viernes, 22 de febrero de 2013

"Menos"preciado por nadie

Sin tener un marco conceptual me dí con que estoy atrás de la línea general arrancando desde muy lejos en un maratón sin vallas. Nunca alcancé a correr al lado de las otras piernas. Hoy tengo ganas de hacer agua por debajo de mi pera pero las lunas sólo se inflan. Por ningún botón se esparce el aire aglutinándose en la atmósfera consistente.

Hace un par de números atrás me quise matar pero cuando agarré la pistola no alcancé a distinguir si era yo o tan sólo otro rutinario que por las dudas no asesiné. No le podía cargar más a mi conciencia que a esta hora gira en círculos viciosos fumándose unas buenas adicciones. Niego ser visible pero esta luz me sigue hasta este rincón quitándome lo blanco y compartiéndose con el afuera. Todos me llaman en voz alta y en un silencio bajísimo me escondo hacia la zurda.

En mi pecho encontré un testigo de mi altura hablándome- en su idioma- que algo se incendia.

Sobre la parálisis del movimiento recupera la vertical la taquicardia racional. Perdí ante lo moreno de tu luz y tu idealidad. Siempre tan poco para tanta exigencia, que me lleva a desabrocharme el pantalón con el fin de ensancharme un poco, sin embargo en el camino voy probándome veinte máscaras, con alguna puesta empiezo a teatralizar y con la mía me miro la espalda cerrando dolorosamente los ojos. 

Abrazo este espacio todo roto y desde atrás veo evoluciones mientras con la mente hago matemáticas... menos por menos me da menos, más( si encuentro) por menos es menos, más por más( imposible) menos. Resta escenografía y posibilidades, cada vez se acorta la gambeta y se acentúa la equivocación. A esta Fanta ya la sirvo en un sólo vaso, me cansé de tomarla de dos lados diferentes.Quité las sillas para no darle asiento al fantasma. Ya estás corriendo y yo sigo viéndote en el bar. ¿Entendés? Aquí pero más allá no me estarás recopilando en tu álbum aireado y volátil cuando quien te escribe ya te puse como portada.

La muerte es literal, al menos uno morirá. Maldigo este traje y mi desnudez tan avergonzante. Creía haberte besado el otro día pero cuando intenté secarme la boca me encontré con tierra en mi mano. Y claro. Había besado tu sombra. Vos estás allá, mucho más adelante. Y yo acá tirándome la pared contra el final deseando desaparecer por otro día más.

Me memorizaba el hecho de que nadie me quería, cuando en realidad nadie se encuentra conmigo en todos lados.

domingo, 17 de febrero de 2013

Hablo de...

No entiendo si eres parte del pasado o futuro. Por suerte descarté el presente porque no creo que respires entre los mosaicos. Hablo de...

Jamás entendí si eres una sombra detrás mío o un sol atrás de una montaña. No sé qué reflejo entregás o si debo alimentarte para que ilumines, o al menos guíes. Yo no puedo indicarte el camino. Hablo de...

¿Estarás estudiando, durmiendo, pensando, viajando, de vacaciones, en pijama, con camisa, sin vincha, con pañuelo, sin él, con tacos, quizás en pantuflas? Hablo de...

 ¿Te gusta dormir tapada o destapada? Yo en verano duermo tapado, a veces con ventilador pero sin que me apunte en la cara porque me afecta la garganta. Hablo de...

¿Sabés quién soy? En caso de que no, ¿alguien te lo puede explicar? Yo no lo sé muy bien, sólo sé que me pregunto de vos a cada rato. Hablo de...

No transito demasiado por fuera de la fortaleza. Escatimo invitaciones. Desecho alcoholes. Prefiero sinceridad a belleza. Desarrollo mambos con ruido, también, en algunas oportunidades huecos. Tengo mascotas. Hablo de...

Prefiero brazos rojos a tapados. Desaparezco cuando ya me perdí hace tiempo. No me gusta la búsqueda. Quiero que me encuentren. Tiro mil negativas, pero por favor cuando digo "sí" sígueme. O vete. Si es que no lo hiciste. Hablo de...

Me preguntan por vos. Yo también lo hago. No tengo un nombre. Tal vez sí. Preferiría que no o al menos que lo hayas cambiado. Hablo de...

