miércoles, 3 de agosto de 2011

El mago y la magia

Intenté como mago ser la casa, el hogar, el respaldo, el techo y el lugar donde crezca la magia. Sé que la pierdo. O quizá no. Qué sé yo. Ella crece sonriendo, hermosa y peculiar y no estoy sintiéndome parte de estas faceteas, porque veo que sin mí, sin la necesidad de mi varita mágica ella sigue creciendo y creciendo, mientras que mi galera se llena de tela de araña y no quiero más esta profesión.

¿ Cómo me puedo sentir si la única carta repetida en mi juego de cartas es la tristeza profunda? Mi fruto tomó vida propia después que mi amor la hiciera tener independencia, al menos eso creo, porque tal vez siempre fuí así, llena de júbilo, y quise ponerle mi autoria a un truco que me hizo aparecer en ese lugar que tan feliz me hacía. Perdí.

No tengo futuro, no tengo otra profesión porque el amor me hizo elegir un estilo de vida que creí mágica, pero la magia transformó todo los humos en aire frío e invernal. El traje se modificó en un calendario lento y perososo. La ansiedad mutó en cansancio y la elegancia se vistió de pobre. Estoy sin dinero, estoy sin profesión y amor.

¿ Dónde quedaron los hechos, dónde quedaron las palabras y dónde quedó la magia? Será que vivirá sola y sacando sonrisas a un público. Me dejaste sin trabajo y en ruinas, pero nunca te odiaré.

Intentaré hacer mi último truco para desaparecer y dejar de sufrir. Espero lograrlo.

Voy a desaparecer, voy a desaparece, voy a desaparec, voy a desapare, voy a desapar, voy a desapa, voy a desap, voy a desa, voy a des, voy a des, voy a de, voy a d, voy a, voy,

lunes, 25 de julio de 2011

Construcciones diarias

Creía en la obra de Picasso, en la melodía de Charly Garcia y en las metáforas de García Marquéz, y me quedé con en el pincel sin pelos, en el organito blanco de una octava componiendo palabras sin rimas, que no decían nada y lo perdían todo.

“No es droga mi bebé, es un poco de estimulante a mi piel, baila un poco de verde en mi estomago y se me ríe el amargado, ese que es uno y es él”. Graffiti en el asfalto sin forma ni palabra, aunque está el amor debajo de cada raya mal dibujada, de cada suciedad en el camino que permanerán juntas a lo largo de las historias que se confluyen en una, en la de siempre, la del ayer, la del minuto anterior, y la que se escribe después de apretar cada tecla.

Uno cree en la vida rosada, en la felicidad de todos los días, en el llanto seco y en los malos ratos enojados por no poder enojarse, pero es otra cosa el día a día, siendo éstos una construcción mancomunada, continuada y poco líneal que llevan a construir una estatua preciosa que será el recuerdo del hombre, mujer, cantante, poeta, escritor, albañil o abogado que permanecerá más allá de todo.

Creía que esta emoción mágica, la de mariposas en la panza, la cabeza en la luna y el corazón rojo de vergüenza, y en gran parte es así, pero en otra sección de la misma no, porque la mesa se mueve, las sillas se rompen y el semaforo parpadea guillos sin colores. Y caminás, andás, tropezás y dudás sobre si esto es el sentimiento deseado durante años, y claro que lo es, porque si seguís algún motivo tenés, ése que es interno, impercetible, sin dolores ni cosquillas pero que mueve motores. Es que no todos los días son construcciones magistrales, muchas veces pintas con barro y escribís con madera, pero lo haces, y formás cimientos que irán elevándose más y más.

No puedo seguir creyendo, sólo puedo seguir viviendo con esas incertidumbres que son extrañas, inmaginables pero que son los cordones de las zapatillas que van desajustadas pero que al atarlas un poco, y continuar te hacen saber que si cada día te caes, caes y volves a caer, y en el horizontal estás con más pinturas, más notas y más metáforas estás más cerca de tu obra magistral, esa que nadie olvidará, esa que quiero ver mientras camino y construyo la mía, la propia, la de siempre.

lunes, 4 de julio de 2011

El cambio ante lo ya escrito

En lo exiguo de una luz, en lo extenso de una sombra, en el color de un té con dos saquitos y en la fortaleza de su contenido doy por afirmar que nada permanece intacto, porque los encuentros entre dos elementos se dan por un tiempo, se saludan y cada uno emprende su camino solitario.


La vida de por sí es solitaria, los problemas son de uno, las alegrías la consigue la persona en cuestión, la tristeza es tela del ser humano y la araña es el tiempo que se aproxima a lo atemporal de una alma, que en primera persona busca una tercera y se pierde en los nudos de las baldosas y en los carteles de la ruta.


Pero sé que hay una luz detrás de mí, un foco en esta tasa y un rincón limpio en mi habitación. Hoy aprendí que somos seres individualistas pero que al momento de cumplir lo que estamos predestinados a ser,la unión generará huellas que serán el paso realizado y el camino por andar; que seremos una sola persona en donde se fusionarán dos corazones, se preparará una nueva sangre enamorada y lista para que sigamos siendo humanos solitarios pero complementados con otro contrapunto, ese que no deja lugar a los interrogantes y a los miedos de saber que al fin y al cabo todo llevará al mismo final: una vida transcurrida con el amor de la vida.


Todo cambia en nuestro existir cuando un poeta inspirado escribió su mejor verso en una parte de la piel que se estaba por secar ante la ausencia de besos mojados y embebidos de pasión y sentimientos descontrolados. Lo peculiar que este escritor es que se inspiró de una manera imposible de calcular en cada una las personas, y ninguna historia se podrían asemejar ni comparar porque cada una tiene una trama diferente, pero el mismo final: la felicidad

sábado, 28 de mayo de 2011

La bomba en mis arrugas

Son de esos días, viste, que cada baldosa de tierra es barro que cuando avanzas te hundís. Hoy estoy así: hundido, bajo una cascada que me tira toneladas de agua sobre las pestañas no permitiéndome ver el sol, ése que necesito para que me caliente el cuerpo que ya se empezó a arrugar.

Hoy caen correlativamente, como en el domino, cada pensamiento negativo en todos los minutos que respiro despierto. Todo parece acumularse en la pileta que no tiene ningún orificio de salida: se acumula más y más material, que sólo hace deprimirme en demasía; es ahogarme en cuestiones de la cotidianidad pero que por estar todo en un sólo montón supera el alto de la pileta y rebalsa para todos lados no dejándome obtener el aire para mis pulmones.

