sábado, 11 de mayo de 2013

El triángulo inverso imperfecto


Maximiliano miraba a la historia desde atrás del árbol cerca de su casa. Era una esquina que recibía siempre al viento, casi sin despeinarse. Por debajo de la copa, prácticamente en cuclillas, con la frente estampada al tallo, pero inclinándose levemente hacia un costado, estaba mirándole la espalda a ese objeto tan cruel que avanzaba sin darle alguna misera oportunidad.

Alex nació en el seno de los machistas. La falta a la verdad era su ausencia preferida. Desteñía corazones, de rojos a azules; de aire a dolor; de latidos a golpes; de esperanza a "un día menos"; de la máxima expresión a la mínima. Por su parte, Renata sostenía un desinterés asqueroso por el medio ambiente, tal vez por éso jamás miró al bosque ni mucho menos a ése árbol. Su ignorancia era el acompañante de la hermosura ensalzada por su sonrisa y un pelo corto que resaltaba sus características faciales. En las tapas de los diarios del inconsciente colectivo titulaban sobre Alex & Renata: dos destinos marcados a fuego por el otro.

La belleza persigue más belleza: es el juego de seguirse sumando virtudes físicas a las ya existentes, o tal vez de garantizar una suerte de especie a la cuales ellos defienden, por consiguiente en este juego perverso ambos mostraban sus cartas y el tiempo los hizo unirse. Él chamulló un poco, ella lo oía. Ambos reían las mismas estupideces. Ella huyó un par de pasos, él se adelantó en los tragos: desde el frente la sedujo, ella sin poder resistirse miró sus labios y hasta que mordió los inferiores su vista era la eternidad.

Las consecuencias de su unión parecía convocar a los estudiantes a instruirse en las formas de llamar a la infinitud enamorada. Se los veía bien, sobretodo a ella: su sonrisa era grande, dientes blancos, limpiados en sutilmente por su lengua en cada gracia. Los ojos se humedecían al imaginárselo recordándola, hablando bien de su compañía  del sostenimiento mutuo, cómo ella lo acompañó en la muerte de su padre y en el deseo mutuo de vivir por siempre, al menos eso pactaron un par de veces después de hacer el amor.

Posicionándose desde adelante, mirando por entre el triangulo inverso e imperfecto que formaban dos manos tomadas como punto convergente y los dos hombros sostenidos por una línea imaginaria descendiente, se podía ver a Maximiliano, como participante alejado de la historia perfecta. Él siempre estuvo profundamente enamorado de Renata; ella lo elegía como su amigo. De todas maneras, la señorita prefería usarlo para descargarse, jamás le interesó- ni se preocupó- por disimular su poco interés por sus diversos estados de ánimo: sólo quería desahogarse conociendo sus capacidades para decirle lo que necesitaba. Y claro, la comprendía de memoria. Nunca encontró el lugar, el espacio ni la confianza necesaria para embelesar, siempre tan perfecta, impactante y él sintiéndose el error de una concepción inexacta.

Tiempo después, en un boliche bailaban sin dejar de levantar los pies del suelo. La transpiración maquillaba diversiones, hasta que dos ritmos más allá Alex pidió ir al baño, ella se fue a sentar pidiéndose un tequila, su bebida alcohólica favorita. Nunca supo muy bien si fue el alcohol o el destino que hizo que se levantara impaciente a buscar a su novio porque quería continuar a la par de la algarabía; pasando la escalera, doblando levemente a la izquierda estaba su acompañante abrazando con una dama besándose sin parar. Salió corriendo sin decir nada.

- ¿Hola Maxi? Soy Renata- dijo entre lágrimas.
- Ey, ¿qué pasa? ¿qué hora es?
- Alex me engañó
- ¿Quéeeee?
- Sí, te cuento...

Le desarrolló toda la historia, él intentó consolarla lo más que pudo por un par de horas: nunca recordó el sueño que tenía. Le agradeció con un "gracias mi vida" que fue el puntapié para todos los insomnios por venir.

Alex desapareció de la vida de Renata, pero jamás de la suya continuando con la búsqueda de mujeres hermosas sin demasiadas pretensiones futuristas que llevara a recordar a su ex. Nunca paró esta caza, más allá de los motivos, que comenzó allá por los 11 años hasta los actuales 26. En el caso de ella, ocurrió lo contrario, se fugó de su vida, pero no logró separarse del infiel, aunque no lo lloraba así, sino como el caballero más hermoso, tierno, dulce, es más, siempre le contaba a Maximiliano, sobre una vez- en tres años de relación- que le cantó a acapella, en el balcón de él, "Sabes" de Reik. Vieja formula de una familia especialista en celadas melancólicas.

Seis meses después, Renata quien se estaba peinando recibió un mensaje: "Hola, como estas? Te quiero ver y charlar sobre todo lo q paso. Te extraño y necesito explicarte todo. Besos".  Ella emocionada, llamó a su amigo para pedirle un consejo aunque lo escuchó poco, se tomó su tiempo y le respondió que también lo quería ver.

