lunes, 26 de octubre de 2015

Equivocación

Mi casa se encuentra derecho por una larga fila de sospechas, pasos cercanos, tenues luces, suciedades que se juntan para soportar la amenaza de una noche gélida, sin embargo sentía que retrocedía. Había algo de lo cual no podía despegarme. Posiblemente de tus incertidumbres, de tus ganas inconclusas de resultados, de un amor que florece en cada espacio de tu cuerpo pero que intentas tapar con esas manos pequeñas, donde sobresalen tus uñas levemente comidas por unos dientes popularmente conocidos. Pero hay más. Llevo unos desastres indisolubles de mi ser: ya no sé si son muchos o yo soy un desastre. ¿Habrá algo desastroso que es tarde para quitármelo? Acaso, ¿no podré dejarme abandonado en algún espacio para encontrarme cuando tenga sed de error?

Me encantaría perderme, dividirme, extraviarme, ocultarme en lugares públicos porque sería la única manera de evitar repetirme. En donde estoy me vi reincidir en desastres, porque soy el desastre. Me reparas de a partes, me desarmas con martillazos de miedo. Si tan sólo me dieras una mirada despreocupada, te invadiría en besos, abrazos e iría con mis ejércitos a resguardar una cabeza que te está consumiendo la vida. No te deja perderte, dividirte, extraviarte, ocultarte... tal cual es mi deseo. Nos escapemos juntos. Hagámoslo. De todas formas, muéstrame de verdad que lo queres. Una mirada y nos escapamos vos, tu cabeza, yo y mis miserias; o vos, tu cabeza y yo la miseria. No profundicemos.

Escribir es sobrescribir lo mal escrito, de ninguna manera es una actividad para olvidar. Qué estúpido quien lo piense. Si te estoy escribiendo, aunque esté lleno de frustración es porque te quiero presente en estas líneas más miserables que el miserable del escriba, lleno de miseria y letras, que no te pueden destinar porque te ensordeces para el lado equivocado, igualmente provocador.

De las mejores personas han salido las peores relaciones. Probemos lo contrario. Sin miramientos podremos ser pecadores hermosos, demostrándonos como tal, perdidos pero amándose equivocadamente. Hoy reniego de esta equivocación. Todo sería diferente si la confusión la vivimos los dos haciendo de ésta algo horrible, pero juntos, en odiseas que sean visuales pero que siempre que baje por mi hombro derecho viendo al finalizar mi mano está la tuya haciendo una  "v". Nunca se pudo comprobar qué suman dos locos porque posiblemente se hizo una persona, sentir, o algo cuerdo que se perdió en lugares que transitan los normales- o mejor expresado, los normalmente aceptados-. Acéptame este razonamiento: dos errores que nos mienten está dando un amor que es verdadero, ¿qué sentido tiene llevar el disparate a la cordura que solo conducirá un sentir frío, natural y calculado? Desestimo todas las ofertas, prefiero quedarme silente a tu lado, esperando la verborragia de lo que no fuiste insultándome por no dejarte escapar. Cuando te canses, estaré ahí inmutado mirándote igual. Sin nada que aportar, ni contestar. Esperando que seamos una suma de demencia en un mundo que nos ve nacer incompletos. Allí hablaré para decirte cuánto te estuve esperando. No me creas, posiblemente esté exagerando. No creas la verba del loco, simplemente déjame llegarte con mi vocabulario sano, lo único que resguardé de las malas épocas para dársela a quien me hiciera un poco más agradable la estadía en la habitación de este hotel denominado tiempo que va en movimiento.

Tu maquillaje de señorita bien tapan tus enormes ganas de cortar la benevolencia con las tijeras del mal. Estoy rodeado de porqué que hacen a mi todo y a mi nada que la justifica desde afuera, como para soportar tu desánimo para arrancar, huir o construir el error en este mundo correctamente equivocado. Es posible que estes dispuesta al error, pero no a éste, no podría decir que tu elegir es un error, sí podría atestiguar un inmenso dolor.

