lunes, 15 de octubre de 2012

Carta mental


Con la menté pensaré y con los ojos verdes escribiré esta suerte de carta que no se publicará sin más que en mi corazón que a duras penas late. Algunos dicen que “ya pasará”, otros sostiene que “el tiempo todo lo puede” y los menos optimistas aseveran “un dolor de por vida”.

Tengo los ojos cerrados aunque vea todo blanco como si mis retinas se sobrepusieran a las pestañas cerradas a candado. Es raro. Por mis oídos ingresan palabras que escucho muy, pero muy bajo, casi sin detectar qué dice y quién lo expresa. Los dedos de los pies no lo puedo ni mover. Y en mi boca siento algo que no intento morder sin lograr resultado, es como una goma, pero mis sensaciones están reprobadas.

Mis sensaciones dicen que hay hombres de chaleco blanco. No lo podría asentar. Mi vieja, ella tan buena y hermosa, me pone Dolina, quien no consigue resultado por primera vez y mis músculos no se mueven de medio a costado para sonreír.

Perplejo.

Valdría la pena destacar que mi cabeza carbura sin saber cuál es el norte, adónde estoy, pero piensa sin pensar del todo, es como la derecha. Me gustaría que actúe en vez de racionalizar sentimientos y que todo tenga un porqué: si me levanto, me levanto y punto, nada tiene que ver que las heridas canalizaron en su punto justo, lo que permitió mi recuperación. Mente eres un chamuyo barato. Si dejarás de maquinar seguramente estaría en otro lugar.

¿Alguien puede apagar esa alarma constante que me vuelve loco?

Me aprietan la mano, lo cual me hace tan bien, no sé quién será. No sé porqué siento esto, sabiendo lo de mis sentidos perdidos en alguna parte del camino, pero es como un recargue de energía constante. Aunque espero que no me apriete tanto porque mis nervios están quebradísimos al límite de lo conocido, al menos por mí.

Algo me dice que la de celeste está buena, ¿vos me entendes Matías? (otra vez jugando con la razón, la puta madre), y mi deseo sexual no está, ¿será a costas de que me duele la garganta, con una mezcla de picazón constante? Vaya a saber.

Un insomnio injustificado como consecuencia de estar cerrando los ojos, pero sin dormir con ese “me voy” dándome vueltas sin parar aunque sonara tan bajo, lo escuché y lo sentí en mi oído medio, el que te otorga el equilibrio. Y en el corazón. El que me dio esto.

Apagaron esa maldita alarma que me lleva por primera vez a la sensación más cercana a descansar. Gracias.

sábado, 25 de agosto de 2012

La revolución solitaria



Me sincero conmigo. Desabrocho el cinto. ¿Dientes lavados? Allá voy. Ahora blancos, como para sonreírle al mundo. Pero, ¿si no quiero? Si ese círculo donde habita gente me tiene bastante harto, ¿qué me obligaría a ser cortes?

Ese desatino e ir contra la corriente obligan al redactor a encontrarse solo entre osos de peluches de amores descorchados volando en el aire del pasado, poster de publicidades viejas- che, antes qué buenos productos venían- además de maderas escritas con la inocencia perdida sobre patines sin freno.

Acá estoy, esperando respuestas de preguntas formuladas una y otra vez, quizás con el infortunio de jamás ser respondidas. Por eso, estoy aquí solo. Buscando unas y otras. Aquellas, estas, las de aquel lado, las que bailan sobre un suéter rayado.

Revolución: “cambio o transformación radical y profunda respecto al pasado inmediato” (Wikipedia, fuente infinita de todo tipo de información)

Para modificar, instalar o erradicar un pensamiento o una actitud no hace falta tener una barba sin afeitar, añares encima ni dolores de hueso por doquier. Tampoco ser hippie. Se empieza por uno.

¿Cuál es la contra? Ser incomprendido. Este corredor de tinta (escritor sería demasiada falta de respeto para los verdaderos) no se cree tal. Siempre estoy a un pisca de animarme a hacerla pero siempre me falta algo más, tal vez el miedo de quedarme más solo, aunque no creo que exista.

