Podré morir mil veces, si me asegurás que renaceré. Esto podrá doler, pero no importará si me garantizás que me lo quitarás con tres inyecciones de amor. Aguantaré los más crujientes silencios solamente si después le das letra a mi futuro. Sospecharé, juzgaré y criticaré en primera instancia, únicamente si sé que habrá una segunda para reinvidicarme.
El amor es el medio de transporte para buscar la completud, pero necesito viajar y viajar: hombre incompleto si los hay. Si te arrepientes, ponte guantes... o desvitete de las ropas del tiempo mendigo. Tu suspiro nocturno, indicador de sueño profundo, debajo de mi cuello me garantiza por instantes nuestra eternidad. Maldita realidad que quema el sueño y la noche.
Siento que estoy haciendo todo exactamente mal. Te pido disculpas, suelo creer que quedarme quieto en algunos rincones de mi dolor dejaré todo fluir; todo lo contrario para vos. En la cuadra del dolor todos somos malos vecinos, por eso salí a buscar una extraña de tonada distinta que le diera un tinte diferente a mi futuro en blanco y negro. Mi amor es trágico si después no vienes para darme fe.
Vengo a ser egoísta con el devenir de las palabras, no me importa formar parte de tus lágrimas porque sé que después las podré borrar, no por mi capacidad, sino porque el futuro despeja los grises de los ojos y gracias a ello saldrá la sonrisa por entre las tormentas desperezándose.
Tu sagacidad y energía te fueron dados por un error de los dioses al momento de crearte, hermosa equivocación para todos, menos para ellos; el error nos salva de la ingenuidad de no querer aprender. Tengo fábulas, miedos y espantos conmigo, todo el tiempo, pero quisiera aprender a sonreír aunque sienta que no pueda combatir contra el sol. Al tocar tus pies siento que ya puedo volar tranquilo en mis sueños.
Todo es mérito tuyo por derribar pared tras pared.
Saldría a matar a todos mis problemas internos, pero dame tiempo me falta coraje: en el sorteo de cualidades no fue inscripto por falta de papeles. Suelo quedarme más tiempo en los agujeros que sobre la superficie de la libertad...tantos sueños que aún me quedan por enarbolar.
Me gustaría tener la misma prisa en la escritura que en los pensamientos sin salida de emergencia.
No quisiera saber adónde vamos si mañana me contás que te quedas conmigo. No me molestan tus mentiras sólo si después me dices la verdad de tu amor.
En el vaivén de las mentiras y las verdades los hombres jugamos a estar lo más cercano posible de la realidad. Mi único deseo es estar con vos. ¿Será realidad?
Un diario personal. Historias, cuentos, análisis y sobre todo, subjetividad a flor de palabras.
domingo, 30 de noviembre de 2014
martes, 25 de noviembre de 2014
La risa
Ha muerto la risa. No es cómica la invitación a su velorio.
Llorando las angustias de un año entero bajo presión: rebalsó el charco sobre la caja de madera podrida. Con los cachetes lavados recojo los pedazos de las creaciones temporales para evitar entrar en default emocional. Los buitres del recuerdo rompieron con las reestructuraciones del pasado con el presente. Es difícil pagar las deudas rotas con la punta de la realidad; las estimaciones perfectas fueron imperfectas en su resolución, el tribunal ordenó pagar todas las promesas de contado y en efectivo ante lo que nunca fui.
El juez no es justo frente al paso del tiempo, que anda siempre a destiempo: nunca corriendo a la par, sino tomando ventaja mirándonos desde adelante esperando que en algún momento alguien lo alcance. Las ansiedades se deshicieron en mi boca generando un volcán diario que sube y baja por la garganta. Vomito todo lo que como y las cicatrices sin digerir. Al lado del inodoro encontré ayer un objetivo pequeño que nunca alcancé. En los ojales de la camisa a cuadros se refugia la piel sana, que es mínima y precavida ante la restante quemada y desgastada.
Los abogados vanidosos se absolvieron a sí mismos, escapándose por las migas de sus mentiras. La militarizada culpa me bombardeó la flaca resistencia. La soberanía se termina donde empiezan los recuerdos de los demás sobre mí, generalmente muy oscuros. No tengo más agua en el tanque de las ilusiones. Se desfondaron los vasos de mi autoestima dejándome con sed de escape.
Las risas deben ser redundantes para que su mensaje nunca pierda su sentido obvio de desnaturalizar lo estructurado en las facciones de la realidad. Aunque en mi caso, la obviedad se estrelló y falleció la risa, generándome todo menos gracia y ganándome las caras largas del insoluble presente.
Llorando las angustias de un año entero bajo presión: rebalsó el charco sobre la caja de madera podrida. Con los cachetes lavados recojo los pedazos de las creaciones temporales para evitar entrar en default emocional. Los buitres del recuerdo rompieron con las reestructuraciones del pasado con el presente. Es difícil pagar las deudas rotas con la punta de la realidad; las estimaciones perfectas fueron imperfectas en su resolución, el tribunal ordenó pagar todas las promesas de contado y en efectivo ante lo que nunca fui.
El juez no es justo frente al paso del tiempo, que anda siempre a destiempo: nunca corriendo a la par, sino tomando ventaja mirándonos desde adelante esperando que en algún momento alguien lo alcance. Las ansiedades se deshicieron en mi boca generando un volcán diario que sube y baja por la garganta. Vomito todo lo que como y las cicatrices sin digerir. Al lado del inodoro encontré ayer un objetivo pequeño que nunca alcancé. En los ojales de la camisa a cuadros se refugia la piel sana, que es mínima y precavida ante la restante quemada y desgastada.
Los abogados vanidosos se absolvieron a sí mismos, escapándose por las migas de sus mentiras. La militarizada culpa me bombardeó la flaca resistencia. La soberanía se termina donde empiezan los recuerdos de los demás sobre mí, generalmente muy oscuros. No tengo más agua en el tanque de las ilusiones. Se desfondaron los vasos de mi autoestima dejándome con sed de escape.
Las risas deben ser redundantes para que su mensaje nunca pierda su sentido obvio de desnaturalizar lo estructurado en las facciones de la realidad. Aunque en mi caso, la obviedad se estrelló y falleció la risa, generándome todo menos gracia y ganándome las caras largas del insoluble presente.
martes, 28 de octubre de 2014
Sincericidio
El sincericidio me persigue. Ruego a las palabras que me salven de caer en la tentación.
Dicen los desahuciados con lentes que el amor es la antítesis de la inteligencia. Si es así, pues me encantaría hacer una licenciatura en cursileria. Vendería cada centímetro de mi inteligencia a la mejor apostadora de un corazón pinchado. Rifaría mi ser a que dos mas dos es cinco al costado de tu cintura. Preferiría desconocer de qué lado queda mi corazón si sé que vos me lo vas correr- con alegría- de acá para allá dejándolo donde deba estar. Elegiría no saber cuál es mi norte en esta ciudad si puedo verte los ojos para conocer adónde voy con esta mochila. Vendería las más bellas frases de Borges almacenadas en mi mente por tus palabras veloces con el objetivo que frenen un poco la vorágine de esta vida que me atropella.
