Un diario personal. Historias, cuentos, análisis y sobre todo, subjetividad a flor de palabras.
domingo, 6 de octubre de 2013
Círculo
En tiempos que hay que morir para que recuerden tu sonrisa, o al menos una caricatura de ella, gritar al vacío, sin escuchas atrás de la pared, puede volverse un actividad cuasi fatal. Y más cuando escaparse es volver exactamente al mismo lugar.
Intento salir de un circulo que no para de girar, que me tiene como punto de salida, también de llegada. Es devastador el proceso de ser olvidado antes que amado. Peor. El no sobre el si. Empeora. Se fue antes de llegar, algo de lo cual intento convencerme, nunca existió: construcciones sin libertad de una mente a cien revoluciones, de ésas que no ganaron ni salieron en los libros de historia, no fueron en contra del sistema sino en dirección contraria al sentimiento de bienestar algo olvidado en los audios radiales.
Su sonrisa ponía simplemente las cosas en su lugar ubicando mi mentalidad en cómo seducirla, pero tan sólo tuve que escucharla atentamente para saber que estaba peleando a puñetazos contra un molino de viento.
No hubo despedidas, tan solo perdí las manos.
El espacio que ocupa este fin deja sin puesto laboral al corazón. ¿Adónde estará? ¿En qué puerto estará bebiendo los alcoholes culpables de una soledad de larga data? Todos se están yendo avanzando sobre la misma calle que caminábamos juntos, me quedo atrás, otra vez solo. Un amigo me ofrece volver a poner en funcionamiento el circulo en sentido horario pero prefiero desistir de la oferta, no podría volver a resistir el manoseo de un amor que no habló y que ya me dejó sin orejas.
Te pido que no me trates de entender.
Quédate en silencio así te escucho mejor. Por lo pronto mandale saludos a tu boca de parte de mis mejores besos, los nunca dados entre silla y silla. Tal vez quede dando vueltas sobre la mesa de madera para marearme, perder la noción del lugar y salir de una vez por todas de acá.
Vuelvo al comienzo, insistes en entenderme... en tiempos locos quiero una mente sana, en tiempos hostiles quiero un corazón feliz. Y tu no me lo puedes dar. Tan simple, doloroso, y mortal como ello.
Si me permites un consejo: antes de anteponer el chau a tu hola, di al menos un tal vez... alguien podría morir intentando conocer tu afirmación.
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