Siento que tengo todas las herramientas como para llevarme el mundo por delante pero me caigo en el lodo y no tengo ninguna mano cerca- o al menos visible - por delante del agua oscura, el cual llama a mis ojos solicitándole más agua mediante la creación de lágrimas que son fáciles de producir ante mi situación interna: a punto de explotar y no saber para qué lado reventar, teniendo una bomba en mi interior pero sin querer lastimar a nadie cercano, por ello prefiero inmolarme en mis males, dejarme morir; sacrificarme por vos y ellos.

Ya veré cómo muero, si me dejo ahogar interna o externamente, ya que no quiero encontrarme con nadie allá abajo, tan sólo quiero que mi cabeza vea el fondo, los ojos rocen lo que ya el corazón acaració y chocó y que la inteligencia o la urgencia decida qué hacer con el explosivo que está apunto de retumbar dentro de un cuerpo que de tan arrugado se desintegrará tan rápido al estar en la extrema soledad nadie se dará cuenta. Sólo pido un público que me recuerde entero porque en la realidad me encontraré desecho pero la esencia seguirá escuchando y hablando atentamente

jueves, 14 de abril de 2011

Esta noche quiero ser

Me siento sólo y sé porqué es. Uno cree que abandona pero es abandonado, pensás que dejás de ver y en realidad, dejaste de ser visto. Me pasó. Creí que había abandonado a la escritura y ella muy sutilmente se desprendió de mi ser, sin avisar, tan sólo golpeándome de una manera que el ruido llegó a mí un tiempo después. Acá estoy, aturdido y solo como otras veces, ya que cuando la soledad llega, cuando todo parece acabar, aparece la escritura para sacarme del precipicio.


Le dediqué todo mi aire al amor de mi vida, escribí varios cuentos, hice el amague con continuar las novelas y tengo veinte cuentos sobre el escritorio saltándome sobre el mouse en desuso, gritándome que los complete. Pobres. Aunque basta, que se callen. Vengo caminando por este campo blanco clavando estacas e intentándome quedar a descansar en alguna, pero todas se quiebran, se hunden, pasan de largo o el suelo es muy duro y rebotan . Típico.


Me encuentro solo navegando con los saquitos de té en una marea oscura y mi ser no visto es el ser que veo, es el ser que me hace vivir, es el ser que me hace ser pero que no se ve. ¿Entendió? Estando a oscuras, riéndome con la soledad y guiñándole al calor del hogar, realmente soy yo. Pienso en ella, en mí, y me termino estrujando el cerebro a tal punto que queda delirando, y por ello escucho al corazón, pero está enamorado y ya dejó de darme charla, por consiguiente, le doy vida al ser oculto, al ser solitario, al ser que me hace ser sensible y escritor.


Qué lindo dejar de pensar con la cabeza, y dejar de sentir con el corazón, me hace bien porque soy; un ser pensante, un ser emocional deja de ser porque se oculta en cuestiones superficiales, banales y por vergüenza a ser incoherente o no aceptado desaparece. Vení ser, y sé vos como me enseñaste cuando fuí yo antes de sentir y pensar. Quiero correr, quiero llorar, quiero irme y lo haré porque no pienso ni siento nada esta noche, y es mi destino, vivir esta noche eternarmente porque un ser no siente, no piensa, ni vive en el tiempo.


Se acabó la cal, se me perdió la pala, me cansé y me voy.

viernes, 18 de marzo de 2011

El camino hacia tu casa

Cuando las ideas no se evaporizan e ingresan por la nariz generándome un estado subconciente, hay que hablar con el corazón al menos eso marca la razón, que en un punto ingresa en la contradicción. Sobre esta puntuación sobre la que no voy a hacerme eco, pero sí escribiré sobre otra perspectiva escuchando un sonido que no retumba, simplemente suena.


En la exageración de este sentimiento voy tocando estrellas en la inmensidad de tu cielo, voy navegando; voy flotando. Me dejo llevar, me dejo sentir: algo que había olvidado en el fondo de esta marea. Quiero apropiarme de este momento y usarlo cuando lo pierda, quiero perderlo para volverlo a ganar. Quiero, al caminar sobre baldosas verdes, bien por el costado del ferrocarril y mientras mis perras van y vienen, imaginarte que salís por aquel horizonte y me sonreís cuando me ves.


¡ Uh!, ¿ te acordás?


Si nadie te ha mencionado lo linda, tierna, suave, eficaz, compañera, carismática que sos, no te tiene que importar porque yo te lo asevero con un escribano de un cuento de amor y con la credibilidad de mi corazón. Te conozco más que nadie y me gusta detenerme en esos pueblos y vivir allí, leyendo lo corto que se quedan las terminologías que te intentan graficar, siendo estos individuos de traje y zapatos tan ilusos, porque a vos no te tienen que describir, sino te tienen que vivir.


Al vivir en vos, vivo; no siento que vivo amor, leíste bien, ¡vivo! A ese respirar que me otorgás, te lo devuelvo cuando al verte me quedo sin aire.


Con vos cambian las definiciones y el ángulo de mirada de las mismas palabras. Fracazar es volver a caminar. Fracazar es caer, pero sobre un resorte y volver a la vertical.


Ni el reflejo de mi mirada en un espejo imaginario, menos el sudor de mis manos, tampoco la revolución interna y ni siquiera mi desesperación por mirar el complemento de mi ser, pueden entender lo que siento, que a veces no puedo dejar de sentir. Todo es cuestión de tiempo para olvidar la añoranza porque al fin y al cabo, ésta se hará presente y para esperar la metámorfosis vivo en el pasado, en aquellas hojas de tanto amor ya escritas, deteniéndome en puntos y comas. Re- releo mensajes dándole un significado que me quite una ilusión más, sumándose a todas aquellas que ya me robaste y me devolviste transformadas en flores. Bailo con la dama de la historia, esperando que el hoy no sea mañana, y cuando hoy sea hoy te encontraré en mi plenitud y júbilo.


Desde que bailamos, desde que tomaste mi mano cuando estabas sentada esperándome no te suelto, podrás volar, podrás soñar, podrás guiñarle el ojo a alguna amiga para reírte, pero estoy a tu lado. No sé cuánto resistiremos este ritmo, quizás nos balanciemos hacia algún costado pero creo en nuestra inteligencia de saber cuándo sentarnos a descansar, y le pediré el mozo una agua saborizada . Te regalo mi tiempo, te dono mis espacios, te ofresco mi camino, te doy mis piernas y positivismo, me doy entero e incompleto, soy así: como me descubriste y como me encuentro cuando estoy sumido en mí.


