martes, 29 de julio de 2014

Pensamientos sobre el amor

Los pensamientos son elásticos que se estiran sin quebrarse, permanecen intactos, algunos más que otros, pero más allá de que no sean visibles no se les quita su capacidad de estar. No se debe escatimar el sentimiento, la fortaleza de lo inteligible. El amor es una idealización sostenida por un sentimiento que lo hace terreste, real, doloroso y permite que las promesas futuras sean una pelea del presente.

Estoy todavía discurriendo sobre el tema en cuestión, reflexionando y jugando con las heridas sin cicatrizar llego a considerar que no nos enamoramos del otro, sino de nosotros mismos: ponemos nuestras virtudes- o aquellas que creemos que poseemos- afuera, en un cuerpo, en las figuras eligiéndonos mutuamente. Creemos demasiado; pecamos con inocencia pero hacemos justicia con nosotros mismos: vamos culpables al banquillo equilibrando la balanza entre la mentira y la verdad. No podemos decir que conocemos a la otra persona, o sí, porque conocemos de memoria nuestras facetas, ya sea debido a la utilización diaria o nuestra creación casera, y de allí parte ese entendimiento mutuo, entre nosotros allá y nosotros acá.

Me enamoro de mi falta, de mi propia ausencia. Busco lejos lo que no pude edificar piel adentro, entonces, varias veces amar es sincerarme conmigo mismo, de mis vacios, y aliarme con mis deseos carentes de fugacidad y crearme el espejo de sonrisa grande.Y otras veces, como dije, es amarse a si mismo. Al fin, un camino u otro nos reduce a uno, quitando lo romántico, lo cursi o lo cubierto de miel, la dependencia de la acción del otro, siempre ubicándola por debajo de lo que somos o queremos ser.

El mal trato que deriva en la decisión de finalización de una relacion es fácil a comparación de lo complejo que es romper con esa porción subjetiva que tanto nos encantaba encontrar. El silencio es el espacio sobre el cual pisamos y tropezamos.

No intenten ofreceme amores en una feria de aire libre porque lo que busco está encerrado en cuerpos, luego de ser expulsado de mi mente. Busco eso, y ni levantes la voz que el amor no es sordo, mis deseos sí. Ignoro la opinión popular, pero mis miedos me acalambran los dedos de los pies: caminar hacia vos es tan difícil, aún más cuando te mutas de piel como yo de inseguridades. 

Si el enamoramiento empuja a caminar yo soy un rengo de ciudad. 

Lo que me define no tiene nombre, apodos, pero si varios años sobre el lomo. Acompaña siempre a oscuras y cuando hay luz se rompe en lógica para introducirse en los recónditos espacios del cerebro desde donde quiebra la realidad en fracciones más pequeñas de las que uno tiene levantado, comprobándose así que estar con los ojos abiertos no es sinónimo de estar despierto.

No tiene sentido alargar mi discurso descriptivo hacia tu persona total, cara va, cara viene, nos volveremos a ver. Y solo vos sabés, aparte de este escriba, conformantes de una unidad creativa, de nuestro vuelo: tenes las alas que te inventé y un cuerpo precioso que es el plus ideal para enamorarme una y otra vez de vos, o de mí y hacer de  nosotros un equipo que pelea con lagrimales hinchados el paso del tiempo.








jueves, 17 de julio de 2014

Amor a primera vista

Pocas cosas te sitúan tanto en la soledad misma como enamorarse a primera vista, posiblemente alguno me reprueba el término, entonces, replanteo, muy pocas veces, al encontrarte con la luz ves tu sombra; dejás de negar tu desnudez y te abrigás un poco más, escondiéndote detrás de la bufanda hablás con tus miedos; te reflejás en sus dientes blancos sin cepillar en esa mañana; sin hablar invitás a su tiempo a descorchar imprudentemente sus defectos soñando con acariciar su frontera.

Es parte del destino cruel entregado en segundos que se inmortalizan en los besos que se congelan en la heladera, la misma con dos botellas de agua y casi sin frío por el freezer imitando al paisaje del Calafate.

Hoy me tocó a mí, en un día más de los desfachatados. Quien me acompañaba en el regreso a casa, al señalarle esa mujer que se clavó en mi frente, me miró, la volvió a visualizar a ella y, con una risa cómplice, me dice "estás loco": claro, el amor a primera vista es entre dos personas divididas en vidas, historias, experiencias, pero todo se desuelve en miseros y bellos instantes, para ser simplemente dos almas que se eligen mutuamente para romper lazos con los fracasos; entregándose a la energía que se hace puente entre ella y vos-yo- desde donde caminan, en ida y vuelta, los deseos más intrinsecos e irracionales.

Tu desfile vistió el dolor de mis costillas en un corazón que extraña amar. Aparantemente la ausencia se puede ahogar en besos. Recordé que los abrazos son refugios silenciosos que no preguntan qué pasó. Algún pasado vuelve en forma de libro. El hombre debería volver a ser un pibe que encara sin sentir pudores propios de una vejez en piel nueva. Lo que fue me evoca que los brazos en la cintura dan la seguridad que venciste a las noches de cama exclusiva. En algún lado me sale la afirmación: respirar el pelo femenino en un frío julio es la protección para un catálogo de guerras perdidas, muchas de ellas por vos o ustedes.

Si el amor es una espera, puedo decirte que te amo, ya que llevo años esperándote.

Si el amor es una primera vista, puedo decirte que es mentira la afirmación, ya que te vi una y otra vez, en cuerpos distintos: te desafío cara a cara, siempre termino perdiendo, pero, en lamentos digo, no puedo cambiar el alma ni el tejido.

Mi noche ya se tomó varias copas al punto que el blues de fondo parece cantar con la alegría de "Los Caligaris". El consumo obligado de olvido me desubicó más que este whisky entero, cuando la luna ya dejó atrás al sol y a la señorita que me enamoró. No comparen nunca la resaca de un abandono con una de alcoholes, que sólo coinciden en la falta de estabilidad, pero se bifurcan. Te pedirías que vuelva con tu pelo moreno, tu estatura pidiendo mirar mis hombros, el jean azul y tus zapatillas Converse, sé que vos, con ese nombre que desconozco, aparecerás, otra vez, con otro color, pero con la esencia intacta.

Cambian las estanciones del tiempo, el invierno me resulta eterno. Grabo en mi celular una nota que me invoca no volver a mirarte pero estás, con distinto sombrero, en muchas partes de esta ciudad.

El amor a primera vista tiene dos brazos: con uno te empuja a la amnesia temporaria, con el otro, tiempo después, te desacomoda el nido dándote cuenta cuán solo estás en el fondo del patio, al cual ya nadie sale a regar ni a cortarle las malezas que crecen en cada borde en donde no estás ángel de visita esporádica en este infierno eterno que vos inauguraste a distancia.