Mi realidad se ve distorsionada como mis dedos verdes alrededor de un vaso de gancia que llevaba sus semanas ofreciéndose para olvidarnos juntos. Desistí, no quería olvidar. Quería pensar. Ahora sí: a desacelerar el ritmo vertiginoso de sostener lo que está roto de fabrica.
Ella vino de sur al centro buscando su norte, ahora vuelve a su origen sin amor y sin norte. Cayó con poco, se va con menos. Hizo un par de apuestas, se va con deudas y con este amor que poco a poco se le irá disolviendo en la boca. Confió demasiado en la paciencia ajena desestimando la necesidad de dar, abrirse, dejarse lastimar. Lastimó e intenta escapar de la devolución. No quiere sufrir lo que su (ex) par está viviendo. Ella sabe que será olvidada, pero no lo quiere presenciar. No puede verse desaparecer en el mismo lugar donde tiró sus bolsos. No soporta la idea de perder el poder, desde donde controlaba el sentimiento de enfrente. Lejanamente movilizaba los hilos de lo más interno, puro y presencial que un ser puede construir- o que se le construye-. Más que hábil. Se y no se metió en mí. Tenía miedo de quedarse atrapada. Ella dice ser libre, pero está cercenada en la entelequia del amor con control y sin marcas.
No trajo los sueños, y ahora quiere ver si los dejó allá. Se vuelve. Se va. Deja miserias que debo saltar. Están en cada parte. Su perfume todavía me debilita. El olor se internaliza, capaz que así fue la primera vez que entró aquí. Ya no sé cuántas veces salió y volvió a entrar. Esta vez, la última, me reserve el derecho de admisión. Te llevas el rencor, lo cual es buenísimo porque no lo quiero cerca. Acá simplemente no podes volver a ingresar, pero te aseguro que no hay odio.
Hoy el desamor me dio su primer regalo: alivio. Despreocupado sigo tomando.
Perdí el gusto por lo agridulce de cada tanto, la amargura como el plato de cada noche. No soporto la incongruencia de tu discurso autoritario. Detesto haber sido una bala que rebotó en tu piel sin haber permeado tu resistencia. Ahora con resistencia y todo emprendes el regreso. Me dejas los proyectiles oxidados tirados en el inodoro. Te llevas todo lo que nos debemos. Me dejas la sensibilidad. Decidiste partir con el gato. Me desprecias al perro. Te llevas la cama, pero no al insomnio. Te cargas el lavarropa sin los trapos rotos, que quedan flameando a media asta, asumiendo el duelo. Te guardas la sensualidad dejándome huérfana a la sexualidad. No compartís tu blanco o negro, me apartas para mí los matices. Guardaste dentro de un folio, en el bolsillo delantero, a tus risas, quedando a cara larga. Te volves con insensibilidad, y yo con ciertas ganas de llorar en cada rincón. No guardas fotos, las mías se reproducen a cada instante ahí donde no podes ver. Viajarás con superficialidad, yo ahora estoy embalado en un viaje profundo a descubrir en qué he fallado. Eras futuro, ahora eres pasado. Yo soy esto que va cambiando.
Viniste con frío y tristeza... pocas veces pude quitártela. Payaso frustrado en velorios visitantes. Doblaste nuestros porvenires, a medio tejer, dejándome los bellos recuerdos. Al fondo de la valija queda tu discurso anti-amor, y por estos lados queda dando vuelta la ideología de inmolarse para salvar a otro corazón. Nunca pudiste construir un hogar en donde había calor. Vuelves al frío para ir en búsqueda de las respuestas a tus incertidumbres. No te olvidas de tu lindura, pero no podes quitarme el privilegio de haberla tocado, unido, emprolijado.
Negra de mi alma, ¿porqué me haz dejado?, ¿qué te faltó para haberla peleado? Parece que no te alcanzaron los momentos en que nos volvimos perfectos y rimábamos en lo desacertado de nuestro destino. Te olvidaste de los abrazos protectores cuando se nos derrumbaba la vida sobre la cabeza y cuando se te descomponía el ego, vomitando suplicas y fastidio. No alcanzaron las comidas, ni las madrugadas destinadas a irte a buscar al fin de tu soberbia, donde comenzaba y terminaba, en un par de pasos, tu suplicio.
El desamor está comenzando a cuenta gotas. En cada una de ellas, me derrito en fiebre, migraña y una tensión muscular que desobedece al cerebro resistiendo a duras penas la misión, que ya parece imposible, desagotarme de vos.
Flaca, tenes mucho. Te falta poco, empero no salís a buscar las tuercas que te hacen falta para que gires en cuasi perfección. Te conformas, para colmo exigís. No puedo olvidarme de esa figura, que teniendo lo que tenga por encima, metía más signos de exclamación a un amor, que nunca te gustó que te lo reconociera como tal porque sos fugitiva de la cursileria del amante, que hoy lo mataste tanto a él, a su amor y a toda expresión de amor. Vuelve a intentarlo, ya no conmigo. El desamor es un sepelio de un amor. No de todo el amor . No morí. Falleció lo nuestro. Volveré a amar, no a vos, a otra mujer, en otra dirección. En lo inmediato recibo con la cabeza gacha los pesares y lamentos.
Te llevaste al sur, me dejas el norte.
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