Con virtudes y varios defectos; con tantas alegrías y algunas molestías que se borrarán en un par de pasos más; con seguridad, firmeza; con equivocaciones, con errores que me hicieron odiarme pero que al sentirme así, tan disminuido me recuperé para ser el mejor hombre; con zapatillas rojas, con una remera clara y jeen; con el pelo lacio, unos granos y dos ojos verdes; con chistes improvisados; con feas imitaciones; conmigo mismo voy, caminando apresurado en un camino largo, y mientras lo hago, voy leyendo carteles escritos por mi cerebro de frases que te podría dedicar y que están bien remarcados con un fibrón negro e insolubre. También, pienso qué palabras te podrían gustar o sobre qué regalarte; avanzo tan pero tan ingenuamente, sintiéndome desnudo y permeable, pero así voy caminando hacia vos, sin pudor alguno.


Bancá amor, estoy llegando...

miércoles, 16 de marzo de 2011

Contra la pared

Me siento, me paro y me vuelvo a sentar. Grrr, me duele todo. ¿Por qué siempre pasa lo mismo? , acaso, ¿nunca pueden armarse un banco un poco más cómodo que no sume más dolor al que ya tengo?. Me voy caminando, pisando baldosa por baldosa, bien lentamente porque no quiero llegar a esa esquina porque me alejo, no obstante, de la puerta noticiosa, pero lo hago porque necesito aliviar la presión de la sangre que no puede circular como corresponde por mis piernas. Me apoyo sobre el filo que unen dos paredes blancas, similar a las demás que rodean a una habitación naturalmente solitaria y que apesar de estar presente, parece que cada vez te deja y se deja más solitariamente.

-Dame agua...
-No tengo sed,¡salí!
-Dame un abrazo...
-¡Nooo!, correte mirá si viene.

No sé qué hacer, alguien me puede decir qué sentir: ¿me voy o me quedo?; ¿pienso en positivo o hago silencio?. Hojas, anotador y lapícera me podrían responder,¿ no? Les agradezcería, les recompensaría con mi vida.

-¿Qué? ¿Estás loco?
-Yo de acá no me muevo.
-¿Comer? Pero si no tengo hambre
-¿Qué me tranquilice? Pero...¿qué me pedís? ¡Andate!
-Vení.

Ojeo con un ojo, me cierro el otro, me doy vuelta, camino un poco más allá y giro otra vez hacia esa puerta para estar aún bien en frente de élla y llegar hasta donde quiero me llevaría escasos segundos. Julía está sobre un calefactor que vacaciona en verano y Horacio ocupa ese incómodo banco que dejé, por consiguiente tengo el camino libre para correr con celeridad hasta el otro extremo limpiando mis oídos, hablándole al superior, apretando manos ajenas y sencándome la transpiración.
La puerta se abre, empiezo a correr pero el que aparece es el cielo completamente celeste. Pego la vuelta, rascándome la nariz no soportando más este olor, acaso, ¿ésto que huelo es salud? Qué desesperanza que apareciste cielo, pero al fin y cabo, me diste más segundos, minutos, horas o días para pensar en pensamientos ya pensados, en conclusiones inconclusas y en sentimientos irracionales. Al lado, acá, también apoyado contra la pared viendo cómo escribo, está la contradicción.
A ver que saque este celular del bolsillo izquierdo porque me llega un mensaje...emm. Es mi casa diciéndome que me extraña. Pobre, hace tanto que no voy para allá, pero no puedo y ojalá que cuando regrese lo haga acompañado. Me auto-prometo, me auto-consuelo, e auto-inscruto en un sueño pidiéndole que me lleve, que en su nave me saque de la realidad blanca, celeste y otra vez, blanca. El sol no ingresa a este reducto. Llueve sin llover, cae agua sobre mi espalda y me resbala los pies pero afuera, aseguran, está despejado. Qué es la libertad cuando estamos atados a la emoción, cuán libres somos cuando tiramos un ancla a otro corazón para acercarlo al nuestro y cuando su sangre es la mía; acaso importa la libertad individual cuando está la grupal, la de dos, la de dos por dos ó dos por mil. Elegí ser preso de mi emoción, fuí a la cárcel gustoso pero nunca pensé que ese guardiacarcel se iba a enfermar, que me iba a dejar sin comida y sin su vestimenta.
Acá, si acá, el tiempo es la cantidad de pulsaciones que impulsa el corazón, pero es desproporcional, ya que, a mayor cantidad de pulsaciones más lento corre el tiempo y viceversa. Lo que hagas en él, es cosa de cada uno; por ejemplo, Julia se fue a la capilla y Horacio duerme semiacostado en el sillón(¿cómo hace?). ¿Yo? Me chequeo el ritmo cardíaco y está demasiado elevado; tiempo que te atás a las ataduras del dolor. Rebundancia que te tejés en dudas y ya no sabés cuándo si y cuándo no vales la rebundacia. Es una constante ahora que ante circunstancias tan homógeneas que espero siempre lo mismo y todo lo demás puede esperar: dormir, comer, beber, fumar, nada es primordial porque para que el cerebro empiece a emitir ordenes para la ejecución de dichas satisfacciones, primero debe escuchar la palabra clave en un cierto tono de voz y el tiempo debe volver a sincronizarse con el biólogico.
Qué sed, pero que ahogado que estoy.
Pienso, razono un poco con algunos cables que no fueron afectado por el agua. Creo que vivo en una casa; esa casa imaginaria donde quiero reunir ciertas personas y emociones que no quiero dejar escapar, pero se me van porque su construcción no es perfecta como la creadora de ésta. El que hoy también está en el cuarto blanco pero escondido, porque contrastaría mucho con el fondo, fue el que tocó la puerta que ella abrió y apesar de que no fuí yo el encargado de hacerlo me retumbo el golpe porque cuando ésta viene, lleva a ciertas personas y las que deja, las lleva también, robándole lo interno, dejando lo inútil de la materia, que no tiene profesor que la dicte.
Dejo de navegar por ríos internos, desembarco otra vez en la tierra movedisa y hago equilibrio simplemente para poder llegar a la puerta, sentir un poco de viento y sostener permanentemente a unas pocas palabras: ése es mi mayor deseo, que alguien lea esto y me los cumpla, ¿ si? Qué angustia sentir que nuestra vida no depende de nosotros, sino de quién abra la puerta y de cuánto metal tengamos internamente, lo cual nos lo debe informar otra persona que sea especialista en el tema. Esta vida es bastante burocrática, lleno de formularios, que cuando lo terminás por completarlos se te fue el regalo que fuíste a retirar; es una promesa constante de que detrás de cada papel que te entregan te vas a poder ir a disfrutarlo y no, porque aparecen, aparecen y aparecen más hojas. Sólo salís un rato de la oficina a comprar lápiceras que para colmo debés pagar vos. Ya es el colmo.
¡Ay, pará!. ¿Cómo hago para correr más rápido?. Me tropiezo y golpeo pero no siento nada, se acerca Horacio y Julia y rodeamos al doctor que con cierta resignación debajo de la chaquetilla blanca nos está por decir algo: “ hicimos todo lo posible, pero la paciente no resistió a las intervenciones. Lo lamento”. Qué dolor, qué resignación. Dejo todo acá, se acabó esta crónica porque sobre la muerte tenía dos teorías la primera es de Mario Benedetti: "después de todo la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida", y la segunda era la mía: “la muerte es aquel individuo que te toma de la camiseta, te jala hacia atrás haciéndote perder la estabilidad; te caes, te confinas entre baldosas y él toma velocidad para ganarte de mano. Más allá, mucho más allá está, pero abriéndote una puerta para que sigas adelante. Levantate y caminá porque la puerta está abierta y se abrió con la llave de la muerte, que aunque es diferente y poco convencional permitió otorgarte vida. Más acá, mucho más acá está la vida para curarte las heridas de la caída y vivir, que es lo que realmente vale la pena”. De nada me sirve el palabrerío fácil, que transcribo cuando vuelvo a mi hogar en el fondo del colectivo azul, no quiero ni resisto leer estas hojas porque nadie puede entender el verdadero dolor de perder la compañía y más por culpa de uno. No debí entrar a bañarme en ese momento que ella abrió esa puerta, que debí haber realizado yo, por ello cierro todas las puertas que no voy a volver a abrir. Le cierro la puerta a la escritura improvisada. Le cierro la puerta a lo blanco y negro. Le cierro la puerta a esta puerta que me conectaba con una ruta que compartía con el amor de mi vida. Hoy me sobra media calzada, hoy me falta compañía porque lo oscuro se llevó lo claro, se robó mi luz y me dejó apagado. Me encierro en la totalidad de esta casa para acaparar más oscuridad y esperar que me llame la puerta y sentir, que de una vez por todas, llegó el alivio, y así poco a poco me apagaré, lo cual me llevará a chocarme ,otra vez, contra la pared.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Arquitecto de rutas del tiempo

