Que nunca te llueva en el camino seco de la soledad que hace a la búsqueda de un amor, y que tu cuerpo esté resbaladizo, en donde se deslicen las soluciones que te acarician con ganas y se van motivadas, por dentro todo se pone más crocante y frágil.
Que nunca te dejen besos que prometen despedida porque se te quedarán eternamente anunciando que se van pero siempre quedarán vibrando encima de los míos; nombrándote en las madrugadas que ya no me oyen. Ellos no serán lo que fueron y consiguieron. Estos labios, cielo, son un hospedaje para los tuyos que duermen; cuando sueñan me llevan a un placer descontrolado que se sacia constantemente y quieren más; cuando cierran sus ojos sé que para no sufrir ni mirar para atrás se enceguecen pero dicen chau en un eco labial que me hace mal. Vivo sintiendo algo que ya pasó. Mi sentir es un resabio de lo que no fue.
Que nunca te miren como vos a mí, esas lunas con un eclipse de tristeza pidiéndome que desoiga tus ordenes. Que no te dejen la mirada enamorada, porque sabrás entender que hay amores no correspondidos y eso no debería de corresponderle a ninguna persona.
Que nunca desplacen a tu deseo por detrás de un mural imposible de permear.
Que nunca nadie vuelva a vos porque sus dioses estén jugando a la ruleta rusa sobre su cabeza, para que no te sientas su necesidad. Entenderás la diferencia entre necesitar y desear.
Que nunca te suspiren después de unos besos en el cuello porque sabrás que la felicidad es aire, o que anda en el aire. Yo entendí que la felicidad anda suelta, pero que para llegar a ella debo ponerme lo más cerca posible de tu cara. Eres mi puente al júbilo.
Que nunca se vista con lo que primero que tenga y te parezca igualmente bello. Entenderás lo subjetivo y anormal de la belleza, ubicada en un recoveco de la sorpresa: la persona bella- seguramente de la cual estamos enamorados- siempre nos sorprenderá-. Me llama la atención que todos los días de mi vida me enamores, cuando me levanté esos mismos días prometiéndome olvidarte y desayunando motivos para hacerlo.
Que nunca te falten mimos que traigan aparejado sospechas que persiguen independientemente de la movilidad o la pasividad. Que no recuerdes cuándo eras libre y todo sean dudas. Dudar que estás dudando. Preferir al otro por encima de vos. Ser preso de un enamoramiento que vacía, seca, quiebra, hace grietas y desequilibrios. En donde ser introspectivo no solo me permite conocer el vacío, sino ver que lo doloroso ya está en nosotros. Nacemos dolidos, ausentes, faltantes y el afuera únicamente toca esas fibras sensibles.
Que nunca te corran la cara.
Que nunca nadie crea en vos como yo en vos, sabiendo que estabas escondida en los escombros de la ideología miles de veces destruida. Con polvo de cal crees que podes unificar lo que sos y lo que deberías. Ni te digo que tengas la capacidad de contar de tantas maneras diferentes a la tristeza porque comprenderás, tiempo después, que hay algo que te reconforta de todo esto. La tristeza se escribe y se dice de una manera. El placer prohibido toma diferentes caminos para esconderse y dar sus toques reconfortantes para él, sólo para él.
Que nunca veas a la persona que amas guardarse para un otro que ayuda a enterrarla. Él sabe que vos en vez de guardarte te enterras, transformándote en imperceptible a todos; varias veces te pierdo, no te ubico, escapas de mi vista y este corazón. Te estás poniendo bajo la tierra de un sucio que no sabe jugar. Estás como muerta a años de que eso suceda. Decís que no "te pasa nada", ante mi pregunta. Lo que sucede querida es que te encuentras con la propia nada que saca a la luz lo superfluo de todo lo que te rodea, extravías los hilos conductores de un raro razonamiento para que explicarle a los demás porque sos feliz, mientras se te va quemando la mecha del deseo.
Que nunca veas al otro y te preguntes. ¿Por qué lo amo?, ¿qué es amar?, ¿de dónde sale esto?, ¿lo siento realmente en mi corazón o en mi cabeza, pero si es mi cabeza, lo estoy sintiendo o pensando?, ¿el amor es un pensamiento?, ¿qué pienso?, ¿cuándo paro de pensar? Cuando tengas certezas ingresarás en la seguridad que caracteriza al desamor: ya no siento lo mismo, no quiero más esto, no te quiero cerca. El amor puro es un gran signo de pregunta, tanto por su origen, las elecciones que hacemos y por la continuidad que le damos.
Que nunca te pase nada de esto. Primero porque jamás te desearía el mal. Y porque si algo de esto te ocurriese estarías a mi lado en este lugar de errados, donde yacen los equivocados, los inoportunos y los no correspondidos. Aquellos que la historia nunca realza pero que la conforman, ya que la historia la cuentan los ganadores, pero necesita de perdedores. A vos te ganaron, o te dejaste ganar (o vencer). No me interesaría escuchar qué te pasó, tampoco tenerte al lado. Dos no correspondidos en un mismo espacio y tiempo, que alguna vez fueron algo, no merecen más que el olvido.
No quiero olvidarte, ni tenerte aquí.
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