viernes, 27 de noviembre de 2015

Realidad y querer

Realidad. ¿Qué es la realidad? Hay otra pregunta que me inquieta más: ¿por qué la realidad molesta?, si todos queremos otra realidad más acorde a nuestro bienestar. Todos queremos estar bien, y sin embargo la realidad nos da la ñata contra el piso. Entonces, me dejo llevar por la intuición entendiendo que la realidad no es impuesta. Ahora bien, ¿por quién?, ¿quién es el hijo de puta que hace una realidad tan mal?, ¿cuál es su realidad? El creador de la realidad, ¿tiene otra realidad o es preso de su creación? Con estas preguntas ya me voy hacia la seguridad que nuestra realidad no es nuestra, sino suya. ¿Suya?, ¿será uno solo? ¿Es hombre?

La flaca me dijo que no. Realidad. La flaca debería decirme que sí. Mi realidad, o mi irrealidad. Mi ausencia. La flaca me ofrece su cuello como recompensatorio ante la negativa de darme su corazón. Realidad. La flaca tiene corazón y debiera ser mío. Mi deseo que parece no ser suficiente para modificar la realidad. ¿Y cuál es la realidad de la flaca? ¿Será tan molesta como la mía? Y si la respuesta es afirmativa, ¿por qué no me dice que sí y me da su corazón como una forma de resistencia ante lo que nos avasalla? ¿Alcanza un sí y un corazón para resistir? Si fuese así, ¿por qué otros no lo hicieron? ¿A nadie la flaca le dijo que no y le dio su puente oscuro a los besos iluminados con dinamita que hace volar a cuanto hombre la bese? Lamentablemente un hombre puede ser amputado de sus extremidades pero mientras quede al resguardo el corazón volverá como pueda a esa mujer que entiende que le da pulsaciones. Un hombre no siente que se desprende de su cuerpo, solamente se da por abatido cuando le tocan el corazón, cuando se lo rompen a martillazos de besos, de no, de motivaciones para volver.

Si mi realidad me lástima dicen que debo cambiarla, ¿pero no era qué la realidad era algo ajeno a nosotros? ¿Cómo la cambio, rezándole a Dios? ¿Dios, quién es Dios? ¿Dónde está? La flaca me lastima y no puedo cambiarla porque es mi realidad, es la que me enamoró. ¿Qué es enamorar? No sé, pero no puedo cambiarla. ¿Por qué quiero a quien no quiero querer?, ¿quién me hace querer a este ser?, ¿qué es el ser? Es una contradicción que queramos a quien no queremos querer. Otra imposición. Estamos atravesados por imposiciones:  ¿quién nos impone? Mientas más quiero querer a otra que si quiero querer, quiero más a la otra que menos quiero querer y caigo en sus lastimaduras que hace "sin querer". Lo querible es otra imposición. ¿A quién la realidad le estará imponiendo que me quiera? ¿Cómo se deja de querer? Si quiero dejar de querer ¿recuperaré mi querer para quererme un poco más y cambiar?, ¿qué hay que cambiar? ¿Y si querer no es querer y es una estructuración mental para justificar lo injustificable? ¿Por qué hay que querer? ¿Cómo se quiere?

No tengo hambre. ¿Por qué se me acabó el apetito? Sin embargo estoy con sed, y quiero un poco de Mix Tail. Voy, abro la heladera, tengo un poco que es suficiente para saciarme. Ves, quise, fui, tuve satisfacción y vuelvo a lo que estaba haciendo. El otro querer es algo que no se quiere pero se quiere igual. Y nunca volvemos a lo que estábamos haciendo. Un querer nuevo nos aleja más de lo que éramos y terminamos siendo otra cosa totalmente distinta que será aún más distinta cuando tengamos otro querer. No sé si es otro querer, un nuevo querer o una renovación del querer. Me pasa lo mismo con la realidad, más quiero otra más me alejo de la posibilidad de graficarla, encuadrarla, hacerla mía. Y nunca termino queriendo lo que quiero. La realidad y el querer parecen ser una misma cosa, al menos se mueven por una misma lógica. ¿Lógica?