No fui muy bueno en física. Las formulas me las macheteaba en la tapa de la calculadora con un lápiz y luego las borraba con el dedo gordo transpirado por la avidez de ese joven tramposo. Intento esbozar alguna. Me cuesta. Tu sonrisa + tus piernas en la madrugada = un hombre enamorado al cuadrado. La cursileria gana por goleada. Cada vez pierdo más inteligencia, y me convierto en un animal lleno de miedos, temores, ansías, secretos, expectativas y sueños persiguiendo al amor.
Las enemistades me hacen frente. El espejo es un buen enemigo: terco y de acción diaria. Me pregunto de dónde se apagan los pensamientos, si acaso habrá algún enchufe del cual tirar en caso de emergencia como lo fue hoy. Es una guerra cotidiana de la cual día de por medio termino enterrado sin velorio previo. Me duele la cabeza y lo intrínseco. Los vacíos son míos aunque responsabilice a otros por lo que no tengo ni tendré. La completud es un utopía incompleta en mi conciencia. El inconsciente viene jugando malos ratos en los sueños. Todo lo sueño, nada se realiza. En el fútbol el wing desapareció hace rato, y también acá.
Encerrado entre cuatro paredes intento salir por cualquier costado, la lógica me niega las posibilidades. Sin embargo, sigo chocando una y otra vez contra las mismas estructuraciones. Es muy claro, perdí la inteligencia para realzar al amor.
Intento descifrar las instrucciones de uso de este corazón aunque recuerdo que abandoné la cátedra de lengua castellana para estar a su lado.
Aposté todo por este amor, espero que haya sido todo menos una decisión inteligente. Deseo que haya sido la jugada más estúpida y repudiable, pero que nunca me agarre la culpa con la soledad escupiéndose con el aire del ventilador en la intemperie de la soledad.
Dicen los desahuciados con lentes que el amor es la antítesis de la inteligencia. Si es así, pues me encantaría hacer una licenciatura en cursileria. Vendería cada centímetro de mi inteligencia a la mejor apostadora de un corazón pinchado. Rifaría mi ser a que dos mas dos es cinco al costado de tu cintura. Preferiría desconocer de qué lado queda mi corazón si sé que vos me lo vas correr- con alegría- de acá para allá dejándolo donde deba estar. Elegiría no saber cuál es mi norte en esta ciudad si puedo verte los ojos para conocer adónde voy con esta mochila. Vendería las más bellas frases de Borges almacenadas en mi mente por tus palabras veloces con el objetivo que frenen un poco la vorágine de esta vida que me atropella.
No fui muy bueno en física. Las formulas me las macheteaba en la tapa de la calculadora con un lápiz y luego las borraba con el dedo gordo transpirado por la avidez de ese joven tramposo. Intento esbozar alguna. Me cuesta. Tu sonrisa + tus piernas en la madrugada = un hombre enamorado al cuadrado. La cursileria gana por goleada. Cada vez pierdo más inteligencia, y me convierto en un animal lleno de miedos, temores, ansías, secretos, expectativas y sueños persiguiendo al amor.
Las enemistades me hacen frente. El espejo es un buen enemigo: terco y de acción diaria. Me pregunto de dónde se apagan los pensamientos, si acaso habrá algún enchufe del cual tirar en caso de emergencia como lo fue hoy. Es una guerra cotidiana de la cual día de por medio termino enterrado sin velorio previo. Me duele la cabeza y lo intrínseco. Los vacíos son míos aunque responsabilice a otros por lo que no tengo ni tendré. La completud es un utopía incompleta en mi conciencia. El inconsciente viene jugando malos ratos en los sueños. Todo lo sueño, nada se realiza. En el fútbol el wing desapareció hace rato, y también acá.
Encerrado entre cuatro paredes intento salir por cualquier costado, la lógica me niega las posibilidades. Sin embargo, sigo chocando una y otra vez contra las mismas estructuraciones. Es muy claro, perdí la inteligencia para realzar al amor.
Intento descifrar las instrucciones de uso de este corazón aunque recuerdo que abandoné la cátedra de lengua castellana para estar a su lado.
Aposté todo por este amor, espero que haya sido todo menos una decisión inteligente. Deseo que haya sido la jugada más estúpida y repudiable, pero que nunca me agarre la culpa con la soledad escupiéndose con el aire del ventilador en la intemperie de la soledad.
domingo, 19 de octubre de 2014
La felicidad y la tristeza
Al final del día, cuando todos nuestros triunfos se van a dormir, nos vamos a encontrar con nuestra soledad. No importará si estamos acompañados o no, si reímos a multitudes o somos unos ermitaños jóvenes, la soledad agazapada nos esperará con sus dientes de hielo para chuparnos las últimas ilusiones que quedaron impregnadas en nuestros cuellos. Es el momento más desagradable, al cual maldigo, que me consume momentos de vida.
Mi esperanza es escapar con el viento, pero... ¿para qué llamo a la maldita esperanza? Si es uno de los peores sentimientos. Es la terapia intensiva que ni siquiera nos prepara para morir. Un respirador que nos extiende la vida para seguir esperando los latidos de su visita, que nunca llegará. Para eso, prefiero descansar en la eternidad extrañándola.
En este cielo terrenal de nubes blancas y malas rachas estoy atado, sin poder ir a llorar al infierno, por la esperanza que me ata: desvelándome al aguardo de que vuelvas. No puedo siquiera empezar a tejer el duelo de esta perdida que me quita palabras, sueño... y sueños.
¿Habrá felicidad por fuera de la felicidad que me dabas? Fuiste mi regalo griego. La caja de Pandora a Prometeo. Pero mi plenitud estaba en aquellos bailes, en suaves movimientos que nos hacían sentir felices. Fuera de ellos, todo era una bisturí cortándome en pedacitos al aguarde de más pistas de aire: un completo armado de chistes por decir, los lineamentos de la rutina conjunta, y sabiendo que todo lo demás significaba para el pensamiento unas vacaciones.
Ahora sólo pienso en pensar: estoy pensando en dejar de pensar. Pienso que pensar duele, al doler pienso en qué manera dejar de pensar para que no duela más.
Quisiera brindar con las copas vacías de una noche empachada de dolor y emborracharme por vigésima vez, y debutar en el olvido.
¿Será la felicidad un genial invento de la inteligencia para escapar de la tristeza del encuentro con uno mismo? Y si fuese así, ¿la misma sería irreal al ser una construcción mental? En consecuencia, manteniendo esta hipótesis, entendería un poco más, dándole justificativo, a su poca duración.
La felicidad es el otro. La tristeza es uno. Allá, física o mentalmente, somos felices. Acá, sobrios o borrachos, estamos solos.
Te fuiste privándome de tu interior. Intenté a diestra y siniestra entender, descubrir, abarcar, simplificar tu costado más meritorio y sospechoso. No pude o no quisiste. Porqué no ambas.
Todos están celebrando, y yo, mientras tanto, descorcho una pregunta infinita sin respuesta.