Ya no quiero verte triste, ni perdida en la inmensidad del ser: entre lo que deberías y resultaste ¿Sabías que de las ausencias nace el amor? ¿Te permitiste analizar de dónde salí? Tengo las pocas cosas que necesito arriba de la mesa sin mantel para agarrarlas apenas me des el "ok".

Y si las derrotas son miserias que no me sueltan, y si esta última derrota que se está consumando hace que sea una miseria, una derrota con patas. Le da lógica al sentimiento de ir a la inversa del camino a mi hogar: el derrotero es un cangrejo que camina para atrás. Mis uñas se rompen al intentar sostenerme de los bordes levemente levantados de la vereda. Quizás tus uñas estén erosionadas no por tu boca, en cambio sí por esta misma acción, empero no deseas, o no podes, volver para atrás conmigo. En retroceso, solo, lastimado, enamorado. Estoy sintiendo frío y tus manos escribiéndole en el piso mensajes de amor a quien te manipula y te empuja a volver a donde no te mereces. "Salí de acá", te grito y vos con un puñado de fe crees que todo tiene un porqué, seguro que sí, es la única manera de romper con las naturalizaciones, el problema es que no hay respuestas. Te inmolas innecesariamente. Te quiero rescatar más te me escapas.

No puedo viajar en paz. Necesito entender toda esta locura. Un poco de claridad en nubarrones sentimentales. Si mi destino es no avanzar, lo podría aceptar a los 300 km atrás de los demás. No quisiera que eso me pase solo, lastimado, enamorado, confundido, jugado, bañado en lágrimas, deseoso de revancha, todo por vos que no te permitís, ni me permitís equivocarnos.

jueves, 22 de octubre de 2015

Poema del llanto

De qué costado que no recorrí sacas la maldad que hoy me apuntas
En qué fracción de la piel que ilumine con mis ojos tristes dejé la sombra
que hoy oscurece el presente.

Hoy cruzaba la calle y nos hicimos esquina: tu parada en la cortada
yo te mire mientras mis piernas avanzaban a un cuasi trote.
Estamos unidos, formamos un espacio físico de dos calles
que no llevan a ningún lado, solo a nosotros para una coartada.
Inventemos. Total qué va a pasar.
Vos lapicera y yo papel.
Mientras escribís en cualquier lado, garabatos sin swing
a mí me hacen un bollo marcándome el fin.

Sabe antojarse con jugar. Y yo un pecaminoso de aquellos.
tiro ciego un as,
la espío en los espacios a donde se escapa del bien
y entre los entretelones de la duda nos hacemos certezas.
Somos un dúo que se caído pero que de las nubes grises no se cansa
Las tormentas nos ayuda a entender que los astros nos dicen que no
y sin embargo, imanes del amor nos juntamos y apretamos.

Apretá más tu pecho contra el mío, que exploten las dudas sobre las remeras
que se haga una agua que limpie lo que nos esconde.
Sácame esta migraña y la telaraña del alma donde se atascan tristezas.
Guía a este entelequia a la terrenalidad.
Mis alegrías se han vuelto de una forma irremediable perezosas
despiértarlas con la creatividad de tu sola deidad.
Abrázame hermosa,
sin dudarlo y a dos manos que se unan en mi espalda, en mi fin.

Soy capa que se defiende de los bombardeos insospechados
vos una espada que corta con tanta maleficio.
Creer en vos se ha vuelto un digno oficio
repitiendo una y otra el procedimiento para enamorarte.
Eres la mujer con más de un millar de enamoramientos.
La pierdes en alguna parte.
¿Es la culpa que no deja libertarte?
No la encuentro.
Te vuelvo a enamorar sin importarme.

Acá hay culpa, mi amor.
Demasiada y a un alto costo.
No hay margen para maniobrar, el destino es estrecho
o nos hacemos historia o pasamos al desecho
allí donde nacen los que nunca amaron en libertad.
Ahora dime la verdad.
¿Me estás esperando?