Mis amigos me dicen que me afecta leer libros de filosofía, que soy insoportable con las preguntas. Puede ser cierto. Pero no sé si me afecta más la lectura o la negativa de la flaca y querer a quien no quiere ser mi realidad: mi tan inconstruible, realizable, manejable realidad. Si hubiese una persona que me construya la realidad quisiera que fuera ella. Pará. Ahí está la clave, boludo. Tantas preguntas para llegar a un fundamento. Ella lo está haciendo o a decir verdad me está haciendo una realidad que me conduce a ella pero no tanto, es decir, como no me puede dejar me mima, me lástima y me vuelve a explotar para que vuelva sumiso a que me cure, me mime y el círculo se hace perfecto. Ergo, la flaca no está siendo mi realidad, no quiere que nos duela la realidad que ella misma está construyendo y me está haciendo otra realidad para escaparse y volver como sombra. Pará, otra vez. ¿Dos realidades? ¿La flaca tiene poderes? Con razón no puedo dejar de quererla.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Balotaje

Estoy ante un histórico y ansiógeno balotaje: dos hombres, dos propuestas, dos realidades por una modelo, una señorita que ata mis convicciones como corbata que aprieta en noches de aguardo, de bunker, de seducción. Ella tiene para elegir la continuidad o el cambio. Puede optar por continuar con un amor que la devalúa, tanto a su sentimiento como a sus acciones que para él ya le son insignificantes o no suficientes, lo cual hace que se esfuerce más y más. La ajusta, la moldea, la cercena. La vuelve a su década del 90', cuando era una niña sin decisión. La hace pequeña, indefensa, hermosísima con esa cara tallada a gusto de los dioses y con inocencia pero al descubierto de estos lobos sin tapujos. Ella es hermosa en el mercado ilegal, ahí nos encontramos sincerados, sin cepo ni ataduras con un sueldo insuficiente como para llevarla a Barcelona, Londres o al mundo de sus sueños.

Me encantaría que pises con los dedos bien abiertos el pasto que bordea las flores de la República del enamorado.

Por acá vengo yo, bailando a duras penas con propuestas inconducentes, que se acentúan en la posibilidad del cambio, un cambio posible en donde sus sentimientos atrapados, maltratados hagan la revolución. Le propongo la revolución con dos piedras que junte a la mañana cuando saqué a mi perro a la plaza, y mucha libertad para negociar con quien quiera. Le doy libre mercado de amistades, y sólo actuaré cuando sienta que mi modelo me está fallando. Apuesto por ella y por el cambio. La quiero alejar de lo anti democrático de sus decisiones unilaterales, dictatoriales que la desplazan por años, imposibilitándola de avanzar.  Mi mejor estilo es desmerecer al otro, polarizarme. Nada que tenga el otro le propondré, yo seré distinto, mejor, superador. Le pido una oportunidad, le sugiero que no se deje devaluar. Él me retruca que yo seré quien la ajuste en serio, le respondo que "de casualidad me sé ajustar el cinto" y juro que jamás podría ir en contra de ella.

Hice una convergencia con mis amigos para demostrarle la unidad, la extensión federal del pedido para que cambie, para que me elija, para que cambiemos juntos. No se decide. El otro la interpela con "¿para qué vas a volver a retroceder, volver a comenzar?": presentarme sus padres, toda la familia, luchar por la pareja, defender el amor contra los buitres. Él dice, con desagrado, que también soy un buitre. Perdón, señor o como quieras que te diga, el único buitre desalmado sos vos. La menospreciaste, te hiciste tirano de sus lados amables y sensibles, la alejaste del menester de sus amistades, la mareaste, se perdió y ahora que la ubiqué quiero detenerla, frenarla, besarla y que me elija. Ella tiene miedo. No conoce otro estilo, otra forma de que la entiendan, representen y defiendan sus intereses.