Eres mi puerta y ventana: eres mi mejor salida y entrada”


Este es un amor de primavera, de flores nacientes, cielos celestes y soles bellos. Amor de silencios, represiones y secundaria a destiempo. Amor de bancos, sillas, profesores y esquinas, ésas que los separaban pero que los unía una amistad cruel y hermosa.

Esta historia es entre Carolina y ese chico sin nombre, que nadie escribió, que todos olvidaron. Él enamorado de su amiga que conoció con escasos años y conocimientos, pero que le iluminó campos, caminos y senderos. Hay amores que quieren hacer caso omiso a la caída de la arena, se sostienen con ávidez entre piedritas, pero cuando el cinto no se sujeta a las circunstancias, éstas se caen como tantas veces se le cayeron a él porque las sujetaba con las manos, pero que al estar sudorosas y doloridas, no soportaron más y las liberaba por excasos minutos hasta que retomaba la fuerza necesaria.

El amor no se puede guardar en cajones, no se puede utilizar para otra cosa ni persona y sólo encaja ahí, en ese corazón del cual se enamora. Cuando intentás esconderlo, solo lo acumulás para acrecentarlo más y más y se empieza a escapar en miradas, silencios e indirectas, por ello él prefirió muchas veces escaparse aunque nunca pudo hacerlo fehacientemente porque significaba su sueño, sus ganas y el costo del peaje hacia el futuro, pero el tiempo que, es cruel y sabio, se hizo desear. Qué linda que era, qué bella adolescente, y qué gran persona, no era para menos su enamoramiento: dejó sonrisas en su camino, chistes en el viento, complicadades en sus ojos, palabras de amor en su garganta y aire en sus frustados abrazos, mientras los labios se mordían entre sí. Cuánto le costaba tenerla tan cerca y lo mataban sus cariños amistosos

Además él tenía un marco, un contexto bastante complicado: su familia con constantes problemas, era discriminado, no tenía prácticamente amigos pero ella a todo podía porque le dibujaba pensamientos, le borraba la realidad cambiándole la hoja y subrayaba su amor para que un libro, que hoy leo, la vea a ella y sobrepase las dificultades. Amor fuera de tiempo, amor a destiempo.

Carolina era soltera, él también pero por rutas paralelas y así fueron andando cada uno en su camino, juntos pero separados, amistad de élla; amistad y amor por parte del sin nombre. Un amor a bocas cerradas, a dientes apretados y sólo esa habitación que muchas veces lo vio llorar sabía que el amor oxigenaba su piel. El tiempo que avanzó como un sopetón y se estiró: ya en tiempos facultativos, de responsabilidades en el maletín e insomnio en la vista pero con amor en el corazón, ése que nunca se fue pero se iba resguardando mediante la preparación de su cama para dormir para siempre, ya que era invierno y circulaba julio por el calendario; pero saltó la sorpresa y él saltó de su cama, élla se empezó a confundir, con o sin intención, y creyó que lo correcto era cruzar caminos, hacerse perpendicularles. Por diversas circunstancias el trazado se demoró en diseñar, principalmente por la incertidumbre del arquitecto que tanto tiempo se fijó si tenía todos los instrumentos consigo mismo, pero llegado el momento de la construcción algo lo hizo dudar, aunque finalmente lo diseñó para que confluyeran las rutas un 30 de septiembre, en los despertales de la primavera, cuando el minutero se enamoró del segundero, cuando el tiempo se acarameló y el silencio se hizo palabra, las indirectas en directas y el aire en ella; todo comenzó, ¡qué hermoso !Un beso dejaba atrás esa historia para que una unión que duró sus interesantes segundos abandonó los años sin dificultad, y el camino se hizo común para los dos.

Hoy ya van casi cinco meses de un amor inexplicabe, osado, envidiado y recomendado. Hoy están juntos, en los días se ven y en la noche se encuentran y se escriben en canciones y cartas. Se aman, se extrañan y se disfrutan. Ahora está más hermosa que nunca, siendo una mujer completa desde adentro y afuera y no perdiendo nunca su esencia, y él cambió en demasía y su vida dio un giro intempestivo desde que el polen llegó a la flor.