Exploté. Parecía que no.
Necesito un poco de suavidad sobre la rugosidad de las horas.
Siento frío en esta primavera con dudas.
Punto. Punto. Punto.
Para abajo.
Punto.
Sácame de elegir siempre mal. Suplico una tregua.
La inconstancia de tu espera me desvela.
Hablo de dos en vez de una.

Un hombre se recibe de hombre
cuando llora sin honra sobre los mosaicos fríos
apoya sus manos en ellos porque es la ultima resistencia
algunos piden ayuda a Dios,
otros saben que el último apoyo, será el último
y empezarán a subir.
Yo pido tus hombros
¿los tengo para erigir?
Que las historias pasadas no sean leídas acá.
Ya he consumido en mi vida reales cuentos
como para volver a ficcionar la realidad.

El llanto expresión de vida.
Ella pasado que se resiste.
Vos una duda que el sueño me quita.
Descanso cero.
Paciencia en la cuerda floja.
Música mucha.
Piano demasiado.
Lectura abultada.
Realidad afilada.
Olvido empezado.
Tu nombre inscribiéndose en mis manos que acaban de secar las lágrimas...
llanto estremecedor hasta para el perro que mira atónito
llevándose a mi cuerpo a la frontera que no sé bien que divide,
tal vez evita que por ahora me cruce de carril, enterrado demonios
sembrando besos en tu ombligo,
para cosecharlo más tarde atrás de tu pelo.

Poema del llanto. Sin verso ni canto.
Deja que el agua sea fruto de dos pechos apasionados
y no de lo que reflota entre mierdas el antaño.
Las lágrimas saca a relucir el Principio del placer
y ella lo poco bueno que queda de mí.
Meritorio trabajo de moverse sobre lo ruín
a pesar que a veces sea parte del displacer.
De las lágrimas.
De no encontrar caras.
De signos extraños.
Ella permite que viva entre preguntas.
Sí.
Pero vivo. Hoy prefiero romperme el cráneo
para responder en pequeños diámetros enfebrecidos
las dudas que le seguirán,
a otras preguntas
que a morir en la seguridad del adiós que certifica que ya no volverá.






domingo, 18 de octubre de 2015

El escritor

Sé de muy buenas fuentes y unos cuantos apretujones interiores, que quienes escribimos- bien o mal- lo hacemos para escribir lo que otros ya tienen dibujado adentro. Algo nos falta, necesitamos tenerlo y escribimos. Como no resulta volvemos a intentarlo. Tenemos una biblioteca escrita y un vacío sin poder completar. Y debido al tiempo atroz nos vamos apagando y seguimos sin escribirnos internamente las ausencias que pesan. El tiempo es escritura, sobreviviendo en líneas que aunque se lean lindas esconden insatisfacción y angustia.

Como nos repetimos, reiterativos de las palabras y los sentimientos, daría todo esta verba inservible por estar escrito internamente. Sintiendo menos, escribiendo nada; a tener nada y escribir (casi) todo.

Los escritores, somos entonces, unos peleadores de la ausencia con armas desleales, pero tampoco hay otras-al menos conocidas- Nada nos completa, toda acción por ínfima que sea cala hondo, rebota más y tiene mayor acústica. El amor y el desamor se vive con la antinomia clásica, pero potenciada en miles de veces. Los otros sufren a partir de una mayor completud-nadie está completo, todos estamos en falta-

Preferiría estar más escrito y no escribir más: porque cada vez que hablo denuncio una ausencia y termino otra vez preso en una cárcel con un guardia sin la llave de esta celda turbulenta y que se la pasa escribiendo boludeces incompletas.

Vos y yo estamos enamorados- lo discutimos después- pero no sangramos por igual.

Hay una sonrisa distinta cuando nos vemos en pequeños escapes de nuestras vidas: hay algo de mí en esa risa. Tal vez porque me la estabas guardando. La que tenes periódicamente me gusta. La segunda me enamora y me coloca en vos.

