Un diario personal. Historias, cuentos, análisis y sobre todo, subjetividad a flor de palabras.
domingo, 7 de septiembre de 2014
Necesito
Hay algo de tristeza en la cara, sonrío de mas: una forma de no admitir la derrota. Odio la paradoja de necesitarte lejos: lejos de vos, más cerca de mí. ¿Cuándo dejé de urgir más que unos mates para ser agradecido? ¿Quién fue la desgraciada que amplió el margen entre la felicidad y la angustia, que vomita recuerdos por doquier? ¿Adónde fueron a parar las noches musicales, y en qué momento empecé a necesitarte en mi cama? ¿Quién me convenció de que los silencios en dúo acallan pensamientos más que toda la maquinaria personal?
Necesito necesitar.
Sangran los pensamientos en estos médanos de domingo por la noche. El lunes va precalentado para laburar. Ya no sé resistir. No puedo escaparme más. Tanto milagro esquivo, que cuando un regalo tocó la puerta dejó el castigo de la espera. Esperar parece ser el precio que paga la felicidad para ser tan hermosa. Para mí es la carnada encubierta de la tristeza. Se inclina la cancha. Yo espero. Vos no me esperas.
Necesito que me necesites un poco. Necesitar que me necesites. Necesito ser necesitado.
La hermosura de tu frialdad se hace dura cuando queman las carencias. Es tan quebradizo este piso creado con improvisación de noches desconsoladas y necesidades a la orden del día. Ahora entiendo el porqué de tantas noches cerrando con llave el palacio de los enojos sin explicaciones. No sé cuánto más aguantaré sintiendo que ilusionado reitero el camino de la muerte. Me das vida y miseria con tus abrazos: me protegen minutos, me desabrigan horas. Los residuos de antiguos funerales le ponen flores a este revivir esporádico.
Campeón mundial de ser necesitado.
Un poco de miel en el torrente sanguíneo terminó por desbalancear trabajos históricos de equilibrio. Andaba tan bien y pobre, que ahora estoy tan mal y rico, como tus besos.
Imborrables ganas de necesitarte un poco.
Si supieras lo que siento. Si tan sólo fuese amigo de las palabras. Si no creyera que estoy a punto de perderte. Si sabría qué dice ese roble de piernas cortas. Si sería "sí". Y ya dejaría de bailar en patas con el "no": ése compañero incondicional de las malas limosnas. El huracán de ganas de que te quedes desterró la sequía nocturna de caricias rítmicas y risas sin filosofía más que la de tu belleza expresada a la perfección al cuadrado.
Te gano en necesitarte.
Hay algo de cíclico y me preocupa. El amor es reiterativo, aporta claves para conquistarlo, y cuándo sabes llamarlo por su nombre usas una y otra vez las tácticas ganadoras. La soledad es uniforme, plana.
Campeón esperando a que me necesites.
Deliciosamente te maldigo por empalagarme las noches. Si supieras linda, todo es tan reiterativo.
Necesito que me necesites un poco. Necesitar que me necesites. Necesito ser necesitado.
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