Carolina le regala una “M” y se empieza a escribir un nombre, con un pasado dispar en elecciones, un presente enamorados y un futuro que siempre escribirá en el vacío del apellido: te amo mucho.

lunes, 21 de febrero de 2011

Cinco minutos

Cinco minutos, cuatro minutos cincuenta y nueve segundos, cuatro minutos cincuenta y ocho segundos. ¿ Para que tantos cables para un televisor que apenas se ve? Pared blanca, techo blanco. Las ventanas se fugaron. El sol explotó. Cuatro minutos, cincuenta y dos segundos. El norte se pierde en esta cama incómoda, dura y hostil que no me deja parar, me abraza y debilita. Hace días que no siento sed y hambre ni me levanto al baño, ni recuerdo lo que es caminar. Silencio que se adueña, que se sienta a mi lado y no lo puedo echar porque no le puedo hablar al tener la lengua dormida y los dientes enamorados, acaramelados y unidos formándose una pared blanca que se asemeja a las cuatros que practicámente me aprietan.
Tengo imágenes, tengo concentración a tal punto que sé que ahora estoy en cuatro minutos y treinta segundos sin tener un reloj que me ayude a tener la exactitud. A veintenueve, veintiocho, veinteseis, venticinco segundos de llegar a los cuatro minutos exactos. Las fotos me sostienen despierto y la melancolía pega los párpados en la piel superior. Los bomberos se han reído tiempo atrás cuando les dije que tenía un incendio interior, que algo ardía porque sentía un olor insoportable a quemado constantemente, que revisé toda mi casa y no; era adentro. Sin sangre, sin calma, sin agua y un viento, de los comunes, fue determinante para comenzar la llamareda que fue intermitente, a tal punto que no siento nada: se quemó todo. Estoy, me fui, estoy, me voy.
¿Qué escribí recién? Ah que me voy: parádoja si las hay porque no me voy si no me puedo mover, que me llevarán eso sí, pero si me preguntás a dónde no tengo idea pero me moverán para algún lado de esos que nadie revisa, donde la sombra se asusta ante tanta oscuridad. Las religiones insisten en una nueva vida o la eternidad, gracias pero paso; además vaya a saber dónde está mi alma: ¿la tengo aún?, ¿habrá resistido al incendio?, es más, ¿ alguna vez la tuve? Todo se reduce a una fe incomensurable de la cual no me puedo alimentar porque me quedé sin estómago y ganas a tan sólo tres minutos.
Una cruz barnizada al frente de mi cama parece mirarme- y, ¿cuidarme?- la cual es lavada con lágrimas de familiares desesperados que le ruegan y por suerte mi ADN no forma parte de la humedad de esa madera, esa béndita humedad que tan pesada puso mi propia cruz. Cuello duro, pelo grasoso y escoliosis; cambio de lugar la cruz que hasta duerme conmigo, ¡ máldita!. Para colmo hay algunos que le clavan más culpas, miserias y huecos a mi karma y compañera fiel desde hace años pero que va por detrás rayando el camino y cuando es momento de volver a pasar por la ruta ya está poseada.
Dos minutos y medio y corre: veintinueve, veintiocho, falta menos. Me dio claustrofobia ante tantas puertas abiertas, me perdí con el mapa y la previsión. Pasé del patio al departamento através de la ventana, y de allí al patio por ese minúsculo espacio cuando tenía a la derecha e izquierda una puerta de cada lado para ir y volver cuantas veces quisiera y sin la necesidad de lastimarme o exigirme al máximo. Faltan dos minutos y diesieste segundos. Diesiete, la desgracia. Desgraciado fui en el amor que exponenció tanto las buenas como las malas emociones. Tan felíz fuí cuando amé, cuando ella me hacía sonreír y desdibujaba cualquier ojera, dolor y sueño facial; extraño esos abrazos que ya no puedo llamar, que como una vela ante la ausencia de luz natural y artificial se fue apagando ante su propia cera que la ahogó y un hilo que resistió hasta que se incendió; mi propia culpa me va afixiando y el hilo del corazón se va extinguiendo, a tal punto que le quedan dos minutos de vida. Ay, qué dolor cuando la veía mal, cómo me mató la indiferencia esa que te muestra la espalda constantemente, como si la tuviese linda. Me enojaba el triple con ella que con cualquier familiar, amigo o conocido simplemente porque la amé.¡ Oh! esta costumbre de hacerme el estúpido es parte de la cera que quema.
Críticos putos de la Real Academia, que se adueñan de lo indueñable que son las palabras, que creen tener la capacidad de dictaminar qué es literatura y qué no, porqué no le dejan esa tarea al lector que sabrá decir si esto es un cuento o no. ¡Ay! ¿llego?; ¿llegó? A éllos va dirigidos, a ese público está escrito porque el personaje, el problema y la solución al problema interno y externo está ahí, en vos. No seas obstinado, no porfíes. No voy a pelear en el último minuto de vida, en el cual recuerdo un cuento que alguna vez me contaron el cual de la tinta a la hora estuvo a escasos metros y sucedió.
Qué raro me siento y también no es para menos, si no veo el televisor. Viste, les dije a los técnicos vestidos de blanco que eran demasiados cables, que iba a haber interferencia. Qué aburrimiento, me quedo sin ver la pantalla y sólo visualizo a estas cariñosas paredes que me abrazan. Todo es blanco, pero es bueno eh, porque ya me cansaba lo oscuro, lo sombrío. Quince, catorce, trece, doce, once segundos. Los dedos se besan fuertemente y se afierran entre sí como pueden, la poca sangre que están en mi dedos se forman en dados que juegan al azar, y me voy transformando en arena del desierto. Cinco segundos, el televisor pierde la señal definitiva y se forma una línea recta, cuatro, tres, dos, uno y sí, nunca me lleve bien con la matemática.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Enrique

Vivir no es el camino, sino sentir que caminás hacia la vida”

Enrique, con su barba blanca de días sin afeitar y su pelo hacia la derecha camina lento mientras observa a su alrededor cada uno de los pasos que ha realizado que se han grabado en la tierra, esa arena fina, que más allá de los vientos, lluvias y tormentas permanecen intactos, en donde también hay pozos que de memoria evita, pasándolos por el lado deslizando una rápida pero sonrisa al fin que nuevamente se repite al verse reflejando en un estanque, viendo en reflejo del agua a un pequeño con pies descalzos corriendo en el medio de los viñales antes que el sol cortara la inspiración de un niño, ésa mágica creación de juegos con nulos elementos y con un sólo ingrediente: las ganas de divertirse.