De igual manera, todos hablan de que hay que respetar al otro tal cual es, pero cuando se te sienta al lado, ya le cambiaste la silla, el vestimento, su religión, el Nokia 1100 por un Iphone y la cabellera en su conjunto.

Yo sigo igual, desfachatado, pero solo. Vuelvo a la tercera.

Los que hicieron historia-excepto salvados casos- quedan en la disyuntiva, en el papel bueno o malo, en la idolatría o en la oscuridad, pero podés hacer tu historia. Elegir cómo quedarás en el futuro. No pidas cambiar el mundo, pedí cambiar vos. Hacé historia, aunque el destino se limpie su boca grasa con el papel que resume tus batallas.

El tiempo no te espera, el mundo sigue; cuando quieras acomodarte a su velocidad tenés un rompecabezas para armar de 3000 piezas y te faltan 100 en la caja.

Aunque parezca oscuro, intento esclarecer.

El mundo te llama a que lo llames para que no te llame la soledad.

Enchufa tu cargador, descansá en los tiempos muertos, encara sin parar. Estoy solo y el mundo me importa igual a lo que el perfume “Pibes” le interesa la buena presencia y los altos estándares. No buscaré renacer a un muerto, yo me intento revivir debido a que he muerto. Asimismo, en el túnel hacia arriba- va creo- estoy solo. Ni Enrique, Hugo, Virgina están a mi lado en esta vida nueva. Quizá porque tenga que volver a lo terrenal.

Acá en el colchón estoy solo. Mejor, porque puedo así puedo hacer la revolución y no perderé a nadie, sólo a mí y al viejo conector de frases que dejo morir, para que algo cambie, no en la esfera sino en mí.

Una estrella no será nada en el cielo, pero con otras mil encendidas será un anochecer perfecto. Poné la pava, vieja, miremos al cielo brillar y a la luna cambiar.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Creo

Hace añares que quiero hablar de mí, pero nadie me escucha por eso intentaré escuchar yo. Es lo que creo sentir. Seguro no estoy.

Estoy inmóvil; está oscuro: ya lo sé. Grito, to, to to; sólo eco. Intento buscar en mis pantalones pero no los tengo, me parece recordar haber guardado ahí un caja de fosforos para los cigarros posteriores a las comidas. Raro, che. Sí, sí, rarísimo. Hablo solo. Sólo hablo.

Sabía tener frío en los pies, pero no lo siento, aunque es buena noticia ¡Cuántas veces cuando me acostaba tenía que tener una bolsa de agua caliente! Ya estaba harto. Ah, me cuento que estoy acostado, va me parece porque arriba está oscuro, y para abajo no veo nada, o sí, pero es raro. Un poco de polvo se levanta pero, a pesar de mi alergia, no toso. ¡Buenísimo!

Estoy contento, o al menos relajado, pero con la rareza de no saber lo que siento. ¿Estaré muerto? ¡No! Sino no hablaria, pero, ¿hablo? ¿Qué hago? ¿Quién soy? ¡ Qué alguien me responda! Hola, sí soy yo. ¿Loco? Ja Ja Ja. ¡No!, tan sólo he muerto, creo, creo.

jueves, 12 de abril de 2012

La duda

Empecé una pileteada como para mejorar mi columna vertebral. Me sumergí para no ver la orilla. Pero la pared en su parte media tenía un color celeste, allá demasiado lejano para unos ojos afectados por el cloro. Por llegar a ese destino decidí lanzarme. En momentos quise y quiero frenar a descansar y veo que mis pies no hacen contacto en el suelo, para colmo el andarivel me aisla, no hay nada.

Sentí en varios momentos que el agua dejó de estar climatizada, ahora me eriza la piel hasta el punto que congela estos pensamientos. Es como si éstos tartamudearan lo que sienten o piensan, siempre y cuando no unamos la razón con el corazón. Quiero seguir. Pero. A veces siento que voy a estallar de cansancio aunque no sé si mi cuerpo frío ayudará a desintegrarme o me hará quedar duro y al fin tocar el suelo pero con todo mi cuerpo. Ésa es la duda. Explotarme o congelarme.