El sincericidio me persigue. Ruego a las palabras que me salven de caer en la tentación.
Dicen los desahuciados con lentes que el amor es la antítesis de la inteligencia. Si es así, pues me encantaría hacer una licenciatura en cursileria. Vendería cada centímetro de mi inteligencia a la mejor apostadora de un corazón pinchado. Rifaría mi ser a que dos mas dos es cinco al costado de tu cintura. Preferiría desconocer de qué lado queda mi corazón si sé que vos me lo vas correr- con alegría- de acá para allá dejándolo donde deba estar. Elegiría no saber cuál es mi norte en esta ciudad si puedo verte los ojos para conocer adónde voy con esta mochila. Vendería las más bellas frases de Borges almacenadas en mi mente por tus palabras veloces con el objetivo que frenen un poco la vorágine de esta vida que me atropella.
No fui muy bueno en física. Las formulas me las macheteaba en la tapa de la calculadora con un lápiz y luego las borraba con el dedo gordo transpirado por la avidez de ese joven tramposo. Intento esbozar alguna. Me cuesta. Tu sonrisa + tus piernas en la madrugada = un hombre enamorado al cuadrado. La cursileria gana por goleada. Cada vez pierdo más inteligencia, y me convierto en un animal lleno de miedos, temores, ansías, secretos, expectativas y sueños persiguiendo al amor.
Las enemistades me hacen frente. El espejo es un buen enemigo: terco y de acción diaria. Me pregunto de dónde se apagan los pensamientos, si acaso habrá algún enchufe del cual tirar en caso de emergencia como lo fue hoy. Es una guerra cotidiana de la cual día de por medio termino enterrado sin velorio previo. Me duele la cabeza y lo intrínseco. Los vacíos son míos aunque responsabilice a otros por lo que no tengo ni tendré. La completud es un utopía incompleta en mi conciencia. El inconsciente viene jugando malos ratos en los sueños. Todo lo sueño, nada se realiza. En el fútbol el wing desapareció hace rato, y también acá.
Encerrado entre cuatro paredes intento salir por cualquier costado, la lógica me niega las posibilidades. Sin embargo, sigo chocando una y otra vez contra las mismas estructuraciones. Es muy claro, perdí la inteligencia para realzar al amor.
Intento descifrar las instrucciones de uso de este corazón aunque recuerdo que abandoné la cátedra de lengua castellana para estar a su lado.
Aposté todo por este amor, espero que haya sido todo menos una decisión inteligente. Deseo que haya sido la jugada más estúpida y repudiable, pero que nunca me agarre la culpa con la soledad escupiéndose con el aire del ventilador en la intemperie de la soledad.
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