Sigue su caminata hacia el viñedo, toma una plata observándola con añoranza y sabiduria, sostiene una de sus hojas, la acaricia con el dedo pulgar de arriba hacia abajo sintiendo en ella parte de su vida, más alla de la rigurosidad que tiene la misma. Camina en línea recta como el alambre que sostienen las plantas, mientras sus pies se hunden en la tierra labrada, la cual por los últimos calores está algo seca y visualiza otra, la cual está infectadas por las plagas pero sigue sosteniéndose, esperando que el sol le de las fuerzas necesarias para sobreponerse y dar los frutos que su dueño tanto anhela; él que compara esta situación con la vida donde había pequeñas cosas que lo sostenían como podían de pie, quizá con el sacrificio de tomar médidas extremas y enfríarse lo más que podía cuando el sol quemaba, situación que pudo haberse vuelto un hábito apesar de que en muchos días las nubes marcaban presente y trabajaban, dejándole el lugar después a la luna pero continuaba manteniéndose frío internamente.

Retrocede, avanza. Pierde, gana. Recuerda, camina. Vive.

Vuelve hacia el hogar y antes de entrar por la puerta blanca de vidrio, se saca con un borde el barro de sus zapatos dañados, ingresa y se dirige a la cocina. Enrique se apoya sobre la mesada, no ve el mate ni el azucar. Piensa y alrededor hay un vacio que no le sorprende ni le llama la atención. Las ventanas están cerradas; los roperos se encuentran ocupados con menor cantidad de ropa; los colchones están desnudos y el olor a encierro es insoportable, agregándose al polvillo reinante en el aire. Apesar de todo su pensamiento no se inmuta en el marco de una concentración exquísita que lo mantiene apoyado y balanceando levemente su espalda hacia adelante. El silencio no le habla ni lo distrae porque le pasa desapercibido por delante, atrás y el costado, que siente que ya no siente lo que sabía sentir antes pero no sabe si esa sensación que siente es realidad o una creación de su mente que consigue una paz insusitada saliendo constantemente de los múltiples bolsillos del jardinero marrón claro que lleva puesto.

En esa casa no hay hora, no existe la obligación, la pereza ni el apuro, por consiguiente estuvo mucho tiempo en la posición antes mencionada. Sale por la puerta de atrás, camina por un jardín con rosas blancas y rojas y dando una corta vuelta regresa nuevamente a la puerta blanca, en donde se vuelve a quitar el barro e ingresa, pero esta vez las ventanas están abiertas, corre un aire fresco y hay nuevos integrantes, que no viven ahí. Todos pasan, chequean que todo este bien mientras otros pasan la escoba, acomodan los cuadros y limpian los vidrios. Enrique observa como se perdió el silencio, como hay dentro suyo otro recuerdo muy grande y una necesidad imperiosa que fracazará en el corto plazo, sólo debe esperar un poco más en la cocina hasta que alguien se mude con él, pero sabe que demorará en llegar los nuevos moradores porque hay que sacrificarse en demasía para pagar el alquiler.

Acá estoy corriendo la mesa, viendo que la mesada está algo sucia y me dirijo a limpiarla aunque pienso rápidamente que lo puede hacer Enrique pero al razonar lo hago personalmente.Lo acompaño y me acompaña; está, estoy; vive y me ilusiona en que alguna vez yo viviré.


jueves, 3 de febrero de 2011

El ropero del futuro

Pobre. Da lástima. ¿ Y ahora? Es lamentable la situación que enfrenta Benjamín a quien todos le auguran un buen futuro, prospero y lleno de felicidad, pero él siente no saber qué hacer con el presente. No le importa qué pasará mañana si el hoy le resulta oscuro, en donde la razón se le escapa de la cabeza y la desesperación ocupa el lugar dejado por los pensamientos que en fila militar caminan alejándose de manera elegante pero con el cuerpo transpirado, escondiendo el miedo.

Benjamín vive constantemente cerrando las amplias ventanas que con celeridad abre los ventorrales del pasado donde ingresan y se sientan en la mesa, mientras que el presente encera los pisos. El día no termina con esa luna tapada con nubes blancas porque el sol se tomó vacaciones veraniegas y la luna lo reemplaza constantemente.

¡ Cuídado se te está incendiado la biblioteca!, le grita un vecino de la parte superior del edificio ,antiguo y con historias por contar, al escuchar ése grito sale corriendo hacia el cuarto de los libros, observa con los ojos bien abiertos, lejos de quedar estupefacto busca raudamente agua en la canilla del baño, dándose cuenta que se acabo el insumo que el futuro le prometió que recompondría cuando tuviese tiempo. Todo está en el futuro, todo no está en el presente, en realidad no tiene nada. ¿ Para qué mentir? ¿ No era así Benja?

Él lamenta toda la situación, no por el fuego que el mañana le prometió que se extinguiría cuando no haya más hojas ni madera por consumir, sino porque se olvidó de leerse a sí mismo en tantos libros publicados y ninguno leído por su propio autor. Dedicó su vida a enseñar caminos, a despolvorar historias guardadas por años en los interiores del ser para que él pueda ser arreglado, habló sobre la importancia del amor, la amistad y familia. ¿ Se acordará sobre el libro de la risa, el autoestima y el bienestar? Vaya a saber uno. No se leyó y se perdió, escribió a los demás pero no escribió a sí mismo.

No duerme, no come, no bebe, no fuma ni escribe. Sólo camina y mira un reloj que apesar de tener pilas no giran sus agujas. No tiene vida porque el presente es la lismona de su futuro, ésa promesa que le hicieron el cual hace olvidar sus necesidades primarias, secundarias y terciarias. Al moverse hace cansar un poco a la desesparación que le deja de murmurar constanmente, lo cual permite estar más tranquilo. Caminó, caminó y caminó hasta que logró una tranquilidad nunca conseguida en los últimos tiempos y un soldadito de batalla de la sabiduria, que escondido detrás de los miedos tiró una idea, la cual ante la falta de otros proyectos fue acatado por un cerebro que tuvo una pequeña dosis de cordura.