La tristeza se me pinta en la piel cuando en este interior que te demostré se contiene de expresar una emoción buena o mala. La distancia no importa, aún tengo cosas para decir. Ninguna será una genialidad de un poeta contemporáneo con el alma escabulliéndose por entre los huesos rotos. Me garantizan del cementerio de los hombres vacíos que hay una felicidad después del quebranto.
Pienso que la felicidad es la siesta de la vida entristecida por amores de baja autoestima que terminan por suicidarse después de envenenar el banquete de la sobremesa sobre tu pecho.
Soslayo que la tristeza es vivir.
Me voy a poner el sombrero que está en el perchero cercano a la puerta, saliendo a surfear tristezas para llegar a la playa de la felicidad, que minutos después no será más que agua. Y si la vida no es más que un océano de preguntas puntiagudas, ¿qué es?
jueves, 16 de octubre de 2014
Eleonor
A Eleonor le duele el corazón, como anoche, y no sabe qué ponerse para salir a llorarle de encubierto al mundo sin ofertas. Se prueba un par de blusas y unas remeras mangas largas y nada le queda entallado al cuerpo como quisiera, tampoco sus sentimientos encuadran en ese cuerpo delgado de jueves por la mañana. Sale muy desvestida intentando pescar enfermedades que maten los parásitos en cercanía, peligrosamente, a su botón de autodestrucción.
A Eleonor hoy le falta energía. La noche en vela le quita las risas por reír, y le anticipa lágrimas de soledades cercanas en bondis fantasmas de una ciudad apagada. Se muerde las uñas desgastadas de la mano del orgullo para no escribirle a quien la abandonó en cuanto se dio cuenta lo que estaba pasando. Le sangran los pendientes por la cutícula. Quisiera matarlo pero cuando lo piensa, él la asesina con silenciador.
A Eleonor el silencio le hace bien y mal, quisiera una nueva oportunidad para morir y matar: y porqué no seguir amando como yuntas. Solo tristes melodías desfilan por el celular buscando ser la reina de la melancolía, la antípoda a la cursileria de ojos lejanos y todo le vuelve a lastimar, sin que la miren, una vez más. Camina vacía, desnuda, triste... y nadie se da cuenta.
A Eleonor le dicen payasa porque hace reír, su locura es el juguete preferido de nenes y nenas que extrañan el pasado, que cuando más le arden las angustias buscan en su reparo la diversión sin lógica. Todos le dicen que es fácil la vida, aparentemente una cuestión de ponerse felicidad como una prenda, y ella se siente un reptil inválida intentando avanzar con un sol que la quema. La impotencia de patalear buscando un apoyo que le permita arrancar. Sin embargo, hay un sentir insoportable que no muere, no se sabe si porque no encuentra un refugio oscuro como lecho o porqué carajo.
A Eleonor le duelen las escaleras a su séptimo piso, pero al menos le molestan las piernas y no la cabeza. Efecto efímero. Descanso reparador. El día en que la muerte la deje de perseguir tomará ascensores y en las esquinas se pondrá a pensar en ese pibe del segundo que se cruzó en la entrada y le pareció guapo... mientras tanto sigue en la batalla del olvido, desnuda, sola, desamparada.
A Eleonor le cuesta mentir con palabras, pero en hechos disimula dolores. Las verdades se le salen fáciles por la boca, pero el cuerpo las confina a espacios mudos. La ilusión la ahorca y promete frialdad. Vuelve a amar desconsoladamente aunque le implique la más palpable angustia en una cama de dos meses sin arreglar.
A Eleonor la han defraudado y su imputado no fue a declarar. Su vida tiende a empeorar y en el otro punto de este recorte busca irse para nunca más volver, allá donde prometen una vida de alegría y eternidad: le prometieron completud y no quiere esperar.
A Eleonor le duele el corazón. Vuelve enferma a casa. Su objetivo se cumplió a medias: en la calle captó enfermedades... otra melancolía innegociable hace que la espera se achique mientras se acuesta a olvidar de él, del frío, de la vida y esa puta lucha por cosas que jamás llegarán. Y su botón se acciona.
Eleonor dice adiós con dolor.
miércoles, 15 de octubre de 2014
Te quiero. Y sé porqué
Los huesos helados necesitan más noches de apretones contra el pecho de enfrente.
El cariño repentino es el cementerio súbito de longevas soledades amistosas.
Tu humor es la antítesis de la sombra que me persiguió hasta que sacaste por tus ojos color miel un sol brillante.
Te quiero. Y sé porqué.
Te quiero porque cambiaste con tu sonrisa de labios estirados y apretados, el color de tu piel, lo fijo de tu mirada y tu devolución de chistes lo serio, incoloro, ciego y antipático de mi alma.
Te quiero porque te vendí mis miedos y lo transformaste en terrazas donde se secan los porvenires, previamente ahogados. Y lo compraste con tu llegada.
Te quiero porque me demostraste que una presencia puede sola ante diez mil fantasmas.
Te quiero porque tus piernas abrazan el pasado de patas cortas dándole un justificativo después de tanta lágrima.
Te quiero porque ahora el llanto se calcó en su cara transparente el tatuaje de tu hombro izquierdo.
Te quiero porque tu fortaleza me empuja a esperarte cuando más siento que te pierdo.
Te quiero porque dejé de probarme líquidos químicos de laboratorio para ser tu más ilusionado experimento.
Te quiero porque saco municiones de guerra ante dudas de infante.
Te quiero porque las mañanas silban entusiasmada canciones que ambos conocemos. Y la noche se empaca ante la inutilidad de su oscuridad silenciosa.
Te quiero porque recargas mis baterías con la exhalación de tu aire siempre tan renovador.
Te quiero porque izamos de la mano la bandera de los sueños rotos sin vergüenza.
Te quiero porque nunca te llamé pero siempre te intenté localizar en la guía de las buenas bebidas.
Te quiero porque le das audiencia a mis discursitos de idealista con disfonia. Te quiero porque me miras fijo como si nada alrededor lograra su ruidoso cometido.
Te quiero porque tu boca sabe decir. Te quiero porque tu boca me sabe elegir.
Te quiero porque estacionas tu calma camuflada en mi estacionamiento de ansiedades tacañas. Te quiero porque tu andar acelerado pone en segunda a mi corazón.
Te quiero porque hay ustedes y un nosotros.
Te quiero porque la idealidad del amor es un libro amargo sin leer. Te quiero porque me escribís bien en esta historia por caminar.
Te quiero porque nuestros abrazos se unen rápido. Te quiero porque aunque me duela esperarte me gusta buscarte desarreglada y desprevenida en mis recuerdos.
Te quiero porque disfruto el silencio pos humorada, ése mismo al que escape pisando fuerte unos mosaicos de amargura.
Te quiero porque podría seguir toda la noche escribiéndote para tal vez jamás leas el porqué de todo lo que te quiero que es continuo, permanente, inalterable, supremo, inteligible, perfecto, hermoso.