Hace poco rompieron la caja, aún no pude rearmarla: me faltan piezas como en el rompecabezas familiar. Y cuando la tenga reajustada por debajo de mis hombros no sé si te la voy a prestar. ¿Tenés credencial? A mí me hicieron el cuento del tío. Uh, en Salta ví una escena de motochorros. Bueno perdón, sé ausentarme así. Hablo de...

Soy de pocas pretensiones. Sólo quiero reír como loco. Que me esperes. Y elijas. No quiero canciones dedicadas. Ni bombones. Menos los grandes show. Odio los acting. Detesto las victimizaciones. Soy orgulloso, ya se me va a pasar. Hablo de...

Creía que eras vos. No. Ah y vos. Tampoco. Vos eres de un alma pura. Tenés los pulmones lleno de humo. Sonríes bonito, honey. Menos. Deje de elegir. Errado. No te veo y como loco señalo para todos lados; ya nadie me cree. Hablo de...

Me gustan las mujeres que ríen, usan pañuelos o vinchas en la cabeza y se burlan de si mismas. No vives aquí. Dale literalidad, nena. Hablo de...

Si te digo que desconfíes de mí, no confíes. Si te pido la verdad asegurame la mentira de la mentira. Si te pido la mentira miénteme sobre esa ficción. Soy de confundir, llegando en un punto a encantarme. Hablo de...

Hablo de... que es lunes y tengo que despertarme. Otra vez, mates, radio y laburo. Soñé. ¿Hablo mi inconsciente o mi mente es una cocina que mezcla todos los ingredientes?

¡Buen día!


viernes, 8 de febrero de 2013

Menjunje sentimental


“Desprejuiciados son los que vendrán y los que están ya no me importan más”

Cualquiera puede pintar textos mientras escucha Dolina. A través del éter escupe gotas y gotas de pintura. A veces me siento pintado por él o que me pintan. Nunca puedo cambiar nada. Y el tiempo corre. Y cómo pasa, la puta madre. Cuánto reloj sin pilas dejé buscando crecer; estoy más alto. Tanto gasto para tan sólo saborear pequeños caramelos mientras en el camino comía manzanas podridas- no, señora, dije podrida, no prohibida, y tampoco estoy tan viejo, y mucho menos conozco a Eva-. Busco otros momentos escuetos teniendo que superar problemas extensos. Y así. Así. Así.

Se machacan pies. La fe va y viene. La religión varía. El oferente también.

Me siento sobrepasado, cansando, agotado, resignado. Los dulces que debería estar masticando, después de un largo trance, están excedidos de dulzura haciéndome tener arcadas,debido a los años de té sin azúcar. O mates amargos- diría Calamaro “unos buenos amargos para endulzar la garganta”, no obstante, jamás tuve problemas diabéticos-.

Siempre creía que el paso del tiempo era la solución a la inmadurez proyectada en mí. La cantidad de veces en que vas y venís no se replica en calidad. Podrás tendrás en el tablero cien mil kilómetros realizados, pero si te entretienes siempre con el pelotero ubicado medio lote hacia adentro no habrán servido de nada. Lo que efectivamente suma a que caigas del árbol madre es la suma de episodios difíciles en que no había comida, dulce o amarga, y aprendiste a inventar historias para no sentir hambre, a destinar tu mente a otras ocupaciones cuando el organismo exprimía los últimos carbohidratos para poder seguir funcionando.

En el jardín colindante creció el miedo a la muerte. Sorpresivamente absorbió toda la luz para hacer la fotogénesis. ¿Me moriré sin ser nadie? Acaso, ¿alguien recuerda cuánto caminé sin ser visualizado? En mi despedida, ¿aparecerá alguna enamorada enojada con su tímidez por no haberme confesado su sentimiento  cuando abría los ojos todos los mediodías? ¿Qué amigos/as estarán ahí? ¿Quién/quiénes se harán cargo de mis progenitores? Es una angustia. Una puerta abierta en posición vertical. Siento que voy cayendo a los costados, zafando constantemente, pero subo obligado, sin nada oscuro en la cabeza, de nuevo a la colina. Les aseguro que ya volveré, más tarde o más temprano, sobre este tema.

