martes, 12 de agosto de 2014

El precio de buscarte

"¡Ey, está perdiendo la fe en vos!", me sacudió un viento con el alma fría. Asustado por el ruido de las ventanas pregunté, unido a los escalofríos, "¿quién?". Sólo hubo murmullos de pocos golpes y todo regreso a la llanura de mi noche.

Con el silencio con la guardia alta, empecé a tejer hipótesis desde diferentes puntos, tejí, destejí, me abrigué con bebes de respuestas, lloré con sus primeros llantos y mis mentiras. Nada terminaba de cerrar lo que aquella noche dejó inaugurada. Después pensé cuántas personas quedaban con creencia hacia mi persona, cuántos quedaban vivos de tantos mazazos en el bocho. Cero. Mi mayor virtud es ser olvidable y mi peor defecto es volver a insistir cuando me sacaron de sus bolsillos tan pegados al cuerpo y al centro de la tierra. La hermosura es un puente movedizo entre el paraíso y el precipicio de ser otro más en el recuerdo de un paisaje. Debo ser del montón. Una basura más que vuelve al vertedero. Luego entre cigarrillos ordeno esos papeles para que sea mi cama. Más tarde doy vuelta el tacho en el diván de mi analista, y regreso por un rato limpio a casa entre calles que no existen. La verdadera, de tierra, me quita la esperanza volviendo sucio. Hablando de esperanza, de lo que me pasó, otro de los defectos a mi cargo es volar más que narrar, prosigo. Si en el circulo personal no queda nadie que gire conmigo debe ser alguien que no conozca.

¿Porqué no pensar que el amor es un apuesta a lo desconocido? Alguna vez dije que amar es esperar. ¿Y si ella me espera en algún juzgado, en la plaza de dos hamacas que vi hace poco, en una casa a la vuelta de la esquina? ¿Seremos vecinos o nos decimos cosas a la distancia mediante enemistades intrínsecas de partidos políticos?

¡Mirá si todavía cree que vivo allá! Pues, será factible que se haya equivocado de domicilio, la atendiera otra persona que la maltratara. Ojalá que no amor. Antes de intentar, prueba con huir. Dejaré hasta el último pelo con tal de encontrarte: una pizca más de distancia no le hará más mal a nuestro amor cubierto de salsa de incógnitas. Me gustaría saber algo más de vos. Y vos quisiera saber algo más de mí. Mi mente es una cárcel de domingo a la tarde sin llave. No puedo ser garantista, pero te prometo despojarme de miedos, inseguridades, viejos amores con pegatina, lágrimas solidas que se acumularon en el circuito, y más. Y si no puedo, te amaré con más defectos de los quisiera, pero que llevan mi firma, condición sine qua non para
ser quien soy. Entonces no sé hasta qué punto me quiero sin eso. El amor, el deseo y la elección mutua debería ser suficiente.

¿Entonces porqué te desilucionas? ¿Eres tú acaso la que perdió la fe? Yo pateo charcos de melancolía más de lo deseado pero sé que en algún lado estarás, ¿vos dudás de mi existencia?, ¿ya no llevas el corazón abierto? Quiero que me aguardes, como lo hago yo. He muerto tantísimas veces, más de las quise, pero te imagino dorada y una sonrisa de oreja a oreja. Mi esperanza me hace creer que hasta nos gustan los mismos artistas, emocionándonos con idénticas partes de las canciones. Voy a ver si una vez por todas me alejo de la comodidad de amigos invisibles, recordando mujeres imposibles que pasaron por mi corazón escudriñando a la que me robe el viaje al más allá, dejándome estar a su -tu- lado en esta tortura de planeta.

Por ahora me invitan más de lo que yo convoco a noches de lujuria: cierro los párpados y dejo que el desafecto me gane entre las sábanas. Pago el alto precio de la belleza en cuotas con intereses que se cobran cada noche una alegría: voy entrando en default. Entre la rareza sigo sin olvidarte e intento quitar de la cama las últimas pesadillas de duda. Me topé con demasiadas hermosuras pero entre las que se fueron y la que espero se me apaga el cariño, los despertares conjuntos y desayunos sorpresas. No sé hasta que punto soy infiel a mi futuro, cuánto le dolerá los besos pagados de contado a buitres con legislación y en cama extranjera. Los buenos mamarrachos nos preparamos más para las despedidas con respectivos discursos que las bienvenidas con la mesa puesta y la comida caliente. El precio de buscarte es similar al de encontrarme: ir a tus brazos en llanta o esperar, con todo el riesgo disponible, estar un poco más hermoso.

El valor de hallarse afuera y adentro es una apuesta conmigo mismo, creyendo que estás en la misma disyuntiva: sanearse a si mismo o curarse en mañas ajenas. Por eso, no me quites tan rápido de los planes. Soy tan defectuoso como vos, sin embargo ni le pinto las uñas a tu belleza,pero creo en tu persona. Vos no te pierdas. La creencia mutua hace que nos esperemos desde el placer del presente recibiendo las palizas en el pasillo de los recuerdos mientras estamos aprestos a pagar unos buenos sobornos al futuro.

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