Tengo poco más que estas promesas de renovación. Él tiene la seguridad de mantenerse: "mejor malo conocido que bueno por conocer". Ella indefensa, muerta de miedo. Estoy seguro que está enamorada del cambio. Daría las piedras, la camisa desabrochada y transpirada de tanto laburar y mis convicciones a que ella está enamorada. Yo desfachatado, hasta las manos por su amor. Mis rutas están averiadas, algo rotas por el peso de la soledad, de la espera, de la inspiración vencida.

Su elección no tiene fecha, ella es la única votante. Ella decide. Nosotros esperamos; qué feo ponerme al par de este mamarracho. La campaña es agotadora, desgastante por donde se la mire, toque o analice. Ella estira lo máximo posible el escrutinio, lo cual favorece a mi contrincante que le asegura la rutina, lo de siempre con un toque berreta de perfume de sábanas. Acá estoy, como siempre he estado, desde la más férrea oposición a tu peor extensión corporal y sentimental, y ahora quiero demostrarte que se puede tejer verdaderos puentes a lugares menos estables, pero verdaderamente hermosos. Mi amor, la inestabilidad es la vida misma. Cuando hay estabilidad es porque a la vida se la ha filtrado una y otra vez. Elegí movimiento, elegí bailar en situaciones que se mueven más rápido que vos, elegí pasión, deseo, incorrección política, moral o la que vos quieras, elegí que nuestras caderas se unan en un mercado único al valor de nuestro amor. Tengo reservas para resistir cualquier embestida externa. Tengo experiencia en resistencia. Tengo gestión sentimental y expresiva para escribir cuantos comunicados quieras, besarte en cada reunión con la tristeza, abrazarte después de cada acto externo para decirte que me enorgullece en lo que te transformaste. Tengo un amor sin cotización. Elegime. Y si todavía no te alcanza este escrito, descansá que saldré a seguir haciendo campaña por vos, para que cuando despiertes mañana veas otro camino, otra salida, otro puente, otro hombre que solo quiere amar- o que lo dejen amar- a su mujer.


lunes, 23 de noviembre de 2015

Amor no correspondido

No quiero olvidarme de vos y volver a enamorarme de vos mujer, porque no recuerdo cuánto mal le haz hecho a este hombre . Me quiero acordar aunque me boxee con mi lengua para no hablarte. Tenerte presente y que me quites futuro, que baile tango con mi pasado más aburrido pero no repetirme en tus pequeñas tetas que han sabido sacarme alegrías.

Prefiero verte aunque no pueda verte, o me angustie verte. Saber que tengo que verte para no verte después con otras intenciones más cercanas a las iniciales. Mejor tenerte más cerca de tocarte, que alejados porque manos que no tocan y se relegan vuelven cargadas de prescripción a acariciarte el pelo, agarrarte la panza y apretarte contra mí. Sentir tu aire y que me de un poco de respiro porque no quiero llegar al momento de asfixiarme y vos tengas que hacerme respiración boca a boca, besándome como si nada de mi esfuerzo te haya hecho cosquillas en la elección. Prefiero que seamos algo, un invento de la historia a ser nada, ya que ésta viene con una lanza a querer ser leyenda y caeré otra vez en un ruego permanente, en la degradación del orgullo, en ser un déspota de mis impulsos más pelotudos.

Escuche que "quien gana, manda; quien pierde, acompaña". Ganaste, mandas. Ahora sí, ahora no, tampoco ahora, después cuando sea nunca. Perdí pero desistí. Ya no puedo ver eso que tanto me gusta escribir, pero poco vivenciar, tus abrazos mal estacionados. No revisas tus actos, en escasos espacios entregas una lástima por mi sufrimiento que elijo dejar ahí, cerca pero no tan pegado al cuerpo, así recuerdo que no debo volver a creer. El amor no correspondido es una renovación de la creencia erigida permanentemente sobre la imposibilidad. Es levantar a un amor sobre una relación que no existe. El objeto amado y el amante se separan cada vez más por la no correspondencia. El amado huye de lastimar, aunque a veces cae en la parte pesada de ilusionar al lado más desmesurado por tristezas propias que cuando se ven saldadas se escapa chorreando lástima, pena, mientras que quien ama persigue, atosiga, busca reconocimiento, un premio a la insistencia, a los golpes, a las ilusiones mal dadas y que duermen con él, a hacer con un poco un amor inmenso. Y nada es. Nada son.

