratados con los mancos. Le pongo fe a mis dudas para seguir interrogando preguntas que jamás se respondieron, ergo preguntan cotidiamente. Mi ser es meláncolico hasta con lo que se acabó de ir, ni hablar de esas primeras charlas que tuve conmigo desde diferentes alturas. Le temo al reloj tanto como a la enajenación de mis pantalones. Seguido quiebro lo conseguido por tener que desnudarme. El espejo - es de forma redonda, arrugada- replica a cada paso una imagen pero no es la misma que realizo: alzo un brazo y veo una risa cómplice; sonrío y un brazo me golpea. Sigo. Especialista en la historia. Desastroso en la cerrajería al no tener siquiera una llave que cierre una puerta. Peor. Con tanto viento cotidiano las numerosas puertas se cierran bruscamente para volverse a expandir, a veces en singular otras tantas a coro.

En fin, y por comienzo, soy complicado para responder, o más bien un charlatán que le encanta murmurar para jamás terminar de responder nada, acariciar toda aseveración y acallar el silencio. Perdón por demorar: bien, gracias. ¿Vos?

miércoles, 30 de enero de 2013

Cuidados intensivos

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Desde que ví tus enredaderas me quedé atrapado con ellas. Me quedé pegado a lo peor de mí. Desnudo, con algunas ramas que salían de mí. Las cartas con las que iba armado para vencer el pasillo blanco de dos puertas grandes quedaron desparramados tres escaleras atrás. Fui indefenso: desprovisto, vacio, con la sombra del gigante bailándome entre diente y diente.

No sabés adónde estar. Te atropellan las caratulas, la cual ninguna se engancha a los ganchos de la carpeta roja. Estás con la soledad en los tobillos, dos metros abajo,que ni siquiera llegas a abrazarla. Hay un vacio jugando por la mitad. Las palabras del ayer se acumulan pero no efectúan, tal como si tuvieras polvo eferveciente sin el agua: ácidez que quema. Incendio. Hay fuego y no hay punta.

Al aire aún lo llevo conmigo, ése que perforó los recuerdos y la agenda. Dio vuelta, desparramando los zapatos llevándome a no saber cómo salir a caminar. Recuerdo la lógica, pero no estoy en ningún lado. Carton vacío, frontera sin papel. Soy la grieta reparada con la tormenta por venir.

El cuenta gotas del tiempo es el fastidio del corazón. Y el alma se quiebra con tantos colegas unidos en ese límite entre la sala con luz o sin ella. Aunque el espejo se reproduzca te sentis rozándote solo. El blanco demora. Sentir que escuchás pero no es así, no estás allá, ni en tu casa, no estás en ningún lado. Te ves atrapado entre dos fierros frios al tacto; sentimentalmente calientes. Solicitan la mesura ausente. Crees que al ingresar se calman tus miedos pero se incrementan, ante una vulnerabilidad que se cargan por sobre los hombros. Derretís tus últimas creencias perdiendo la virginidad más absurda del “jamás me va a pasar a mí”.

Me lavé las manos antes de entrar, sé que me ojeaste, tenías ganas de verte viéndome y se me perforó todo, absolutamente la totalidad del cuerpo se hacía liquido yéndose por esa pileta. No me podía desinfectar de mis miedos más profundos ni de estas nuevas presentaciones que en mi vida quise conocer. Entendés el círculo. Aprendés a hablar, a realmente desear “buen día”. Todo cierra, pero es tarde para girar la llave, se abre la puerta, la ventana, el techo, el suelo, el espacio, la oscuridad, el ruido del aire, todo, y la nada.

Cada vez que te ví era yo el que estaba en cuidados intensivos. Estoy ahí, cerca de esa ventana dándole mi peor perfil a las enfermeras. Y te juro, papi, que no me quiero morir.