Ya lo dije: el desamor es un regreso a casa. Me desenamoré de vos y de mí. No alcanzó con perderte, que también tengo que soportar un desarreglo sentimental que no puede parar.

El dolor es una resistencia a la locura, un reordenamiento psíquico, y un tour cercano a la muerte. Cuánto más nos duele algo, es mayor la cantidad de fotografías que sacamos desde atrás de un vidrio transparente a la muerte que no espera cuando ya no haya dolor propio y reine el ajeno, que se acercarán tan cerca a la muerte como quienes pasaron la raya, y son una retrato mental. Ergo, el duelo es una aproximación a la pérdida afectiva, una promesa de visita, un pedido de ayuda y un desesperado grito de auxilio a una energía disipada.

El amor es una redefinición constante, hoy, en esta situación, es una larga línea de puntos suspensivos... un aguardo en línea, mientras el mundo suena esperamos un poco de silencio en alguna noche descendiente y con la mitad del colchón comprado en la cotización del deseo, sacrificio, compañía, ilusiones y amor. A veces la vida se vuelve en un sonido constante y el amor una intermitencia para no quedarnos sordos; ni locos.

El enamoramiento es la compra de una imprevisto, pagadas en cuotas con intereses de previsibilidad a lo largo de los años.

El olvido es capa y espada; héroe y villano. La felicidad es una de las tantas formas que toma el olvido. La melancolía es su faceta más conocida. Olvidarse del destino, es una caricia en el alma reflejada en la cara.

El paraíso al que suelo pisar, está lejos de lo prometido y más cerca tuyo, sucediendo cada vez que te acuerdas de mí.

El saber es una promesa ignorante de quienes no saben nada. La nada suele ser todo. Y todo es menos que nada. La naturalización de las cosas: el pecado humano. Perdemos de vista a la belleza y al terror casi con la misma vara.

Él no es sin ella. Ella está incompleta siguiendo la regla del ser humano, pero se vuelve imperfecta sin él. Son complemento, pero juegan a relleno en otros terrenos infértiles.

Es una paradoja escribir sobre desolación en un mundo tan habitado.

Extrañarse suele ser un alimento que llena de ilusión y juega en el plano de la idealidad del amor. La tristeza abona a la soledad. Y vos me dejas ilusionado en una eterna soledad.

Estoy arrancando similares a los últimos párrafos y no sé a qué es. La "e" no me resulta mi letra favorita. Las definiciones limitan, pero me voy escribiendo adentro lo que no hay. Estoy definido, aunque no sepa cómo. Dícese. Tal vez para ser una definición debe haber un definidor. Nadie reclamó ese puesto. Esta realidad está dura para pelearla desde el vacío. Antes que trompear al viento prefiero escribir. Ya estoy gastado.

Erradamente, en mi aspecto lúdico, seguiré comenzando otro párrafo igual, como en mi vida. Retorno equivocadamente a juegos que causan gracia a pesar de conocer el desenlace trágico.

En un permitido destornillo a la rutina, viéndola como previsible y me preocupa que siga allí sin aplicar ninguna acción.

¿Existe la escapatoria? En todo caso, ¿escapando de mí llegaré a vos?

Estaría en el final. Se va acabando.

Escribo menos.

El escritor.

El adiós.

Ella.

Él.

E.
.



miércoles, 14 de octubre de 2015

Desamor

Mi realidad se ve distorsionada como mis dedos verdes alrededor de un vaso de gancia que llevaba sus semanas ofreciéndose para olvidarnos juntos. Desistí, no quería olvidar. Quería pensar. Ahora sí: a desacelerar el ritmo vertiginoso de sostener lo que está roto de fabrica.