El amor no correspondido podría hacer que uno entregue la vida creyendo que el otro lo valoraría y moriría por él. Quien no ama no daría ni su despertar, menos daría su última decisión. El amante ya murió esperando con un reloj de plástico la eternidad.

El amor no correspondido hace que el amante de sus días de punta a punta a quien solo ofrece de muy vez en cuando una tarde melancólica de domingo, sin sábanas ni cena.

El amor no correspondido cuando no corresponde mata. Desarticula. Deconstruye. Desanima. Pero nunca se olvida, por suerte.  Por la no suerte de presenciarte en los alrededores, ya no busco suerte en tus muecas. Málditas elecciones inconscientes. Maldigo mi conciencia que se inventa razones para que la prefieras. A quien pone primera a la mujer que lo ve último. Pero último veo más cerca a la primera que me está por pasar. Puta madre.

Pensé que un amor necesitaba palabras, gestos, acompañamiento, sentimientos compartidos, mimos, pero no se aplica en el no correspondido. Se rige mediante reglas especiales con consecuencias exclusivas a los amantes. Acércate un poco, verás cómo un perdedor de esos talentosos puede seguir derrotándose para que lo quieras un rato, lo acurruques al menos con dos dedos en punta. Los secos de la historia desisten de los transpirados por hacerla.

El amor no correspondido continuará siendo texto, porque afortunadamente sigue, peor sería volver a comenzar un tránsito sin saber cómo, dónde, cuándo acaba, si es que acaba.

viernes, 6 de noviembre de 2015

La belleza de una mujer

Viajaba en un colectivo pequeño leyendo un libro de filosofía esperando llegar, cuánto demoré en llegar. Llegaría sentado y desde chico nos enseña que para llegar hay que caminar. Sin dudas este libro me estaría haciendo mal. Cuestionándome todo. Para colmo, me sumo preguntas existenciales y cotidianas a otras no tan existenciales y cotidianas que ya traía antes de leer este libro. En uno de los descansos que suelo hacer después de alguna frase complicada y perdiéndome en algún costado mientras digo "qué carajo quiso decir este tipo" me encuentro casi a mi lado con una chica que venía dormida. La conocía en esos andares en que dos se ven, se reconocen, se gustan-o al menos uno de ellos, en este caso yo- pero no se conocen. No sé su nombre, apellido, ocupación... tal vez una andadora por los mismos lugares por lo que ando. ¿Colega?

Qué mujer bella. Hay que reconocer que no está bien vestida, me parece que se durmió y agarró lo primero que encontró. Pero qué belleza. No le combina la ropa, y cómo duerme, sin dudas que se durmió antes de subir acá y despertarme a mí. Todo esto más los efectos que hace este libro, me empecé a preguntar sobre la belleza- y cuánto me faltaba para llegar- La belleza es una fugitiva que va tomando diferentes siluetas, transformándose constantemente, camuflándose. Entonces pensé en cómo distinguir a una mujer bella, o la belleza de una mujer o cuando la belleza se camufla en la piel de una mujer.

Procedamos. La belleza duerme, tiene que descansar. Ahí reposada es cuando mejor se la contempla. Los únicos momentos en que no es fugaz, aunque para un hombre enamorado que la mira generalmente de costado evitando todo movimiento brusco le resulta efímera. Se sacrifica insomnio por esa mirada silenciosa y sentir que se cazó a la belleza eternamente. La ficción del enamorado.