Un par de semanas después, en el mismo lugar donde decretaron ponerse de novios mediante aquel beso, decidieron "perdonarse mutuamente". Salieron caminando otra vez tomados de la mano, y un par de metros atrás, agachado, detrás de un árbol, estaba Maximiliano perdiendo las últimas fichas que había jugado por Renata sobre que se olvidaría de él, como decía que estaba haciendo. La historia avanzaba, él, solo y enamorado quedó llorando entre las hojas otoñales que caían a su alrededor.



viernes, 10 de mayo de 2013

Derrumbado


No sentía temblar a la muralla mientras hablaba a medio hablar, hasta que alguien me interrogó "¿estás sintiendo el temblor?", lo negué, pero después mirándome, como hago tan poco, asenté lo anterior. Es que tal vez las moléculas estaba a los golpes limpios, con una bronca salida de su ADN y/o ARN(nunca entendí la diferencia) olvidándose de reproducirse y crecer permitiendo a mi organismo responder correctamente ante lo que estaba contando. Ya hace unas cuantas sombras convoco a mi historia a dialogar pero ya no están los protagonistas, los extra ni la escenografía haciéndola dar vueltas al vicio, pasear por el centro, ir de a compras llamando la atención del barrio: es la mujer idealizada por todos.

El ácido juega por un tobogán, el circulo se quema y la cara se desfigura. Quiero agua. Te quiero a vos.

El epílogo sabe jugar en los comienzos desenvolviéndose sin pudores acercando incertidumbres sobre la existencia: la angustia es interminable. Si no me dejan llegar al final, ¿puedo construir una historia? O seré una sangría entre tantos autos, ideas, contaminación y buenudos sin dirección. No me gusta que mi trama haya sido ser un descanso, o tan sólo un espacio en blanco ante tantas cosas que podría haber realizado: siendo quien soy, más lleno de matices de los que afirmo y niego, sostengo una lanza permanente hacia el punto flotante entre mitades. 

Quisiera no ser primo de nadie, ni sobrino tuyo: asumiría el riesgo de la soledad a cuestas antes que las maniobras recurrentes.

 Vos, si vos- ¿pensaste que me olvidé?-, merecerías, siendo el doble del autor que hoy no escribe, sino que escribió, que jamás escatime mis viscerales enojos: nunca te haría ése favor. Podría desaparecer. Perdón, me olvidé que ya lo hice, incluso en ese tiempo cuando te dabas vuelta en la cama. Recuerdo cómo contenía mi arco de flecha para no apuntarte directamente al corazón, quería culparme de todo y tu eras mi castigo. Eras un favor lanzado desde las nubes blancas que debía comprender, cuidar, amar, sostener, soportar, divertir mientras nadie me daba ni un pálida rima. 

Busqué los dobles de las sombras de mis pesadillas, las encontré abajo del zapato hincándome el devenir: terminé en la zanja escribiendo el peor texto desde que tengo memoria.


lunes, 6 de mayo de 2013

Abrigado de preguntas



Ando a los revolcones literarios, acariciando sangrías, poemas, mayúsculas. Miren a la minúscula haciéndose cadena; es una sinvergüenza. El punto es un buen divisor entre tanta verborragia. Con las dos piernas en simultaneo pateo este colchón de letras para definirte, hablarte, escribirte, soñarte pero no encuentro el ascensor que me lleve al estado literario más sutil, que está en el cuarto piso con camarones, champan y unas señoras luciendo tapado de piel que gotean "hija de puta... hija de puta... hija de puta"

Otra vez estoy pensando en vos entre algodones pegados con una cinta blanca que me quita hasta los últimos pelos. Pelado, casi sin lagrimales, olvidándote pero recordándote entre esos mentirosos olvidos: puertas que me conducen a ventanas que me hacen el vacío hacia una entrada horizontal, bajando la escalera converso con el diablo y acabo moreno.

¿Cuántas veces pienso en vos y vos en mí? Serían números, extremos dolorosos, a los cuales evito tocarles el hombro. Me perfumás las intenciones y me echas Raid en la cara. No puedo avanzar ni continuar con rollers que me hacen pasar de largo. ¿Por qué te pregunto tanto y me respondes tan poco? ¿Por qué yo te debo interrogar y tu nunca me consultas nada? ¿Acaso te gusta el juego de mesa periodista- famosa? Necesito que me des el vuelto. O una propina. Como última, si venís mal, escribime tu número en la servilleta y después arreglamos. ¿Usas whatsapp? 

Sé todo lo anterior pero lo tacho entre brazos que me reaniman el corazón, piernas que hacen pie sobre el otro pie, una panza poniéndose miel y un par de flores para atraer mariposas o algún insecto similar, los oídos escuchan lo que se les canta, mis ojos se rifan ante tu belleza. Me quiero negar ante tu negación.

Estaba bien tranquilo, ¿por qué me tuviste que mirar?, ¿quién me mandó a comprar esos boletos si podría haberme alquilado una buena película con una excelente pizza y sacarnos el cuero con la soledad?, ¿adónde estabas tres golpes de knockout atrás? No te habría costado nada acercarme una toalla. No puedo creer esa naturalidad en tu sonrisa, tu espíritu tan mágico y yo acá odiándome por haberme suicidado ante el homicidio de tu figura.  

No quiero. No puedo. Pero lo necesito. Te preciso. Te convoco. Te suplico. Te llamo. No me precisás. No me convocás. No me suplicás. No me llamás. Estoy. Estas. No estamos. ¿Me necesitas? Interesante interrogación. 

Me doy vuelta, me tapo con "Historias de Diván" y quiero soñar que no estoy tan loco. O al menos espero el turno con el psicólogo para ver qué opina. Yo me sugiero dormir pero este bullicio bailotea por debajo de mi almohada. Y todo suena fuerte, muy fuerte.