Benjamín a pasos apresurados se dirigió al antiguo ropero de su habitación antes que la media azul que ataba la ventana de su cuarto no soportara los fuertes vientos del pasado y nuevamente volviera a ingresar ese aire que lo marearía. Al momento de abrir las puertas de su ropero y meterse allá adentro, justo la ventana se abrió y el viento velozmente disparó contra el centro de la casa pero él llegó antes a cerrar la puerta de su nuevo refugio, el cual no tenía agujeros ni espacio suficiente para que ingrese el aire, por ello tampoco tenía suficiente ventilación para poder respirar durante mucho tiempo, tan sólo aguantaría lo que duraría una vela en una cena romántica. El ayer buscó, urgó y no encontró a nadie a quién torturar, el presente se resbaló a si mismo con el piso y el futuro llegó, al igual que Benjamín. Sí llegó, no en cuerpo pero sí en pensamientos, donde todo está en calma y donde el tiempo se desplaza durante veinticuatro horas y termina el día, lo cual es suficiente como para leer lo que escribí varias veces, pero que esta vez lo leo, porque yo mismo me escribí el futuro pero al no leerme desconocía qué pasaría después del hoy, creyendo que mediante Benjamín podía cambiar el futuro o las relaciones de los demás con el mundo pero era simplemente me redactaba letra a letra, centímetro a centímetro lo que vendría en mi vida, quizás siendo un excelente redactor mediante los dedos de él pero un muy mal lector con sus ojos, por ello si me hubiese leído habría escapado de esa pesadilla antes, pero todo llega tal cual me prometí a mi mismo, ya que este futuro ya lo viví y lo escribí en unas hojas que se han transformado en humo despertando un soldado que solito peleó contra la locura.


martes, 1 de febrero de 2011

El norte del ser

Sucede que muchas veces todo deja de funcionar, en donde las agujas del reloj pierden la noción de dónde están los números y giran intempestivamente de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. El suelo se hace barro, el barro en lodo y el lodo en arena movediza. El vaso con agua te ahoga y la molestia se hace enfermedad, acompañada por una melodía que perdió el compás. Los sueños que formaban fila para pasar por el ropero, ponerse la camiseta de la realidad dejando las pantuflas y el gorro con el pompom provenientes de un largo sueño, retroceden nuevamente a sus camas.


Los momentos, las etapas, las circunstancias y la vida en general no siempren tienen claro su norte, no sabés hacia dónde ir y todo te parece que te embarra más y que la tierra te traga sin piedad haciendo perder la esperanza; situación que puede verse empeorada cuando no sabés quién se cae con vos y quién se anima a tocar fondo a tu par.


Leía tiempo atrás a un reconocido personaje de los medios que habla sobre la espiritualidad sobre que logramos ser felices cuando no dependemos de otra persona, cuando vemos que nuestro ser es independiente y tenemos que confiar en él. En éste análisis disiento totalmente. Para mí ningún ser es independiente, partiendo desde que cualquier persona es un ser social que nace en el seno de una familia, que después mediante la educación incurciona en nuevos grupos humanos y más tarde llegará integrarse con la sociedad mediante el barrio, la facultad, el trabajo, etc.


Sostengo que las personas pueden ser felices, en su totalidad cuando consiguen a las personas que van a estar siempre, los cuales soportartarán cada uno de tus defectos y no intentándote cambiar constamente características propias que no son de las más preferidas por el mundo ajeno. Por ello, el ser encontrará su plenitud y su norte cuando consiga una prolongación de sí mismo en el otro.

Duele vivir con un grupo de personas que te critica, ataca o sugiere de mal forma que dejés de ser así, asumiendo en primera parte que es fácil cambiar, después ignorando que hay aspectos de la vida pasada que han afectado para que seas de tal forma y cegando características tuyas favorables, lindas y rescatables.


¿ Cuántas personas son incondicionales?, ¿ cómo sos vos?, ¿ te pusiste a pensar? Quizás con el uso de las indirectas o bromas herís a la persona que querés o amás. ¿ Qué necesidad de machacar constamente sobre los errores? Basta de buscar la perfección en la otra persona, velemos sobre levantarnos y caernos al mismo tiempo con la persona que elegimos pasar nuestra vida, con nuestros familiares más cercanos como así también con esos amigos que valen la pena.


El norte no se encuentra con la brújula, sino con esas personas especiales que nos marcarán, más allá de su forma de ser, el camino otorgando las soluciones de los problemas. Pensemos en ser mejores persona cada día, que ése sea nuestro objetivo diario para lograr una tolerancia para que cuando todo marque al sur, el reloj vaya hacia el otro lado, la tierra te trage, alguien, más cercano de lo que se crees, va a aparecer para mostrarte que las cosas son más simples más allá de lo complejo que aparentan, al igual que vos que apesar de todo, de la complejidad de tu ser hay una simpleza que contagiará cada elemento de la vida de los demás, aunque quedarán en ellos quedarse con lo superficial o encontrar en tu persona lo que realmente necesitan.

martes, 25 de enero de 2011

"Pazo" a "Pazo"

Enciendo las velas de mi emoción que desplegan rayos de luz que me permiten ver sólo el paso a paso. Aceito el coche rojo y empiezo, ¿ me seguís? ¿ te subís?

Tengo paz cuando:


  • despierto en la mañana recordando lo felíz que estoy por el simple hecho de vivir.

  • tengo los mates de la mañana, la compañía de la radio y la música que suaviza mi sentir haciéndome reflexionar y que además me retan, sugieren, divierten, emocionan y hacen tararearlas.

  • disfruto de las comidas y sobre todo cuando están sobre la meza mis platos preferidos.

  • el sol de la vocación se refleja en mi trabajo y la felicidad tiran las anclas por debajo de la silla azul.

  • sé que puedo navegar este barco apesar de las constantes tormentas y encontrar la paz debajo de los truenos, la lluvia y todos los pronósticos en contra.

  • puedo amar.

  • me siento amado

  • estoy con mis amigos. Éllos que muchas veces me dan la mitad de su paz, poniendo en riesgo la suya para que este un poco mejor.

  • recuerdo que todo lo que uno da vuelve tarde o temprano.

  • me expreso libremente.

  • sonrío y hago reír a los que me rodean.

  • doy el consejo correcto.

  • recibo la palabra o el silencio justo de parte de mis familiares y/o amigos.

  • sé que elegiría una y otra vez la gente que amo.

  • escribo metáforas, me expreso e intento identificar a los demás.

  • me equivoco y erro el camino porque sé que lo hice de buena intención y que de los errores uno aprende.

  • sé que Dios está siempre bendiciéndome y acompañándome.

  • veo que hay un día soleado.

  • me miran a los ojos y me dicen la verdad más allá de lo doloroso que pueda ser.

  • lloro y riego los más lindos sentimientos marchitos para que en pocas horas vuelvan a florecer.

  • pienso, siento y vivo sintiendo que nada me puede afectar.

  • recuerdo esos momentos especiales.

  • sé que ya encontré mi momento idea y no lo cambio por nadie ni nada.

  • extraño a más no poder porque cuando se desea algo desde lo más profundo del corazón se cumple, lo sé al mirar mi pasado.