Es una distribución equitativa, perfecta de belleza sobre su cuerpo. Veamos. Allí yacen pequeños sus dedos de los pies, a veces pintados, otras veces no y a veces en esa mezcla rara que detesta. Se los pinta aunque sea invierno, y otra veces se lo deja al natural. Ella se queja de sus pies fríos pero cuando toca los míos todo se calienta, y se siente una protección total aunque solo cubre una mínima porción de este cuerpo descuidado. Tocárselos le genera cosquillas pero le gustan unos masajes bien cuidados como sus pies. Hay que tener coraje para besar sus tobillos. Sus piernas que tantas cremas recibe y que tanto crítica son dos misiles que apuntan contra todo lo que se le oponga. Yo prefiero la paz ante eso, pero cuando las desarma voy derecho a su munición y subo hasta donde Dios se esconde a que lo adoren en la sombra más hermosa, mágica, que pone un poco de divinidad en el mundo que me llama a ser ateo. Es la única capilla a la cual voy a visitar con respeto, sutileza, creencia y fe. Si le pifio puedo caer en sus caderas que suelen ser la antítesis, el infierno. La causante de mis pecados y mis malas acciones: mi deseo me llama a desagradarme y desarmarme para ir subiendo por su pecho donde intento distribuirme por tantos lados que me resulta imposible. Sus manos, sus codos, los brazos, sus costillas, el centro de su pecho, sus hombros pueden ser un destino placentero y un llamador a una acción que desequilibre a la psiquis. Podría seguir detallando la mirada, el pensamiento que se contradice con impulsos pero prefiero seguir escribiendo de otras formas que toma la belleza.

Se puede apreciar una belleza a los quince segundos de despertarse porque es el tiempo que le cuesta llegar a ésta a sus ojos que suelen estar achinados, como llega apurada se rebalsa formando unas bolsas por debajo de éstos. Es encantador verla despertar, ver una cara libre, auténtica, hermosa, despejada, desmaquillada de la sociedad y los productos. Me encanta sus "no me mires", "no me hables". La belleza ha de no ser molestada, interrumpida después de un descanso, en la antesala de escaparse en varios movimientos y formas. Lo que no varía en nada su perfección es el rodete, el pelo suelto, recogido, corto, largo o como le salga de las sábanas. Tampoco sus trapos que son merecedores de ser rotos para que la desnudez sea la más fiel expresión. Cuando una mujer se desnuda, el hombre agraciado entiende que la fantasía es una inyección en la carne que desconecta la noción del tiempo, la vocación y deja restos de sed de revancha, una mareada espera, carteles imprecisos que parecen apuntar a ella: el deseo se alcanza y se renueva con ella, ya no querré otra cosa que volver para retomar el deseo de volver. Qué lindo es regresar, siempre y cuando sea para repetir el tour o cambiarlo; no hay rutina en el cuerpo femenino, siendo una ciudad a la que espero llegar, arrastrado por los empujones del destino, mis mejores versos, su ímpetu o porque ya nada quedar por perder. Cuando nos gana la pérdida, mejor ir a jugar ciegos a las cartas para calentar la piel y refrigerar las angustias, para fumarlas después de habernos terminado. Nos completamos por instantes, nos anhelamos completar casi siempre. Llevare un par de minutos completo en esta vida, que acontece en falta.

Una belleza es tal cuando no se va aunque se ventile la casa. Abro cuatro ventanas, que hacen un festival de golpes, pero ella está ahí. El aire levanta levemente su pelo, ella lo sopla, como en una suerte de contra corriente, para que no le caiga en esa boca, que yo creo que me espera. El hombre siempre espera hoy lo que la mujer ya decidió ayer: su fanatismo por el alargue televisivo hace que le ponga puntos suspensivos a una oración terminada. Ergo, los hombres saltamos sobre inexistentes puntos en suspenso para llegar a la isla de lo definitivo. Los que se caigan no serán dignos de sus decisiones. Una marea los llevará a la playa de los puntos hermanos a crearse. Los que lleguen, sabrán que sus acciones en casi nada modifican una decisión ya tomada. Pero el camino hace a la belleza, cómo alguien puede elegir con tan poco tiempo lo que será su tiempo.