Te quiero porque te elegí con todo el miedo del mundo. Y ahora el mundo se hace a partir de la frase que te diré en esta noche valiente antes de irme a dormir: "te quiero". Y sé porqué.
miércoles, 8 de octubre de 2014
El olor de nunca acabar
El olor es un amor desarmado. Un alma incinerada, un corazón con goteras, un perfume dormido en la almohada, unos besos mojados que instalan una cocina de recuerdos en los bigotes. El amor distribuido. repartido, roto en olor. A veces hace bien. En otras oportunidades tapa eventualmente el aliento propio. Y muchas veces más destruye el sentido del olfato. Él terminó siendo un perro perdido buscando con su nariz el hospital del pasado con triple fractura expuesta. Un pirata con traje deseando llegar a lamerse las heridas. Un hombre con avidez de que le digan "te quiero".
Las palabras son traicioneras ante las necesidades: empalagan o enfrían los sentimientos que no deberían. El que mucho lo necesita seduce al silencio y viceversa. Él moría ante sus espacios en blanco, y un pasado que de atrás lo pinchaba con un tenedor. Ser poco hablado es una consecuencia de haber invitado- borracho, canchero y ciego- a bailar a la paradoja.
Lo inevitable compartió esa copa.
Este muchacho no podía entender cómo en los vacíos existía el dolor. Aparentemente la soledad se ahorca en invisibles nervios en el medio de la nada para abarcar un todo mental imposible de desplazar.
Sus noches de desapego eran eternas: cada minuto era un clavo nuevo sobre la cruz de conocer el final. Pasaron las lunas, y los soles tomaban mate cocido desconfiando del futuro. Sangraba sus risas sociales. Sus ojos marcaban notas menores de un tango en duelo. Sus oídos pedían a gritos su voz. Sus carcajadas más allá, imaginadas por él, les disparaban cañonazos a las patas de la voluntad en silla de rueda.
Él la extraña y ella no lo escucha.
Se dibuja una lágrima en el contraste entre la felicidad de querer y la ausencia de ser querido. La paradoja sigue bailando a pesar de que él le soltó la mano, cuando se enteró que esa chica que nunca lo terminó de conocer murió pasada la primera vuelta de besos.
jueves, 18 de septiembre de 2014
Cuestión de lados
Cuando giro hacia mi izquierda ya nadie me protege.
El llanto rompe la noche y nunca volverá a ser lo que era. En lo que ya no está ni estuvo mis ganas se cambian de ropa. Queda tu olor, algunos pelos y tu transpiración sobre una parte de la cama que no me animo a pisar con mi cansancio, las ideas brillantes están calvas y no hay nada sexy en mí. Sobre mis cicatrices ingresan tus sueños, miedos, inseguridades, gritos, destierros transformándose en sueños, mis sueños... ya no duermo más. Cambiaste mi vida con luces prendidas y apagadas, alegre y herida, con besos y cachetazos. El tango entristece e identifica mi desamor y su acordeón me hace mover la cabeza, cerrar los ojos y disfrutar que me hayas dejado todo de vos, excepto tu cuerpo, aunque el recuerdo sea el paredón de fusilamiento de la relamida realidad.
En la pieza contigua está la felicidad pensando maniobras milagrosas con alcoholes y cartas amarillas. Somos unos malentendidos que nos equivocamos dulcemente, pero los errores permiten avanzar pero cuando se tensa tira con toda su fuerza para atrás. Éramos la visión de un espejo pequeño intentando vernos de cuerpo entero: éramos gigantes adelante sin fundamento por atrás. ¿El mundo será así? ¿Habremos sido nosotros o lo que gira?
El techo tiene una humedad descarada .
Abajo del colchón hay tierra.
¿Olvidamos? O, ¿olvidamos que queremos olvidar? Me parecería perverso quitarte de mi mente. Y que me saques de la tuya. Te destiné todo lo que tuve, lo que no, para que me saques a las trompadas del lugar del recuerdo. Y vos, no salís de los míos. Porque no te tengo únicamente a vos, me tengo a mí a tu par, mis años, avances, retrocesos, y más. No estoy con borcegos para ir a la guerra, nena. Si querés pelear enfréntate con tus fantasmas armados hasta los dientes. Sonríe un poco más, ya que tus ánimos de enojada lástima lo que dejé en tu cara.
Giro a la derecha.
Entre tanto desecho no me olvido de vos
te extraño cuando tengo alegrías y tristezas.
Eres mi conquista entrañable, y me gusta tu viveza
de entender a un tipo que saboreó la rareza.
Me gusta sentirte viva y que yo viva
de a poco nos vamos acomodando a este bonito pacto
de ir de a poco, diría prácticamente muy despacio
porque a las malas experiencias hay que sacarle su espacio.
No era tan grande la tierra aunque doliese el parto
acordamos vernos a la mitad,
no salíamos casi nunca del lugar del llanto
cuando todo se acaba
un buen lugar es el canto.
Nos cantamos muy desafinados
nos toreamos de antemano.
A tu frío, con desacato al pasado, yo te lo calmo.
mientras a tus tristezas yo les cubro las manos
Te quiero, ante todo
estas de pie al finalizar mis peores días
te quiero más, después de todo
porque me acompañas en mis cobardías.
Hoy son días que necesito pasar lento por vos
quisiera saberte aquí
sin permiso, pago o vergüenza con tos
y que nunca te vayas despacio por atrás
ni que dejé mi felicidad en algún cuerpo más.
Vos.
Todo sería una cuestión de qué lado nos acostamos.
De un lado la soledad y en el otro el amor. En un costado vos y tus restos. En el otro vos y tu futuro.
Lo que viene dice que seguiremos estando.
Te quiero a toda luz aunque atrás no pare de estar oscuro.
El llanto rompe la noche y nunca volverá a ser lo que era. En lo que ya no está ni estuvo mis ganas se cambian de ropa. Queda tu olor, algunos pelos y tu transpiración sobre una parte de la cama que no me animo a pisar con mi cansancio, las ideas brillantes están calvas y no hay nada sexy en mí. Sobre mis cicatrices ingresan tus sueños, miedos, inseguridades, gritos, destierros transformándose en sueños, mis sueños... ya no duermo más. Cambiaste mi vida con luces prendidas y apagadas, alegre y herida, con besos y cachetazos. El tango entristece e identifica mi desamor y su acordeón me hace mover la cabeza, cerrar los ojos y disfrutar que me hayas dejado todo de vos, excepto tu cuerpo, aunque el recuerdo sea el paredón de fusilamiento de la relamida realidad.
En la pieza contigua está la felicidad pensando maniobras milagrosas con alcoholes y cartas amarillas. Somos unos malentendidos que nos equivocamos dulcemente, pero los errores permiten avanzar pero cuando se tensa tira con toda su fuerza para atrás. Éramos la visión de un espejo pequeño intentando vernos de cuerpo entero: éramos gigantes adelante sin fundamento por atrás. ¿El mundo será así? ¿Habremos sido nosotros o lo que gira?
El techo tiene una humedad descarada .
Abajo del colchón hay tierra.
¿Olvidamos? O, ¿olvidamos que queremos olvidar? Me parecería perverso quitarte de mi mente. Y que me saques de la tuya. Te destiné todo lo que tuve, lo que no, para que me saques a las trompadas del lugar del recuerdo. Y vos, no salís de los míos. Porque no te tengo únicamente a vos, me tengo a mí a tu par, mis años, avances, retrocesos, y más. No estoy con borcegos para ir a la guerra, nena. Si querés pelear enfréntate con tus fantasmas armados hasta los dientes. Sonríe un poco más, ya que tus ánimos de enojada lástima lo que dejé en tu cara.