No sé hasta cuándo estaré. Sé cuánto caminé. También puedo aseverar cuánta amargura almorcé, merendé y cené.  Lo dulce jamás fue mi especialidad, aunque tuve rebanadas de placer. Lo único que busco entre tanto andamiaje es ser entendido como un libro de cuentos, y parece que para ello tengo que caminar en cantidad y calidad.

No quiero correr, gatear, soñar, vivir consiente ni inconsciente, ser ignorado y mucho menos famoso. A veces quiero saber cómo se llama esta ensalada endulzada, salada, condimentada y natural.

Ser incomprendido es correlativo a la pérdida de la lengua nativa, a la búsqueda constante de flamantes sustantivos, verbos y adjetivos que permiten entablar diálogos y a vivir charlando con objetos sin boca. Es el mareo a cuerda. El invierno mental. La nevada sentimental. El atropello de autoestimas que por escapar se chocan en la salida de emergencia.

Vivo entonado falsetes. Cortando cuerdas, una guitarra desnuda.  Atención, tiene fecha vencida el aderezo puesto al aire.

Respiro, volveré… cuando la situación se haya vuelto a normalizar. El amor es la aguja necesaria para tejer historias.

Se acabó Dolina. ¡Buen fin de semana Negro!

lunes, 4 de febrero de 2013

¿Cómo? ¿Estás?

-->
Sí. Ahí. Con la pala engrosando la torre. Ésa del norte que entorpece mi sombra bifucándola en dos, como una “V”. Se abre paralelamente, ambos puntos se saludan desde las antípodas que jamás serán los mismos después del choque contra ese bloque gigante.

Palanca a medio bajar; a medio subir; al medio. Luz tenue entre una paralela que debo transitar. Con los pensamientos cavando dudas inseguras de sí y de las colegas, pero no recelan en asegurar dejándome incógnitas que a la vez se reproducen.

Desabastecido en seguridad y tranquilidad transito con alta velocidad para llegar al bunker, el sitio elegido para refugiarme de una guerra de almohadas y bombas de telgopor. Tocan la puerta y no pienso abrir, prefiero renunciar al misterio y escaparme por la ventana. Estoy cuatro metros abajo de otros cuatro metros, intentando escabullirme con sábanas para asimilar que logré unos centrímetros más de profundidad.

Los afiches en la pared de metal es la foto exterior que se aproxima a mi relación con lo aireado. Sólo salgo cuando algo más fuerte me echa del recinto. Ni las nubes submarinas ni el silbido de un sol que pide miradas logra un cambio de actitud: mis piernas atestiguan en el juicio de mis palabras. Sino presentaré un amparo, postergando la discusión. No tengo intenciones de tener ganas, tampoco el desgano de una queja resultante por instalar sustentos desnutridos.

Con la cabeza entre pinceles blancos y negros- éstos son más cortos que los primeros- pienso quién soy y me sale musicalmente que quiero ser todo, aparantemente no alcanzo nada; me siento nada. Descubro lo imaginario, me olvido por momentos del presente, pero no me describo justamente por la amnesia. Olvido que olvido. Soy culposo de desconocer lo que jamás dejé sin DNI. Voy por todo, no me alcanza. El todo del todo: trato hecho. Firmo tratados con los mancos. Le pongo fe a mis dudas para seguir interrogando preguntas que jamás se respondieron, ergo preguntan cotidiamente. Mi ser es meláncolico hasta con lo que se acabó de ir, ni hablar de esas primeras charlas que tuve conmigo desde diferentes alturas. Le temo al reloj tanto como a la enajenación de mis pantalones. Seguido quiebro lo conseguido por tener que desnudarme. El espejo - es de forma redonda, arrugada- replica a cada paso una imagen pero no es la misma que realizo: alzo un brazo y veo una risa cómplice; sonrío y un brazo me golpea. Sigo. Especialista en la historia. Desastroso en la cerrajería al no tener siquiera una llave que cierre una puerta. Peor. Con tanto viento cotidiano las numerosas puertas se cierran bruscamente para volverse a expandir, a veces en singular otras tantas a coro.

En fin, y por comienzo, soy complicado para responder, o más bien un charlatán que le encanta murmurar para jamás terminar de responder nada, acariciar toda aseveración y acallar el silencio. Perdón por demorar: bien, gracias. ¿Vos?