sábado, 28 de mayo de 2011

La bomba en mis arrugas

Son de esos días, viste, que cada baldosa de tierra es barro que cuando avanzas te hundís. Hoy estoy así: hundido, bajo una cascada que me tira toneladas de agua sobre las pestañas no permitiéndome ver el sol, ése que necesito para que me caliente el cuerpo que ya se empezó a arrugar.

Hoy caen correlativamente, como en el domino, cada pensamiento negativo en todos los minutos que respiro despierto. Todo parece acumularse en la pileta que no tiene ningún orificio de salida: se acumula más y más material, que sólo hace deprimirme en demasía; es ahogarme en cuestiones de la cotidianidad pero que por estar todo en un sólo montón supera el alto de la pileta y rebalsa para todos lados no dejándome obtener el aire para mis pulmones.

Siento que tengo todas las herramientas como para llevarme el mundo por delante pero me caigo en el lodo y no tengo ninguna mano cerca- o al menos visible - por delante del agua oscura, el cual llama a mis ojos solicitándole más agua mediante la creación de lágrimas que son fáciles de producir ante mi situación interna: a punto de explotar y no saber para qué lado reventar, teniendo una bomba en mi interior pero sin querer lastimar a nadie cercano, por ello prefiero inmolarme en mis males, dejarme morir; sacrificarme por vos y ellos.

Ya veré cómo muero, si me dejo ahogar interna o externamente, ya que no quiero encontrarme con nadie allá abajo, tan sólo quiero que mi cabeza vea el fondo, los ojos rocen lo que ya el corazón acaració y chocó y que la inteligencia o la urgencia decida qué hacer con el explosivo que está apunto de retumbar dentro de un cuerpo que de tan arrugado se desintegrará tan rápido al estar en la extrema soledad nadie se dará cuenta. Sólo pido un público que me recuerde entero porque en la realidad me encontraré desecho pero la esencia seguirá escuchando y hablando atentamente