Giro a la derecha.
Entre tanto desecho no me olvido de vos
te extraño cuando tengo alegrías y tristezas.
Eres mi conquista entrañable, y me gusta tu viveza
de entender a un tipo que saboreó la rareza.
Me gusta sentirte viva y que yo viva
de a poco nos vamos acomodando a este bonito pacto
de ir de a poco, diría prácticamente muy despacio
porque a las malas experiencias hay que sacarle su espacio.
No era tan grande la tierra aunque doliese el parto
acordamos vernos a la mitad,
no salíamos casi nunca del lugar del llanto
cuando todo se acaba
un buen lugar es el canto.
Nos cantamos muy desafinados
nos toreamos de antemano.
A tu frío, con desacato al pasado, yo te lo calmo.
mientras a tus tristezas yo les cubro las manos
Te quiero, ante todo
estas de pie al finalizar mis peores días
te quiero más, después de todo
porque me acompañas en mis cobardías.
Hoy son días que necesito pasar lento por vos
quisiera saberte aquí
sin permiso, pago o vergüenza con tos
y que nunca te vayas despacio por atrás
ni que dejé mi felicidad en algún cuerpo más.
Vos.
Todo sería una cuestión de qué lado nos acostamos.
De un lado la soledad y en el otro el amor. En un costado vos y tus restos. En el otro vos y tu futuro.
Lo que viene dice que seguiremos estando.
Te quiero a toda luz aunque atrás no pare de estar oscuro.
domingo, 7 de septiembre de 2014
Necesito
Hay algo de tristeza en la cara, sonrío de mas: una forma de no admitir la derrota. Odio la paradoja de necesitarte lejos: lejos de vos, más cerca de mí. ¿Cuándo dejé de urgir más que unos mates para ser agradecido? ¿Quién fue la desgraciada que amplió el margen entre la felicidad y la angustia, que vomita recuerdos por doquier? ¿Adónde fueron a parar las noches musicales, y en qué momento empecé a necesitarte en mi cama? ¿Quién me convenció de que los silencios en dúo acallan pensamientos más que toda la maquinaria personal?
Necesito necesitar.
Sangran los pensamientos en estos médanos de domingo por la noche. El lunes va precalentado para laburar. Ya no sé resistir. No puedo escaparme más. Tanto milagro esquivo, que cuando un regalo tocó la puerta dejó el castigo de la espera. Esperar parece ser el precio que paga la felicidad para ser tan hermosa. Para mí es la carnada encubierta de la tristeza. Se inclina la cancha. Yo espero. Vos no me esperas.
Necesito que me necesites un poco. Necesitar que me necesites. Necesito ser necesitado.
La hermosura de tu frialdad se hace dura cuando queman las carencias. Es tan quebradizo este piso creado con improvisación de noches desconsoladas y necesidades a la orden del día. Ahora entiendo el porqué de tantas noches cerrando con llave el palacio de los enojos sin explicaciones. No sé cuánto más aguantaré sintiendo que ilusionado reitero el camino de la muerte. Me das vida y miseria con tus abrazos: me protegen minutos, me desabrigan horas. Los residuos de antiguos funerales le ponen flores a este revivir esporádico.
Campeón mundial de ser necesitado.
Un poco de miel en el torrente sanguíneo terminó por desbalancear trabajos históricos de equilibrio. Andaba tan bien y pobre, que ahora estoy tan mal y rico, como tus besos.
Imborrables ganas de necesitarte un poco.
Si supieras lo que siento. Si tan sólo fuese amigo de las palabras. Si no creyera que estoy a punto de perderte. Si sabría qué dice ese roble de piernas cortas. Si sería "sí". Y ya dejaría de bailar en patas con el "no": ése compañero incondicional de las malas limosnas. El huracán de ganas de que te quedes desterró la sequía nocturna de caricias rítmicas y risas sin filosofía más que la de tu belleza expresada a la perfección al cuadrado.
Te gano en necesitarte.
Hay algo de cíclico y me preocupa. El amor es reiterativo, aporta claves para conquistarlo, y cuándo sabes llamarlo por su nombre usas una y otra vez las tácticas ganadoras. La soledad es uniforme, plana.
Campeón esperando a que me necesites.
Deliciosamente te maldigo por empalagarme las noches. Si supieras linda, todo es tan reiterativo.
Necesito que me necesites un poco. Necesitar que me necesites. Necesito ser necesitado.
jueves, 4 de septiembre de 2014
Días difíciles
Mi sonrisa pide clausura municipal por insalubridad: ríe suciamente mientras llora barro de color piel. Cansado. Con el cajón del medio atravesado por una daga.
Tocaron la puerta, era la tristeza, el cansancio, la rutina, el desprecio, la incomunicación, el futuro, y la añoranza. Todos y todas juntas, así intercalados entre hombres y mujeres. Ellos de sports, transpirados. Ellas de luto. Sinceramente algo no andaba bien. Y así fue. Venían a cobrarme viejas deudas que saldé con manos abrazadas pero sin tinta. Me cagaron a trompadas, se llevaron todo. Menos a mí. Me habría gustado que me hayan perdido por algún monte rebelado con los mapas: ignoto.
Pero me quedé acá, atormentado de secreto: subí el volumen de la música a niveles insoportables para que lo revelado por otros decodifiquen qué de todo esto es lo que siento de arriba a abajo. No hubo caso, pero al menos "la música sonó más fuerte que los problemas". Es un día con doble zurda.
¿Será que la desaparición de lo que no conocemos asesina en silencio? Es difícil. No lo conozco. No lo extraño. Pero es uno menos. Y resta. Y cómo. Otro más que resta. Puta madre. Soy enemigo del dolor ajeno, pero éste se escabulló por alguna propia sin sanar, a media costura. Lo incurado avasalla sobre lo que es incapaz de borrar. Todo los rincones están secos por fuera, crudos en su corazón, roban la calma. No hay refugio de paz abajo de la tierra que avanza y tiembla como mi pulso.
Pareciera que la solución es dejarse... no nadar inclinado, ya que nadie te espera con una mano y una confianza. Mis problemas son contestadores. Reclaman por su desconsuelo de noble material. Y eso que esperé una eternidad por su confianza, pareciera que será así hasta que sea tierra de gusanos
Soy creyente, al punto de llevar mi cadenita de plata con la representación de alguien que lo creo más humano de lo imaginado por muchos. No discuto su creación, sí sus niveles de errores. No sé cómo ni cuándo llego a ser lo que es. Pero es humano, y así entiendo sus goles errados, su rencor, el codazo en las alturas, la desconfianza en las promesas de emergencia, llevarse gente que cultiva lo que otros se chorean impunemente. Dios de la carne y el error. Dios en la creación, las asistencia y la ayuda desconsiderada. Es el mismo. No lo hace más ni menos. Y él como persona está cansado y me dejó en la lona. Conozco el diablo de la promesa permanente, de sufrir acá con mis pantalones para otra desvestida de problemas. Premiado, reconocido.
