Estela ama. A Estela la aman. A Estela la descubrieron los milagros.
Cuando empecé a descubrir los caminos de Estela, alguien por debajo de una manta blanca me dijo que la Real Academia Española debería incorporar el término "estelear" por ella, inclusive se habla en el ambiente literario del miedo de los supuestos sinónimos de ser reemplazados para siempre: están cortando libros, paralizan pensamientos y dejan a pie a literatura de alto vuelo. A nuestra vida deberíamos estelearla un poco cambiándola para siempre: nos quejamos por pavadas, durante años lloramos encerrados en un baño a cosas creadas en pocos instantes por una cabeza.
Quien crea que le duele su "injustos" malos ratos lo invito a la vida de Estela. Dicen que ella transforma sus lágrimas en espadas de paz, y al convencimiento en oportunidades de conocer a los hijos de lo que ya fueron certezas e ilusiones. No hay que luchar por los muertos del mañana, se debe reinvidicar la vida de los que ya la dejaron, en un marco de creencia absoluta de algo mejor. ¿Lo consiguieron? Estela dice que sí. Y ella hace que sea así.
A Estela le faltaba algo. Hoy consiguió un mimo al corazón: un poco más de energía. Sus ojos así lo aseveran. También su capa, su pañuelo y su fortaleza. Estelear es destruir el tiempo para volver a ver a lo que nunca vio nacer pero que es parte de ella. Los concibió destruyendo la lógica, la naturaleza. A Estela la ayudan a estelear, pero bien podría sola. Sus compañeras son de fierro y la admiración es tan grande, pero Estela hay una sola. Se conversa por el pueblo que es la abuela de todos, pero ella buscaba a alguien que hoy encontró. Pero hace un rato me enteré que renovó energías y busca a otra gente que no sabe quién es. Ni dónde estará. Ella busca hasta por debajo de las rocas en el fondo del mar de las luchas desiguales.
A Estela la quisieron matar. A Estela la quisieron contaminar. A Estela le dijeron mil veces que no politizara su lucha. Sin embargo no pudieron con Estela. Su triunfo es una consecuencia plena de ella con sus manos llena de caricias de hijos ajenos y hace años un viento sur la sacó de la impotencia de ir en contra de los que manejaban los intereses de su pueblo. Ella dice que a este territorio lo hacemos entre todos, pero qué seríamos sin Estela.
Estela llama a emocionarse y ella está entera hablando. No sé cómo hace para seguir esteleando. No sé cómo se bancó este trapo tan fuerte ante los maquiavélicos criollos. Estela supo ilusionarse diariamente mientras ella vivía días oscuros. Y un día menos para disfrutar con él. Y un día más creyendo en la justicia. El tuerto vio mejor que el cabezón, el represor y el ladrón. Estelear es la antinomia a ajusticiar. Sus uñas están intactas, sus pies cansados, su corazón adolorido y su cabeza en perfectas condiciones para que sólo la escuches, aunque ella, en ratos de melancolía y silencio, se olvidó de oírse.
Podrá dejar correr su sangre, pero es su sangre; ella no carga con ninguna otra sobre su piel. Corre por ella tranquilidad, confianza, esperanza y mucha paz. Estela sabe transformar su sangre en hechos y en palabras. Ella es hechos y palabras. Más lo primero que lo segundo.
Romper con el ruido es anudarse la garganta para nunca más volver a tapar el silencio que reitera en eco esas voces que no están, pero ella conversó con su herencia. Tal vez la invitaron a subir a un hotel y un descanso que la esperan, pero ella qué va a subir si en esta tierra sigue buscando lo que la oscuridad se robó durante la siesta del sol. Estela da luz. Estela ilumina aunque ella por largos periodos estuvo a oscuras esperando que el gen de la familia se activase en esa persona: tarde o temprano. Se prendió. Lo encontró. Se abrazaron. No hubo demasiadas palabras. ¿Qué se podrían decir?
Estelear a la política, los intereses, los asesinos de pocos testículos, el "perdón", a los hijos de puta foráneos con sangre argentina, a los jueces corruptos, al silencio, al llanto desconsolado, a las cosas que se prometieron no volver, a las amenazas, la represión, la indiferencia, a los hegemónicos, a los capturadores sin escrúpulos. Estela hizo eso. Y más. Tantísimo más. Y ella no lo sabe.
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