Ella vino de sur al centro buscando su norte, ahora vuelve a su origen sin amor y sin norte. Cayó con poco, se va con menos. Hizo un par de apuestas, se va con deudas y con este amor que poco a poco se le irá disolviendo en la boca. Confió demasiado en la paciencia ajena desestimando la necesidad de dar, abrirse, dejarse lastimar. Lastimó e intenta escapar de la devolución. No quiere sufrir lo que su (ex) par está viviendo. Ella sabe que será olvidada, pero no lo quiere presenciar. No puede verse desaparecer en el mismo lugar donde tiró sus bolsos. No soporta la idea de perder el poder, desde donde controlaba el sentimiento de enfrente. Lejanamente movilizaba los hilos de lo más interno, puro y presencial que un ser puede construir- o que se le construye-. Más que hábil. Se y no se metió en mí. Tenía miedo de quedarse atrapada. Ella dice ser libre, pero está cercenada en la entelequia del amor con control y sin marcas.

No trajo los sueños, y ahora quiere ver si los dejó allá. Se vuelve. Se va. Deja miserias que debo saltar. Están en cada parte. Su perfume todavía me debilita. El olor se internaliza, capaz que así fue la primera vez que entró aquí. Ya no sé cuántas veces salió y volvió a entrar. Esta vez, la última, me reserve el derecho de admisión. Te llevas el rencor, lo cual es buenísimo porque no lo quiero cerca. Acá simplemente no podes volver a ingresar, pero te aseguro que no hay odio.

Hoy el desamor me dio su primer regalo: alivio. Despreocupado sigo tomando.

Perdí el gusto por lo agridulce de cada tanto, la amargura como el plato de cada noche. No soporto la incongruencia de tu discurso autoritario. Detesto haber sido una bala que rebotó en tu piel sin haber permeado tu resistencia. Ahora con resistencia y todo emprendes el regreso. Me dejas los proyectiles oxidados tirados en el inodoro. Te llevas todo lo que nos debemos. Me dejas la sensibilidad. Decidiste partir con el gato. Me desprecias al perro. Te llevas la cama, pero no al insomnio. Te cargas el lavarropa sin los trapos rotos, que quedan flameando a media asta, asumiendo el duelo. Te guardas la sensualidad dejándome huérfana a la sexualidad. No compartís tu blanco o negro, me apartas para mí los matices. Guardaste dentro de un folio, en el bolsillo delantero, a tus risas, quedando a cara larga. Te volves con insensibilidad, y yo con ciertas ganas de llorar en cada rincón. No guardas fotos, las mías se reproducen a cada instante ahí donde no podes ver. Viajarás con superficialidad, yo ahora estoy embalado en un viaje profundo a descubrir en qué he fallado. Eras futuro, ahora eres pasado. Yo soy esto que va cambiando.

Viniste con frío y tristeza... pocas veces pude quitártela. Payaso frustrado en velorios visitantes. Doblaste nuestros porvenires, a medio tejer, dejándome los bellos recuerdos. Al fondo de la valija queda tu discurso anti-amor, y por estos lados queda dando vuelta la ideología de inmolarse para salvar a otro corazón. Nunca pudiste construir un hogar en donde había calor. Vuelves al frío para ir en búsqueda de las respuestas a tus incertidumbres. No te olvidas de tu lindura, pero no podes quitarme el privilegio de haberla tocado, unido, emprolijado.

Negra de mi alma, ¿porqué me haz dejado?, ¿qué te faltó para haberla peleado? Parece que no te alcanzaron los momentos en que nos volvimos perfectos y rimábamos en lo desacertado de nuestro destino. Te olvidaste de los abrazos protectores cuando se nos derrumbaba la vida sobre la cabeza y cuando se te descomponía el ego, vomitando suplicas y fastidio. No alcanzaron las comidas, ni las madrugadas destinadas a irte a buscar al fin de tu soberbia, donde comenzaba y terminaba, en un par de pasos, tu suplicio.

El desamor está comenzando a cuenta gotas. En cada una de ellas, me derrito en fiebre, migraña y una tensión muscular que desobedece al cerebro resistiendo a duras penas la misión, que ya parece imposible, desagotarme de vos.

Flaca, tenes mucho. Te falta poco, empero no salís a buscar las tuercas que te hacen falta para que gires en cuasi perfección. Te conformas, para colmo exigís. No puedo olvidarme de esa figura, que teniendo lo que tenga por encima, metía más signos de exclamación a un amor, que nunca te gustó que te lo reconociera como tal porque sos fugitiva de la cursileria del amante, que hoy lo mataste tanto a él, a su amor y a toda expresión de amor. Vuelve a intentarlo, ya no conmigo. El desamor es un sepelio de un amor. No de todo el amor . No morí. Falleció lo nuestro. Volveré a amar, no a vos, a otra mujer, en otra dirección. En lo inmediato recibo con la cabeza gacha los pesares y lamentos.

Te llevaste al sur, me dejas el norte.

domingo, 11 de octubre de 2015

Volviendo

"Romántico empedernido", me definió. Y dijo que ese era el causal del malestar.

"Ya superaste cosas peores que estas", me alentó un amigo en el medio de la peatonal de las cosas vividas.

Cuánta vergüenza me da este dolor que nace de adentro tirando todo para su terreno. Cruje el exterior resistiéndose.

Vaya a saber cuán romántico soy al momento de caerse la ropa y desgarrarme en sentimientos. Tal vez solo sean contracturas sentimentales, pero son a causa de esforzarme para no caer, y no dejarte caer. Soy calculador, empero no frío. Me enojo, pero no me desenamoro a la primera cara de piedra, y por lo visto tampoco en la última. Quiero que sucedan cosas, pero no son las que están sucediendo.

"Sí, la cosa es no pensar"... leo. Ya no tengo escapatoria. Todo es un boomerang que me deposita en la almohada que da al frente a su refugio. Ahí en plena soledad donde se derriten las alas de volar e irme más allá. Esa almohada es el epicentro de la soledad. Empiezo a besarle los pies, a esquivar sus cosquillas y pudores, yendo por el cuello termino estropeándome contra esa pieza blanca. No llego a su boca. Travesía larga por un cuerpo pequeño, divinamente diseñado. Oscuro, como su interior. O nocturno, como su pelo, a veces recién mojado por baños a los cuales me gustaría ser invitado.

Es increíble que una allí dos caminos, que entiendo que provienen de un mismo puerto rojo, o es lo que hicieron de mí. Alerta que se denota en signos, a veces imperceptibles en el afuera. Salto pozos, caigo en acertijos. Y la cosa es no pensar. Cómo no voy a razonar la búsqueda de respuesta. Después me cuestiono la falta de descanso. Claro, pobre cuerpo resistiendo las embestidas del pensamiento circulando, haciendo un surco donde se esconden los dolores para no contarle a nadie esto que me avergüenza mencionar.

Manipuladora. Perversa al llevarme al juego de la contracción: vos o yo, pero que si me elijo termino perdiendo. Ya te dejé ganar. No importa el resultado, solo quiero abandonar, pero no del todo. Quiero bienestar, y ése sí enteramente.

El mundo de las promesas soy un deudor serial. En el planeta sentimental sos un eclipse desertor. Y yo una especie que necesita luz, claridad, visualización, fortaleza, calor. Vos estás hecha de cartón. Zafas de la angustia. Yo no huyo de lo que me pasa. Vos pones el mantel a la despedida, y yo me hago el boludo poniendo la pava lejos del fuego porque no estoy preparado, pero me cebo agua fría para apagar el verdadero fuego.

Durante la mañana había pensado cosas interesantes, ahora ando por esta llanura de inspiración. Cegado porque todo me lleva a mí y necesito ayudar para finalizar. No quiero más responsabilidades de las que ya me machacan en casa. Quisiera volver a escribir poemas de amor, de ilusiones, de mentiras con ternura, de mordedura de labios, de tus uñas sin pintar y amarguras maquilladas. También sobre la gentileza del tiempo al regalarme horas para mirarte mirándome enamorada, en aceptar que el bien o mal no es una objetividad universal, sino una concepción sentimental. Dejarnos llevar es el bien.Todo lo que hacemos después, el mal haciéndonos mal.

