domingo, 23 de febrero de 2014

Víctima- Victimario


Le hablo a Dios en cordobés, me responde en arameo con la boca cerrada.

En el desayuno de las víctimas, los madrugadores comen con una pistola cargada en su cintura. Los victimarios hacen la cama en el suelo y duermen entre sueños pesados. En la mesa no hay tristeza, se sirve lástima en jarra grande. La parte superior de la carta es muy clara "el que mejor actúe su tristeza vivirá la felicidad de ganar sin llorar de verdad". El plato del día es "victimización con finas mentiras".

Tu falsedad tiene patas largas, camina en tacos y viste pollera corta por Boulevard San Juan. Te silban, mostrás un poco de piel y todos quedan mintiendo a coro. Reina de la ficción escribeme una vida sin Julieta, ni veneno, máxime cuando la mía la destruiste en tres suspiros, dos besos y un adiós: quedé indocumentado al frente del registro civil de los solteros sin corazón y camisa; este club me pertenece, pero aquí no quiero quedarme. Poeta sin sangre, inspirate en una mentira de la cual sea parte sin verdades a cuesta. Soy de elegir a una mentira sin decepcionar por encima de una verdad por mentir.

¿Cómo explicar que todavía me ahorco con lo que nunca existió? El muerto sigue si nacer pero su cávader está debajo de mi almohada humeda de tanto soñar duro.

El corazón es atacado por todos los costados, formándose un río que no desemboca en el mar, a no ser que tu vivas allí, de igual manera no te imagino muy sirena. No puedo pensar más allá de estos cigarros de pólvora que se fuma mi corazón. Lo que sí te puedo decir es que no sabés lo duro que es salir a la calle con el pecho abierto chorreando sangre y cursileria de mala calidad, las zapatillas embarradas de recuerdos, el pantalón que sostiene el desastrozo final de las lágrimas. Siento que todos me miran como si fuera un bicho raro de ciudad, posiblemente lo sea, pero porqué no visualizan sus propios pasos.

Te espero en la vieja plaza del barrio enfrentándose a quienes dicen que las leyendas no existen, sino que son trabalenguas que desenredan miedos por venir, sin pretenciones de desmitificar lenguas populares, aguardo tu invitación para navegar en otro cuento fabricado dejando el sufrimiento de lado.

De vez en cuando hay que victimizarse antes de quedar muerto haciéndose el guapo ante el victimario.