  • recuerdo mi pasado sabiendo que no lo puedo modificar, por ello disfruto de mi presente y le abro los brazos al futuro para que venga lo que Dios y el destino quiera.

  • estos cuandos son infinitos.


Por todo esto, desinflá el pecho exalando- y expulsado para siempre- tu ego para darle más lugar al corazón porque sino el sentimiento de superioridad no le da espacio a los sentimientos más puros de cada ser humano. Disfrutá de cada cosa, aunque sea lo más pequeño, porque después los recordarás con añoranza y no te arrepientas de nada porque dejarás pasar el presente y será parte de ese pasado.


Si cada uno encuentra su paz, si cada uno deja de ser ambicioso podemos formar un paz grupal para dejar de arruinar lo más bello que tenemos que es el medio ambiente, nuestro principal hogar y sobre todo, dejar de matarnos entre nosotros. ¿ No te parece que ya es hora de ser felices? Acá estaré esperándote así te sumas a mi pensamiento, sonreímos más y pensamos que todo puede cambiar sólo con tener paz interna porque al sentirnos puros por dentro podremos exalar esa paz sincera que sumada a otros aires de las demás personas se formará el viento que correrá las nubes de la tormenta y guerra para que un sol caliente haga florecer lo mejor de nosotros.

sábado, 22 de enero de 2011

Dos naranjas al ruedo

Navego ante la gente y me resbalo ante la lágrima ajena en donde alcanzo escuchar algunas penas que se susurran bien por dentro. En el descanso de la mente se me cruzó la necesidad y excases durante un determinado tiempo y la llegada de la satisfacción de los mismos en desmesuradas cantidades. A ver, ¿ cómo se sentirá una persona sedienta ante miles y miles de litros de agua potable y cristalina? Seguramente, felíz; pero... ¿ no se cansará? Si su necesidad todos los días está satisfecha y sigue y sigue llenándose la fuente de agua, ¿ qué sentirá? ¿ Cómo reaccionará una persona delgada y hambrienta con un menú repentino de ocho comidas diarias? ¿ podrá resistirlo?... Siempre lo mismo conmigo, muchos pensamientos, pocas respuestas en donde hay muchas calorias juntas y a disposición para una dieta que debe ser equilibrada.


El corazón y el cerebro dialogan en el punto de unión donde se enfrentan el sentimiento contra la razón, la cara con la cruz, A con B, en fin las antinomias conversan sobre esta situación llevada al amor. Imaginemos juntos esta situación: una persona acostumbrada a la soledad un día, de golpe empieza a mantener un noviazgo con alguien en donde hay claridad, belleza y principalmente amor. Ambos se enamoran y nadie duda del sentimiento de la otra persona, pero el primero en ser mencionado en su afán de recompensarle todo lo que su pareja le entregó, le reitera muchas veces que la ama, le regala cosas y le dice bellas cosas al odio o mediante la tecnología. La besa muchas veces y hasta se vuelve imprescindible para él pero su compañera le devuelve el sentimiento sincero con la mirada firme pero no hace lo mismo. Ambas naranjas van al ruedo pero no a la misma velocidad ni siquiera parecen ir hacia el mismo frutal. Entonces, ¿ qué se hace en esta situación? ¿cómo él controla su sentimiento y como su pareja se lo devuelve? ¿ podrán terminar mal? ¿ alguno se puede cansar de no ir a la par en el camino del amor?


Cada pareja amorosa es un mundo donde viven- tradicionalmente sólo dos personas en donde tendrán que saber manejar los recursos, aplicarlos de manera correcta y fundamentalmente tenerse confianza mutua . Lo bueno de las personas es que pueden hablar, intercambiar opiniones y sentimientos y ver de qué forma nivelar la oferta con la demanda. Uno de ellos tendrá que aprender a no ir tan de golpe, ir caminando más despacio porque a ésa persona la va a poder amar toda su vida si él quiere; el otro tendrá que apurar los pasos, saber agradecer como también emplear mecanismos que demuestren su amor porque sino siempre la pareja va ser dispareja, al menos es la conclusión de un loco corazón y una razón enamorada.


Termino con una enseñansa inteligente de mi padre que siempre recuerdo: “ el amor es operar a corazón abierto, hay que saber dónde y cómo operar. No podés apurarte, tenés que tocar donde está la infección, si le errás provocás una hemorragia. Lo más importante es aprender sobre la marcha y si te confundís saber cómo solucionarlo antes que pierdas el paciente, tu paciente.”

miércoles, 5 de enero de 2011

La enseñanza de uno

Ser uno es fácil porque simplemente tenés que ser vos, actuar y hablar como si estuvieses sólo, pero que difícil es ser uno en tiempos que uno es dos y tres, en donde es vapuleado y atacado cuando mantiene su estructura y sino la cambia, no ingresa en las operaciones matemáticas. Uno se debe multiplicar con y por uno, nunca dividirse, restarse ni mucho menos multiplicarse por otros números.


Esos libros matemáticos que poco saben sobre sentimientos plantean que el ideal es el diez poniendo en juego a muchas vidas inocentes que se desvelan pensando cómo llegar a serlo, muchos mueren en el intento y otros fallecen emocionalmente al llegar. Cada uno de ellos es tantas personas desglosadas a la vez para lograr el objetivo que no sabe quién es, cuál es su pasado, hacia dónde va y tampoco quiénes son sus amigos. Él no sabe nada apesar de estar en el trono que exigen los extensos libros escritos por vaya a saber quién y con qué fundamentación teórica, olvidándose que en la vida deben cumplirse objetivos con el cuerpo y alma.


No me multiplico por otro, no me dejo dividir y no sé sumarme ni restarme sólo me multiplico por mí mismo en cada persona que quiero y amo para que cuando la sudestada ingrese en la ciudad este abriéndoles la puerta de la calma, simpatía y contención. Sé que pierdo ante conceptos teóricos históricos traídos de generación en generación, sé que en la ciudad sin pensamientos seré aislado y discriminado, sé que perderé batallas enteras contra los requerimientos para ser aceptado en este lugar pero seré uno, tal cual soy, con mis risas y miedos, con mi autoestima a medio andar y con el primer grito fuerte de “bom día” enviado mediante el viento para alegrar al que me supervisa; allá andaré manteniéndome tranquilo, dándole identidad a mi corazón y alma dejándolos que sientan, piensen y sobre todo que sean una que enamore a uno y se inmolen en una sola persona sincera, confiable, sonriente y enamoradiza y que nunca dejen de ser esa unidad hermosa multiplicada en los corazones de los demás contagiándoles amor y enseñándoles el camino de uno, sí de ese uno felíz que allá va.