Se cae todo. Se va todo a su eje central, el interior. Necesito ayuda para externalizar y volver a subir. Poder descansar de lo que me agotó, recuperar la voluntad de volver a creer, desestimar los ultimátum unilaterales. Engañar a la memoria. Recibir a la paz. Apagar los motores. Aceptar que salir del amor es también una forma de volver.

viernes, 9 de octubre de 2015

Adiós

Los adioses no se dicen, se hacen.

Hablemos del adiós preciosa, y haceme precio. Los hasta nunca lo paga el perjudicado... y la otra parte se lleva gratis los sentimientos, creencias, secretos, intimidades, miedos del deudor, que se multiplican sistemáticamente por vacíos intransitables que lanzan golpes desde todos los costados.

Mareado te diría que te extraño.

Desearía, ya con la insolencia del fastidio y la angustia que desfigura mi cara, poder sincronizar de acá a un mes, ponele, el olvido. No quisiera olvidarte ya, no es que no ande apurado, sino que al menos te pienso en borracheras amistosas, en soledades azules y con canciones lentas que me desean suerte. Pensándote te tengo un rato más conmigo, quizá la racionalidad del dolor sea la cura a la terquedad de este amor, que anticipó, desvariando, el final. Callada ahí, sin un torbellino de mentiras que desbaraten a la verdad, con tus tobillos pequeños, una mirada que traspase la cara de este estúpido y encuentre algo  para entretenerse- entretenernos-, con una piel que cuando se deja mostrar estremece a los dedos que se acurrucan para no tocarla, o romper algo que se ve tan frágil y hermoso. Tu piel esconde su capacidad asombrosa de la opacidad amorosa. Sin embargo, si llegas a pasar un rato por ahí, te desean suerte. Te abracé hermosa, con sumo cuidado, aunque terminé pagándolo y me llevaste sin protección a las miserias de tu desamor. ¿Por qué hablas? ¿Por qué no me escuchas?

Te fuiste y dejaste en banda a las promesas que hablaban solas sobre unos almohadones. Pero claro, sos oído sordo a la felicidad. Tu recepción del otro está en mora.

A pesar de la hora nocturna, mis tristezas desayunan un pan con queso en el living de este hogar por el cual caminan a taco alto y beben mis últimas ganas de seguir con un desprecio como si fueran una gaseosa de mala muerte. Para colmo, hacen gárgaras y estragos al frente de este tipo acostado debajo de un perro que le promete fidelidad.

No es el momento para fotografías, estos son los momentos más caros del olvido, de todas maneras creo sentir un cobro de intereses desmedido. Todos parecen esconderse de la posibilidad de instalar en su mente estos fragmentos puros de la hijaputez de ponernos acá, porque carecemos de toda protección, creencia, somos peces pataleando en gotas de agua que salen de nuestros ojos. Quién quisiera verse desnudo y desprotegido ante el otro, desnutrido de amor, hambriento de cariño, sediento de una espera desinteresada, carente del color que otorgan los abrazos. Ya que andamos por acá, te habría agradecido si hubiese habido un abrazo, un perdón, un silencio. Ahora ando tirando los brazos buscando alguna cadera que desee darme asilo nocturno porque las noches me entregan palizas estremecedoras.

Las patas sucias hablan a la legua que transito el olvido. La que no aparece es la respuesta ante la pregunta de cuándo termina. Me gustaría sentir que mientras doy rodeos en un lodo violento, me abraces un rato. Que vea tus pies parándose en punta, consolándome. Te pago el olvido, pero abrázame. Y cállate. Por favor. No arruines, posiblemente, el gesto más digno que podrías tener. Sosteneme hasta que sienta que puedo volver a caminar. Huí, si eso es lo que tanto queres. Pero ahora, abrázame en silencio. Y que hable la promesa del tiempo, que por ahora patea alivios con dos piernas izquierdas.


miércoles, 7 de octubre de 2015

Corazón

Hay corazones que no siguen a la risa. El tuyo es uno de ellos. Mirá que sonrío, me río, me tiento y sin embargo tu cuore es entregado a la perversión. Señorita de inocencia radiante, no le des más el corazón a la tristeza o no dejes que corra tras ella. En mi casa no hay felicidad, jolgorio ni júbilo. Hay risas. La forma positiva de llorar.

