miércoles, 5 de enero de 2011

La enseñanza de uno

Ser uno es fácil porque simplemente tenés que ser vos, actuar y hablar como si estuvieses sólo, pero que difícil es ser uno en tiempos que uno es dos y tres, en donde es vapuleado y atacado cuando mantiene su estructura y sino la cambia, no ingresa en las operaciones matemáticas. Uno se debe multiplicar con y por uno, nunca dividirse, restarse ni mucho menos multiplicarse por otros números.


Esos libros matemáticos que poco saben sobre sentimientos plantean que el ideal es el diez poniendo en juego a muchas vidas inocentes que se desvelan pensando cómo llegar a serlo, muchos mueren en el intento y otros fallecen emocionalmente al llegar. Cada uno de ellos es tantas personas desglosadas a la vez para lograr el objetivo que no sabe quién es, cuál es su pasado, hacia dónde va y tampoco quiénes son sus amigos. Él no sabe nada apesar de estar en el trono que exigen los extensos libros escritos por vaya a saber quién y con qué fundamentación teórica, olvidándose que en la vida deben cumplirse objetivos con el cuerpo y alma.


No me multiplico por otro, no me dejo dividir y no sé sumarme ni restarme sólo me multiplico por mí mismo en cada persona que quiero y amo para que cuando la sudestada ingrese en la ciudad este abriéndoles la puerta de la calma, simpatía y contención. Sé que pierdo ante conceptos teóricos históricos traídos de generación en generación, sé que en la ciudad sin pensamientos seré aislado y discriminado, sé que perderé batallas enteras contra los requerimientos para ser aceptado en este lugar pero seré uno, tal cual soy, con mis risas y miedos, con mi autoestima a medio andar y con el primer grito fuerte de “bom día” enviado mediante el viento para alegrar al que me supervisa; allá andaré manteniéndome tranquilo, dándole identidad a mi corazón y alma dejándolos que sientan, piensen y sobre todo que sean una que enamore a uno y se inmolen en una sola persona sincera, confiable, sonriente y enamoradiza y que nunca dejen de ser esa unidad hermosa multiplicada en los corazones de los demás contagiándoles amor y enseñándoles el camino de uno, sí de ese uno felíz que allá va.

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