viernes, 22 de marzo de 2013

Tus ojos

Me pierdo en ese profundo, hermoso y desconocido camino. Es oscuro, pero bello. No es opaco, es que falta la luz estando en el otro extremo de la metáfora a la que se podría recurrir. Me vuelve paranoico que no reluzcas seguido el subsuelo moviendo masas de otro planeta destinándome a una pelea banal contra el mundo. Pero esquivo ingresar allí. Es un miedo que jamás sentí. Es sentirse paralizado más allá de dónde, sin importar si llevo armas o me sienta armado, me desarmás en metal y alma.

Te saqué una excusa importante para ver si te acercabas a mí. Ahora no sé bien porqué estás frente mío. Si por la superficie o mi motivo real. Debe ser la primera, pero no pierdo las esperanzas de conseguir la cuestión de fondo aunque no peleé contra nadie en el exterior, sin salvarse el corazón de formar antenas con cuchillos: buscadores de cortar la emisión de ansiosas hormonas mediante el flujo de color vino hacia diferentes puertos.

Sé que sufriste en guerras contra idiotas masculinos caracterizados por tener pelotas sin piel y yo te aseguraría la paz, un amor constante como un libro que re-leerías por gusto, un beso cada mañana, la dulzura de la rutina repetida en encuentros iguales pero distintos y unas tácticas para vencer el día a día, las diferencias y el pasado, que tanto nos azotó. Es una inspirada revelación, que de todas maneras quedará oculta a tus ojos color café, a quienes no puedo ver más allá de que te sientes adelante de mi computadora. Me doy cuenta que estoy en el médico cuando miro a la izquierda, y llego al infierno cuando te relojeo como para que no te sientas ignorada por nada del mundo.

En alguna coma se describen nuestras similitudes que son muchas al visto de mis apreciaciones más atentas.Te invitaría a un trago, aunque el alcohol y mi cuerpo son agentes extraños y la resaca es el sentimiento que siempre evité aunque ya me emborraché con otro espíritu que después fue difícil de desintoxicar. Me levantaba mareado, con ganas de vomitar tu nombre, dándome vuelta todos tus besos, quedándome encerrado en el baño abrazado al inodoro blanco. Salí al cierre de la unificación de noches encadenadas en largos eslabones unificados por la soledad sin aire. Asfixiado entre cartas desordenadas posicionadas verticalmente, sobre ellas me acosté comiéndome el orgullo y el dolor.

No sé qué hago recordándote en la guerra y jamás en el amor. En realidad. Más allá de que me duela. Nunca en la ficción. No te mencionó por la ilusión a la que me sometiste, pero te nombro de corrido al contar cómo solté tu mano para hacer mi camino. Mal o más o menos estoy caminando. Lo importante es marcar una historia y no sentarse a ver cómo- supuestamente- construían mi futuro.

Quiero mirarte continuadamente en estos ratos nocturnos, pero no lo haré durante el día hasta que sepa que tu camino, ese que me intriga tanto, me conduce a una realidad y, por ende, me evitará volar en juegos circulares, tomarme hasta la contratapa de la ficción borracha, que te interna en estados psicodélicos grises y sin salida.

Al amor se ingresa por la puerta grande. Se sale cavando, ensuciándote, poniéndote viejo y mal-humorado. Quedás embarrado, sin visión y poca movilidad. No querés saber más nada. Claro, hasta que aparecen soluciones al pasado, a un presente apático y a un futuro que se vestía de cura. Todo cambia, al menos éso me demuestran tus ojos.

No hay comentarios: