¿Qué hice? Tal vez, ¿qué no hice? Entre aplaudidores de saldo, acomodo y euforia me acomodé a tus idas, vueltas y estancamientos a la veda de la ruta. Desde ahí intenté todo. ¿Te cansó las mil formas de amoldarme a vos? o ¿me faltó alguna? Un extremista de oficio pruebo de más o de menos, jamás más o menos.
Mozo, chef con descendencia italiana; barrendero de madrugadas entre señoras con todos menos comedores completos, suciedad poco esquiva a visitas extrañas; emprendimiento solitario, vendido a la corporación; pobre, rico; serio, loco sonriente; escritor borracho, lúcido analista diurno de periódicos amarillos; cantante de ducha, músico profesional; lentos bochornosos de radio franelera, rock perdidos en vinilos; pelo corto, atarme el pelo; campo, ciudad; caminante de 5 kilómetros diarios, automovilista puteador de velocidades no recomendables; hagamos la paz, no, mejor la guerra; Clarín, 678; amigo empedernido de charlas inconclusas continuadas en horas y horas, solitario escritor de noches sin cantos.
Navegué sin detenerme, de izquierda a derecha, arriba o abajo, jamás me insinuó demasiada la centralidad, la liviandad en los asuntos: elijo la absurda idea lanzada en el analista de sueños o me quedo allí comentando frustraciones a través de modos indirectos. Atención, todo lo que digas podrá ser usado en tu contra.
Buscan mi corazón cuando está destornillado guardado debajo de tres pares de zapatillas. Piden cordialidad en los momentos que estoy fumándome a Lanata. Buscan sinceridad desde la ficcionaria realidad de estar ahí, en realidad bailoteo en arenas blancas de alguna playa dibujada sin alcohol. Solicitan paciencia en el instante que estoy tomándome un té de tilo, mientras pienso en estrellarme la cabeza contra la pared. Piden calor justo cuando almuerzo siestas, y ceno galletas con agua, o viceversa, qué sé yo. Ahí, precisamente, me reclaman decisión. ¿Por qué no me solicitás certeza? , ¿no querés?, ¿ pretendes afirmaciones? Chau.
¡Justo ahora me das la mano! Buscaba esa hermosa boca, señorita.
Si estás de animo para jugar un juego del cual resulte ganador hagamos lúdica mi derrota. Especialista en derrotas propias, ajenas, de todo tipo. Perdí la fe. Antes era muy católico, ¿te conté? Y cuando asumió el Papa(pongo mayúsculas para evitar discusiones sin moño) me interesó tan poco si recién me levantaba, leíste bien corazón, a eso de las 15 horas. Épocas pérdidas. Como hoy. Despierto en oscuridades sin bostezos.
Hace meses que dormía. No escribía ni en mi agenda de periodista. Hoy volví. Mañana no sé. Por lo pronto, no me pidas un futuro. Pídeme ahora. Lástima que ya pasó tu tiempo. Era antes. No después. Mi vida es un juego constante friccionado de pasados y futuros peleándose por ganarse mi comando de control. Ubícate donde puedas. Después lo vemos. Miento.
Otra vez, chau.
No hay comentarios:
Publicar un comentario