El silencio se olvidó de mí, dejando eternamente su recado. Se hizo música creyéndose sonido con notas de silencio que no dicen nada; sólo figuran. Silencio que aplasta, corazón que no elegís y yo, sin embargo, te espero aquí. Suelto carcajadas para darle una superficie a la nada y nadar sobre ella. Y otra vez, dejo mostrar el interior de mi boca para que de una vez por todas alquiles estos labios por tiempo indefinido. No sé si al gastarme los labios de besos seguiré sonriendo, tal vez sí; tal vez no. No lo sé. Pero sí asevero, que habrá algo cansado de rodar, alimentándose de los días y haciéndose grande y será un amor, el cual todavía no inauguraste. La tijera y la cámara está en el primer cajón al lado de la sinrazón.

Tejo con unas agujas que llevan tu nombre un futuro incierto con puntos que no sé cómo destejer. Ya parece que no tiene vuelta atrás este punto arroz. Y varios puntos se han caído, como mi cara al verte infeliz y lejos como el viento de anteayer.

Te vi bailar con una soltura que hablaba mi idioma... dijo que dejaba el dolor al costado de tus caderas, alejándolo ante cada caderazo. Me volví loco. En ese swing se mareó mi enamoramiento y éste reconoció entre copas de más tarde que está presente en mí, que estoy enamorado de una mujer que corre atrás de otro corazón. No sé cómo te moves así, ni porqué está tan cerca el abismo.

Ya dejaste de ser la confusión de noches sin alma, sin pasaporte. Noches que anduvieron metiéndose de pecho entre las patas de un caminante que solo vuelve a casa para reír tristeza. A mis reflexiones de lado A y B las congelas en el refrigerador de la razón sacando a relucir un desmesurado juego de misterios, adivinanzas y besos sueltos al azar que ya no dicen nada pero anticipan todo. No obstante, espero llegar a la gloria con una identidad, una ocupación, por ejemplo médico de un corazón golpeado, policía de tu bienestar, bombero de los incendios de tu vida personal, locutor de tus emociones más intimas que debería tomar voz y voto, oficinista del papelerio de tu pasado, amo de llaves de cada uno de tus misterios-aunque señalame algunos sin resolver-, músico que se inspira al momento en que tus ojos lleguen a su puesta máxima y empiecen a iluminar, un mendigo que vaya a tus sábanas buscando refugio de murmullos que duelen, o un simple apicultor que junte toda la miel que se cayó mientras pensaba en vos.

No seguís la risa, me dicen que tampoco a la incertidumbre. Dame un beso y veremos a cuántos años nos podemos proyectar. Déjame limpiar el nombre de los hombres, tu dolor y esas cuantas lágrimas que han marcado tu piel. Otro beso. Otra proyección. Una nueva promesa de que pronto al sentir una risa correrás porque te haz cansado de estar del lado del dolor y buscarás demostrarle al mundo cuán perfecta puede ser una mujer al reírse, ésa misma que se tira a los brazos de otro caballero que le promete la lluvia, la rutina, los silencios, pero un amor que creció entre la maleza del dolor y a tu sombra, sin sol. Esos son amores robustos e imposibles de olvidar. No intentes que lo haga. Si quieres huir hazlo, pero acá estaré, atrás de estas murallas esperándote, haciéndome más grande. Haciéndolo más potente. Siguiendo el ilógico crecimiento de este amor que hoy se reveló como tal y no lo quería callar.