El paraíso en donde descansan mis mejores besos está tronando sobre casa. Me refugio en el baño a rezar. No sé si Dios está escuchando a los músicos que se llevó o a mí. El humano es egoísta. Como tal, él lo es.
Debería rezarle al santo de los días difíciles: final.
martes, 2 de septiembre de 2014
Algo, no sé qué
Tiro el ancla en las ausencias. La avidez gana territorio en el truco cantando re truco. El pelo se cae sencillamente porque nadie lo peina con los dedos. Hace mis buenos ratos que despilfarro oportunidades a propósito.Soy el que renuncia sin cartas, presencias, sino que logro que me echen con motivos. Me apresuro a abandonar personas como por ilusionar a otras que después me despedirán con causales, los cuales fueron minuciosamente diseñados. El despido es primero mi retirada, y después la expulsión. Renuncio a renunciar. Acepto despedidas sin indemnizaciones.
Ando necesitando un abrazo que no este vestido de despedida: muchísimos besos silenciosos, sin motivos. Una limpieza de parabrisas con tus ojos secos, sin aproximación de lágrimas ni desconfianzas. Supe de muchas pérdidas que andan charlatanas de noche. Mis muertes son resultantes de las ajenas que no supe velar. Actúo en consecuencia: agradezco el aire, me asfixio en la confinación de lo que ya no será.
Ese algo, y no sé qué, hace ruido en un espacio vacío. Las pequeñísimas luces fueron testigos de los momentos esperados, que venía postergando. Lo que tanto anhelamos queda mejor como deseo que como posibilidad estructurada de miedos, inseguridades y volátil. Nada explotó, sólo se abrieron viejos deseos que carcomen las necesidades actuales siendo todo un revoltijo de ánimos, lenguaje y visión sobre lo que vendrá. Prosigo desatando presente, calzándome nuevas zapatillas y ajustando detalles.
Si improvisara sería buen par. Si buscara irracionalmente encontraría. Si olvidara desecharía. Si caminara hacia adelante ya no estarías acá.
Me pregunto, de vez en cuando, si alguno de mis besos quedaron por tus hombros, cuello y boca. ¿Lo sentís? El primerísimo primer plano de tu boca sigue siendo el foco de mi zapping en pijama. La evidencia es fotografiada por mis amigos preocupados por el estado de mi casa.
Ya no sé adónde voy. Y ese algo, no sé qué, menos que menos. Pero suma ante tanta resta.
Algo de la otra noche se hace día. Pero ilumina ante tanta noche.
Entre cosas sin definición se desesperan mis espacios vacios. Pero en el movimiento se construyen otros espacios con vos.
Algo cambia. Y todavía no puedo definir ese algo, no se qué. Aunque de una vez por todas debería dejar definirte a vos el sentimiento de poemas sin rimas, ausencia de romanticismo, promesas y planes, y ese no sé qué, que nos hace algo.
Ando necesitando un abrazo que no este vestido de despedida: muchísimos besos silenciosos, sin motivos. Una limpieza de parabrisas con tus ojos secos, sin aproximación de lágrimas ni desconfianzas. Supe de muchas pérdidas que andan charlatanas de noche. Mis muertes son resultantes de las ajenas que no supe velar. Actúo en consecuencia: agradezco el aire, me asfixio en la confinación de lo que ya no será.
Ese algo, y no sé qué, hace ruido en un espacio vacío. Las pequeñísimas luces fueron testigos de los momentos esperados, que venía postergando. Lo que tanto anhelamos queda mejor como deseo que como posibilidad estructurada de miedos, inseguridades y volátil. Nada explotó, sólo se abrieron viejos deseos que carcomen las necesidades actuales siendo todo un revoltijo de ánimos, lenguaje y visión sobre lo que vendrá. Prosigo desatando presente, calzándome nuevas zapatillas y ajustando detalles.
Si improvisara sería buen par. Si buscara irracionalmente encontraría. Si olvidara desecharía. Si caminara hacia adelante ya no estarías acá.
Me pregunto, de vez en cuando, si alguno de mis besos quedaron por tus hombros, cuello y boca. ¿Lo sentís? El primerísimo primer plano de tu boca sigue siendo el foco de mi zapping en pijama. La evidencia es fotografiada por mis amigos preocupados por el estado de mi casa.
Ya no sé adónde voy. Y ese algo, no sé qué, menos que menos. Pero suma ante tanta resta.
Algo de la otra noche se hace día. Pero ilumina ante tanta noche.
Entre cosas sin definición se desesperan mis espacios vacios. Pero en el movimiento se construyen otros espacios con vos.
Algo cambia. Y todavía no puedo definir ese algo, no se qué. Aunque de una vez por todas debería dejar definirte a vos el sentimiento de poemas sin rimas, ausencia de romanticismo, promesas y planes, y ese no sé qué, que nos hace algo.
martes, 12 de agosto de 2014
El precio de buscarte
"¡Ey, está perdiendo la fe en vos!", me sacudió un viento con el alma fría. Asustado por el ruido de las ventanas pregunté, unido a los escalofríos, "¿quién?". Sólo hubo murmullos de pocos golpes y todo regreso a la llanura de mi noche.
Con el silencio con la guardia alta, empecé a tejer hipótesis desde diferentes puntos, tejí, destejí, me abrigué con bebes de respuestas, lloré con sus primeros llantos y mis mentiras. Nada terminaba de cerrar lo que aquella noche dejó inaugurada. Después pensé cuántas personas quedaban con creencia hacia mi persona, cuántos quedaban vivos de tantos mazazos en el bocho. Cero. Mi mayor virtud es ser olvidable y mi peor defecto es volver a insistir cuando me sacaron de sus bolsillos tan pegados al cuerpo y al centro de la tierra. La hermosura es un puente movedizo entre el paraíso y el precipicio de ser otro más en el recuerdo de un paisaje. Debo ser del montón. Una basura más que vuelve al vertedero. Luego entre cigarrillos ordeno esos papeles para que sea mi cama. Más tarde doy vuelta el tacho en el diván de mi analista, y regreso por un rato limpio a casa entre calles que no existen. La verdadera, de tierra, me quita la esperanza volviendo sucio. Hablando de esperanza, de lo que me pasó, otro de los defectos a mi cargo es volar más que narrar, prosigo. Si en el circulo personal no queda nadie que gire conmigo debe ser alguien que no conozca.
¿Porqué no pensar que el amor es un apuesta a lo desconocido? Alguna vez dije que amar es esperar. ¿Y si ella me espera en algún juzgado, en la plaza de dos hamacas que vi hace poco, en una casa a la vuelta de la esquina? ¿Seremos vecinos o nos decimos cosas a la distancia mediante enemistades intrínsecas de partidos políticos?