Cuando mira a su alrededor tengo miedo a que otros salten, capaces de donar su sangre y orgullo, a conquistarla. Ella me dice el oído que es mía y que más tarde me lo demostrará. Si el tiempo pasa volando, maestro, le canto truco diciéndole que se puede volver un martirio esperar a que caiga la noche y la promesa sobre cualquier espacio. Las horas se anclan en la espera. Juégame el re truco, que ya tengo preparada la próxima carta. No quiero que me caliente el sol, sino su espalda interminable sin corpiño y una remera que le queda corta. Me dice de ese costado que me quiere. Jaque mate.

La belleza no termina sobre una figura, da vuelta sobre sí misma renovándose y arrojando motivos de sobra para apreciarla, buscar el roce y contagiarnos de semejante don. Los hombres salimos de esa belleza, claro, somos hijos de las mujeres, por consiguiente, de la belleza, pero como un teléfono descompuesto en todo un pueblo, la vamos perdiendo, mutando, se escurre por debajo de los dientes. Salimos con poco de mamá y demasiado de papá. Los hombres heterosexuales nos transmitimos el error de repetirnos en las mujeres. Si el error nos pone así, aguante.

Una mujer es una maquina generadora de insomnios en el amor y en el desamor; es un pensamiento constante e ininterrumpido; es un riesgo, un acierto, y a veces un error, no la mujer en sí, sino ella que a veces se olvida de su profesión; es una adivinanza, un "qué más puedo hacer", una sutileza; es un espacio interminable, un laberinto, un retroceso y un avance; es una duda, un libro de filosofía con varias preguntas, pocas y concretas respuestas; es una locura porque su cuerpo es una locura; es un sueño, en algunos ratos una fantasía, una realidad; es un vacío que queremos completar, aunque termina siendo al revés; es un "no creerías", "no sabes lo que es" en ambos terrenos; es una ida, una vuelta y un permanecer; es natural y sobrenatural cuando así se lo propone, si a mí me dieran a elegir me quedo con su no elección, su naturalidad; es un balazo y una caricia casi de continuado; es un unir del tiempo inservible con aquel que vale la pena vivir; es un saber exiguo, un aprendizaje constante y no aplicable; es aprender que todo lo sabemos no nos sirve para nada; es una cura y la enfermedad; es el té de media tarde, la resaca en vela y el jarabe que más nos contamina; es un sorbo de la mejor bebida que siempre nos deja con sed; es esperanza, con todo lo que implica, y una puerta nunca cerrada, tampoco abierta; es una devolución perfecta a un cariño bien dado, pero también es un abrazo mal estacionado en cuerpos no merecedores de ellas, ni de nada; es superficie y subyace constantemente, que la lógica me lo intente destrabar; es años de escritura, música, poemas que no terminan por contenerla; es verso, prosa, líneas inútiles que nos escriben en la piel; es eternidad, aunque nos alce o nos tire al diablo; es la belleza con todo lo que eso implica y nos arriesga.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Que nunca

Que nunca te llueva en el camino seco de la soledad que hace a la búsqueda de un amor, y que tu cuerpo esté resbaladizo, en donde se deslicen las soluciones que te acarician con ganas y se van motivadas, por dentro todo se pone más crocante y frágil.

Que nunca te dejen besos que prometen despedida porque se te quedarán eternamente anunciando que se van pero siempre quedarán vibrando encima de los míos; nombrándote en las madrugadas que ya no me oyen. Ellos no serán lo que fueron y consiguieron. Estos labios, cielo, son un hospedaje para los tuyos que duermen; cuando sueñan me llevan a un placer descontrolado que se sacia constantemente y quieren más; cuando cierran sus ojos sé que para no sufrir ni mirar para atrás se enceguecen pero dicen chau en un eco labial que me hace mal. Vivo sintiendo algo que ya pasó. Mi sentir es un resabio de lo que no fue.

Que nunca te miren como vos a mí, esas lunas con un eclipse de tristeza pidiéndome que desoiga tus ordenes. Que no te dejen la mirada enamorada, porque sabrás entender que hay amores no correspondidos y eso no debería de corresponderle a ninguna persona.

