domingo, 11 de octubre de 2015

Volviendo

"Romántico empedernido", me definió. Y dijo que ese era el causal del malestar.

"Ya superaste cosas peores que estas", me alentó un amigo en el medio de la peatonal de las cosas vividas.

Cuánta vergüenza me da este dolor que nace de adentro tirando todo para su terreno. Cruje el exterior resistiéndose.

Vaya a saber cuán romántico soy al momento de caerse la ropa y desgarrarme en sentimientos. Tal vez solo sean contracturas sentimentales, pero son a causa de esforzarme para no caer, y no dejarte caer. Soy calculador, empero no frío. Me enojo, pero no me desenamoro a la primera cara de piedra, y por lo visto tampoco en la última. Quiero que sucedan cosas, pero no son las que están sucediendo.

"Sí, la cosa es no pensar"... leo. Ya no tengo escapatoria. Todo es un boomerang que me deposita en la almohada que da al frente a su refugio. Ahí en plena soledad donde se derriten las alas de volar e irme más allá. Esa almohada es el epicentro de la soledad. Empiezo a besarle los pies, a esquivar sus cosquillas y pudores, yendo por el cuello termino estropeándome contra esa pieza blanca. No llego a su boca. Travesía larga por un cuerpo pequeño, divinamente diseñado. Oscuro, como su interior. O nocturno, como su pelo, a veces recién mojado por baños a los cuales me gustaría ser invitado.

Es increíble que una allí dos caminos, que entiendo que provienen de un mismo puerto rojo, o es lo que hicieron de mí. Alerta que se denota en signos, a veces imperceptibles en el afuera. Salto pozos, caigo en acertijos. Y la cosa es no pensar. Cómo no voy a razonar la búsqueda de respuesta. Después me cuestiono la falta de descanso. Claro, pobre cuerpo resistiendo las embestidas del pensamiento circulando, haciendo un surco donde se esconden los dolores para no contarle a nadie esto que me avergüenza mencionar.

Manipuladora. Perversa al llevarme al juego de la contracción: vos o yo, pero que si me elijo termino perdiendo. Ya te dejé ganar. No importa el resultado, solo quiero abandonar, pero no del todo. Quiero bienestar, y ése sí enteramente.

El mundo de las promesas soy un deudor serial. En el planeta sentimental sos un eclipse desertor. Y yo una especie que necesita luz, claridad, visualización, fortaleza, calor. Vos estás hecha de cartón. Zafas de la angustia. Yo no huyo de lo que me pasa. Vos pones el mantel a la despedida, y yo me hago el boludo poniendo la pava lejos del fuego porque no estoy preparado, pero me cebo agua fría para apagar el verdadero fuego.

Durante la mañana había pensado cosas interesantes, ahora ando por esta llanura de inspiración. Cegado porque todo me lleva a mí y necesito ayudar para finalizar. No quiero más responsabilidades de las que ya me machacan en casa. Quisiera volver a escribir poemas de amor, de ilusiones, de mentiras con ternura, de mordedura de labios, de tus uñas sin pintar y amarguras maquilladas. También sobre la gentileza del tiempo al regalarme horas para mirarte mirándome enamorada, en aceptar que el bien o mal no es una objetividad universal, sino una concepción sentimental. Dejarnos llevar es el bien.Todo lo que hacemos después, el mal haciéndonos mal.

Se cae todo. Se va todo a su eje central, el interior. Necesito ayuda para externalizar y volver a subir. Poder descansar de lo que me agotó, recuperar la voluntad de volver a creer, desestimar los ultimátum unilaterales. Engañar a la memoria. Recibir a la paz. Apagar los motores. Aceptar que salir del amor es también una forma de volver.

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