¡Mirá si todavía cree que vivo allá! Pues, será factible que se haya equivocado de domicilio, la atendiera otra persona que la maltratara. Ojalá que no amor. Antes de intentar, prueba con huir. Dejaré hasta el último pelo con tal de encontrarte: una pizca más de distancia no le hará más mal a nuestro amor cubierto de salsa de incógnitas. Me gustaría saber algo más de vos. Y vos quisiera saber algo más de mí. Mi mente es una cárcel de domingo a la tarde sin llave. No puedo ser garantista, pero te prometo despojarme de miedos, inseguridades, viejos amores con pegatina, lágrimas solidas que se acumularon en el circuito, y más. Y si no puedo, te amaré con más defectos de los quisiera, pero que llevan mi firma, condición sine qua non para
ser quien soy. Entonces no sé hasta qué punto me quiero sin eso. El amor, el deseo y la elección mutua debería ser suficiente.
¿Entonces porqué te desilucionas? ¿Eres tú acaso la que perdió la fe? Yo pateo charcos de melancolía más de lo deseado pero sé que en algún lado estarás, ¿vos dudás de mi existencia?, ¿ya no llevas el corazón abierto? Quiero que me aguardes, como lo hago yo. He muerto tantísimas veces, más de las quise, pero te imagino dorada y una sonrisa de oreja a oreja. Mi esperanza me hace creer que hasta nos gustan los mismos artistas, emocionándonos con idénticas partes de las canciones. Voy a ver si una vez por todas me alejo de la comodidad de amigos invisibles, recordando mujeres imposibles que pasaron por mi corazón escudriñando a la que me robe el viaje al más allá, dejándome estar a su -tu- lado en esta tortura de planeta.
Por ahora me invitan más de lo que yo convoco a noches de lujuria: cierro los párpados y dejo que el desafecto me gane entre las sábanas. Pago el alto precio de la belleza en cuotas con intereses que se cobran cada noche una alegría: voy entrando en default. Entre la rareza sigo sin olvidarte e intento quitar de la cama las últimas pesadillas de duda. Me topé con demasiadas hermosuras pero entre las que se fueron y la que espero se me apaga el cariño, los despertares conjuntos y desayunos sorpresas. No sé hasta que punto soy infiel a mi futuro, cuánto le dolerá los besos pagados de contado a buitres con legislación y en cama extranjera. Los buenos mamarrachos nos preparamos más para las despedidas con respectivos discursos que las bienvenidas con la mesa puesta y la comida caliente. El precio de buscarte es similar al de encontrarme: ir a tus brazos en llanta o esperar, con todo el riesgo disponible, estar un poco más hermoso.
El valor de hallarse afuera y adentro es una apuesta conmigo mismo, creyendo que estás en la misma disyuntiva: sanearse a si mismo o curarse en mañas ajenas. Por eso, no me quites tan rápido de los planes. Soy tan defectuoso como vos, sin embargo ni le pinto las uñas a tu belleza,pero creo en tu persona. Vos no te pierdas. La creencia mutua hace que nos esperemos desde el placer del presente recibiendo las palizas en el pasillo de los recuerdos mientras estamos aprestos a pagar unos buenos sobornos al futuro.
Con el silencio con la guardia alta, empecé a tejer hipótesis desde diferentes puntos, tejí, destejí, me abrigué con bebes de respuestas, lloré con sus primeros llantos y mis mentiras. Nada terminaba de cerrar lo que aquella noche dejó inaugurada. Después pensé cuántas personas quedaban con creencia hacia mi persona, cuántos quedaban vivos de tantos mazazos en el bocho. Cero. Mi mayor virtud es ser olvidable y mi peor defecto es volver a insistir cuando me sacaron de sus bolsillos tan pegados al cuerpo y al centro de la tierra. La hermosura es un puente movedizo entre el paraíso y el precipicio de ser otro más en el recuerdo de un paisaje. Debo ser del montón. Una basura más que vuelve al vertedero. Luego entre cigarrillos ordeno esos papeles para que sea mi cama. Más tarde doy vuelta el tacho en el diván de mi analista, y regreso por un rato limpio a casa entre calles que no existen. La verdadera, de tierra, me quita la esperanza volviendo sucio. Hablando de esperanza, de lo que me pasó, otro de los defectos a mi cargo es volar más que narrar, prosigo. Si en el circulo personal no queda nadie que gire conmigo debe ser alguien que no conozca.
¿Porqué no pensar que el amor es un apuesta a lo desconocido? Alguna vez dije que amar es esperar. ¿Y si ella me espera en algún juzgado, en la plaza de dos hamacas que vi hace poco, en una casa a la vuelta de la esquina? ¿Seremos vecinos o nos decimos cosas a la distancia mediante enemistades intrínsecas de partidos políticos?
¡Mirá si todavía cree que vivo allá! Pues, será factible que se haya equivocado de domicilio, la atendiera otra persona que la maltratara. Ojalá que no amor. Antes de intentar, prueba con huir. Dejaré hasta el último pelo con tal de encontrarte: una pizca más de distancia no le hará más mal a nuestro amor cubierto de salsa de incógnitas. Me gustaría saber algo más de vos. Y vos quisiera saber algo más de mí. Mi mente es una cárcel de domingo a la tarde sin llave. No puedo ser garantista, pero te prometo despojarme de miedos, inseguridades, viejos amores con pegatina, lágrimas solidas que se acumularon en el circuito, y más. Y si no puedo, te amaré con más defectos de los quisiera, pero que llevan mi firma, condición sine qua non para
ser quien soy. Entonces no sé hasta qué punto me quiero sin eso. El amor, el deseo y la elección mutua debería ser suficiente.
¿Entonces porqué te desilucionas? ¿Eres tú acaso la que perdió la fe? Yo pateo charcos de melancolía más de lo deseado pero sé que en algún lado estarás, ¿vos dudás de mi existencia?, ¿ya no llevas el corazón abierto? Quiero que me aguardes, como lo hago yo. He muerto tantísimas veces, más de las quise, pero te imagino dorada y una sonrisa de oreja a oreja. Mi esperanza me hace creer que hasta nos gustan los mismos artistas, emocionándonos con idénticas partes de las canciones. Voy a ver si una vez por todas me alejo de la comodidad de amigos invisibles, recordando mujeres imposibles que pasaron por mi corazón escudriñando a la que me robe el viaje al más allá, dejándome estar a su -tu- lado en esta tortura de planeta.
Por ahora me invitan más de lo que yo convoco a noches de lujuria: cierro los párpados y dejo que el desafecto me gane entre las sábanas. Pago el alto precio de la belleza en cuotas con intereses que se cobran cada noche una alegría: voy entrando en default. Entre la rareza sigo sin olvidarte e intento quitar de la cama las últimas pesadillas de duda. Me topé con demasiadas hermosuras pero entre las que se fueron y la que espero se me apaga el cariño, los despertares conjuntos y desayunos sorpresas. No sé hasta que punto soy infiel a mi futuro, cuánto le dolerá los besos pagados de contado a buitres con legislación y en cama extranjera. Los buenos mamarrachos nos preparamos más para las despedidas con respectivos discursos que las bienvenidas con la mesa puesta y la comida caliente. El precio de buscarte es similar al de encontrarme: ir a tus brazos en llanta o esperar, con todo el riesgo disponible, estar un poco más hermoso.