Que nunca desplacen a tu deseo por detrás de un mural imposible de permear.

Que nunca nadie vuelva a vos porque sus dioses estén jugando a la ruleta rusa sobre su cabeza, para que no te sientas su necesidad. Entenderás la diferencia entre necesitar y desear.

Que nunca te suspiren después de unos besos en el cuello porque sabrás que la felicidad es aire, o que anda en el aire. Yo entendí que la felicidad anda suelta, pero que para llegar a ella debo ponerme lo más cerca posible de tu cara. Eres mi puente al júbilo.

Que nunca se vista con lo que primero que tenga y te parezca igualmente bello. Entenderás lo subjetivo y anormal de la belleza, ubicada en un recoveco de la sorpresa: la persona bella- seguramente de la cual estamos enamorados- siempre nos sorprenderá-. Me llama la atención que todos los días de mi vida me enamores, cuando me levanté esos mismos días prometiéndome olvidarte y desayunando motivos para hacerlo.

Que nunca te falten mimos que traigan aparejado sospechas que persiguen independientemente de la movilidad o la pasividad. Que no recuerdes cuándo eras libre y todo sean dudas. Dudar que estás dudando. Preferir al otro por encima de vos. Ser preso de un enamoramiento que vacía, seca, quiebra, hace grietas y desequilibrios. En donde ser introspectivo no solo me permite conocer el vacío, sino ver que lo doloroso ya está en nosotros. Nacemos dolidos, ausentes, faltantes y el afuera únicamente toca esas fibras sensibles.

Que nunca te corran la cara.

Que nunca nadie crea en vos como yo en vos, sabiendo que estabas escondida en los escombros de la ideología miles de veces destruida. Con polvo de cal crees que podes unificar lo que sos y lo que deberías. Ni te digo que tengas la capacidad de contar de tantas maneras diferentes a la tristeza porque comprenderás, tiempo después, que hay algo que te reconforta de todo esto. La tristeza se escribe y se dice de una manera. El placer prohibido toma diferentes caminos para esconderse y dar sus toques reconfortantes para él, sólo para él.

Que nunca veas a la persona que amas guardarse para un otro que ayuda a enterrarla. Él sabe que vos en vez de guardarte te enterras, transformándote en imperceptible a todos; varias veces te pierdo, no te ubico, escapas de mi vista y este corazón. Te estás poniendo bajo la tierra de un sucio que no sabe jugar. Estás como muerta a años de que eso suceda. Decís que no "te pasa nada", ante mi pregunta. Lo que sucede querida es que te encuentras con la propia nada que saca a la luz lo superfluo de todo lo que te rodea, extravías los hilos conductores de un raro razonamiento para que explicarle a los demás porque sos feliz, mientras se te va quemando la mecha del deseo.

Que nunca veas al otro y te preguntes. ¿Por qué lo amo?, ¿qué es amar?, ¿de dónde sale esto?, ¿lo siento realmente en mi corazón o en mi cabeza, pero si es mi cabeza, lo estoy sintiendo o pensando?, ¿el amor es un pensamiento?, ¿qué pienso?, ¿cuándo paro de pensar? Cuando tengas certezas ingresarás en la seguridad que caracteriza al desamor: ya no siento lo mismo, no quiero más esto, no te quiero cerca. El amor puro es un gran signo de pregunta, tanto por su origen, las elecciones que hacemos y por la continuidad que le damos.

Que nunca te pase nada de esto. Primero porque jamás te desearía el mal. Y porque si algo de esto te ocurriese estarías a mi lado en este lugar de errados, donde yacen los equivocados, los inoportunos y los no correspondidos. Aquellos que la historia nunca realza pero que la conforman, ya que la historia la cuentan los ganadores, pero necesita de perdedores. A vos te ganaron, o te dejaste ganar (o vencer). No me interesaría escuchar qué te pasó, tampoco tenerte al lado. Dos no correspondidos en un mismo espacio y tiempo, que alguna vez fueron algo, no merecen más que el olvido.

No quiero olvidarte, ni tenerte aquí.