El valor de hallarse afuera y adentro es una apuesta conmigo mismo, creyendo que estás en la misma disyuntiva: sanearse a si mismo o curarse en mañas ajenas. Por eso, no me quites tan rápido de los planes. Soy tan defectuoso como vos, sin embargo ni le pinto las uñas a tu belleza,pero creo en tu persona. Vos no te pierdas. La creencia mutua hace que nos esperemos desde el placer del presente recibiendo las palizas en el pasillo de los recuerdos mientras estamos aprestos a pagar unos buenos sobornos al futuro.
martes, 5 de agosto de 2014
Estela
Estela ama. A Estela la aman. A Estela la descubrieron los milagros.
Cuando empecé a descubrir los caminos de Estela, alguien por debajo de una manta blanca me dijo que la Real Academia Española debería incorporar el término "estelear" por ella, inclusive se habla en el ambiente literario del miedo de los supuestos sinónimos de ser reemplazados para siempre: están cortando libros, paralizan pensamientos y dejan a pie a literatura de alto vuelo. A nuestra vida deberíamos estelearla un poco cambiándola para siempre: nos quejamos por pavadas, durante años lloramos encerrados en un baño a cosas creadas en pocos instantes por una cabeza.
Quien crea que le duele su "injustos" malos ratos lo invito a la vida de Estela. Dicen que ella transforma sus lágrimas en espadas de paz, y al convencimiento en oportunidades de conocer a los hijos de lo que ya fueron certezas e ilusiones. No hay que luchar por los muertos del mañana, se debe reinvidicar la vida de los que ya la dejaron, en un marco de creencia absoluta de algo mejor. ¿Lo consiguieron? Estela dice que sí. Y ella hace que sea así.
A Estela le faltaba algo. Hoy consiguió un mimo al corazón: un poco más de energía. Sus ojos así lo aseveran. También su capa, su pañuelo y su fortaleza. Estelear es destruir el tiempo para volver a ver a lo que nunca vio nacer pero que es parte de ella. Los concibió destruyendo la lógica, la naturaleza. A Estela la ayudan a estelear, pero bien podría sola. Sus compañeras son de fierro y la admiración es tan grande, pero Estela hay una sola. Se conversa por el pueblo que es la abuela de todos, pero ella buscaba a alguien que hoy encontró. Pero hace un rato me enteré que renovó energías y busca a otra gente que no sabe quién es. Ni dónde estará. Ella busca hasta por debajo de las rocas en el fondo del mar de las luchas desiguales.
A Estela la quisieron matar. A Estela la quisieron contaminar. A Estela le dijeron mil veces que no politizara su lucha. Sin embargo no pudieron con Estela. Su triunfo es una consecuencia plena de ella con sus manos llena de caricias de hijos ajenos y hace años un viento sur la sacó de la impotencia de ir en contra de los que manejaban los intereses de su pueblo. Ella dice que a este territorio lo hacemos entre todos, pero qué seríamos sin Estela.
Estela llama a emocionarse y ella está entera hablando. No sé cómo hace para seguir esteleando. No sé cómo se bancó este trapo tan fuerte ante los maquiavélicos criollos. Estela supo ilusionarse diariamente mientras ella vivía días oscuros. Y un día menos para disfrutar con él. Y un día más creyendo en la justicia. El tuerto vio mejor que el cabezón, el represor y el ladrón. Estelear es la antinomia a ajusticiar. Sus uñas están intactas, sus pies cansados, su corazón adolorido y su cabeza en perfectas condiciones para que sólo la escuches, aunque ella, en ratos de melancolía y silencio, se olvidó de oírse.
Podrá dejar correr su sangre, pero es su sangre; ella no carga con ninguna otra sobre su piel. Corre por ella tranquilidad, confianza, esperanza y mucha paz. Estela sabe transformar su sangre en hechos y en palabras. Ella es hechos y palabras. Más lo primero que lo segundo.
Romper con el ruido es anudarse la garganta para nunca más volver a tapar el silencio que reitera en eco esas voces que no están, pero ella conversó con su herencia. Tal vez la invitaron a subir a un hotel y un descanso que la esperan, pero ella qué va a subir si en esta tierra sigue buscando lo que la oscuridad se robó durante la siesta del sol. Estela da luz. Estela ilumina aunque ella por largos periodos estuvo a oscuras esperando que el gen de la familia se activase en esa persona: tarde o temprano. Se prendió. Lo encontró. Se abrazaron. No hubo demasiadas palabras. ¿Qué se podrían decir?
Estelear a la política, los intereses, los asesinos de pocos testículos, el "perdón", a los hijos de puta foráneos con sangre argentina, a los jueces corruptos, al silencio, al llanto desconsolado, a las cosas que se prometieron no volver, a las amenazas, la represión, la indiferencia, a los hegemónicos, a los capturadores sin escrúpulos. Estela hizo eso. Y más. Tantísimo más. Y ella no lo sabe.
Cuando empecé a descubrir los caminos de Estela, alguien por debajo de una manta blanca me dijo que la Real Academia Española debería incorporar el término "estelear" por ella, inclusive se habla en el ambiente literario del miedo de los supuestos sinónimos de ser reemplazados para siempre: están cortando libros, paralizan pensamientos y dejan a pie a literatura de alto vuelo. A nuestra vida deberíamos estelearla un poco cambiándola para siempre: nos quejamos por pavadas, durante años lloramos encerrados en un baño a cosas creadas en pocos instantes por una cabeza.
Quien crea que le duele su "injustos" malos ratos lo invito a la vida de Estela. Dicen que ella transforma sus lágrimas en espadas de paz, y al convencimiento en oportunidades de conocer a los hijos de lo que ya fueron certezas e ilusiones. No hay que luchar por los muertos del mañana, se debe reinvidicar la vida de los que ya la dejaron, en un marco de creencia absoluta de algo mejor. ¿Lo consiguieron? Estela dice que sí. Y ella hace que sea así.
A Estela le faltaba algo. Hoy consiguió un mimo al corazón: un poco más de energía. Sus ojos así lo aseveran. También su capa, su pañuelo y su fortaleza. Estelear es destruir el tiempo para volver a ver a lo que nunca vio nacer pero que es parte de ella. Los concibió destruyendo la lógica, la naturaleza. A Estela la ayudan a estelear, pero bien podría sola. Sus compañeras son de fierro y la admiración es tan grande, pero Estela hay una sola. Se conversa por el pueblo que es la abuela de todos, pero ella buscaba a alguien que hoy encontró. Pero hace un rato me enteré que renovó energías y busca a otra gente que no sabe quién es. Ni dónde estará. Ella busca hasta por debajo de las rocas en el fondo del mar de las luchas desiguales.
A Estela la quisieron matar. A Estela la quisieron contaminar. A Estela le dijeron mil veces que no politizara su lucha. Sin embargo no pudieron con Estela. Su triunfo es una consecuencia plena de ella con sus manos llena de caricias de hijos ajenos y hace años un viento sur la sacó de la impotencia de ir en contra de los que manejaban los intereses de su pueblo. Ella dice que a este territorio lo hacemos entre todos, pero qué seríamos sin Estela.
Estela llama a emocionarse y ella está entera hablando. No sé cómo hace para seguir esteleando. No sé cómo se bancó este trapo tan fuerte ante los maquiavélicos criollos. Estela supo ilusionarse diariamente mientras ella vivía días oscuros. Y un día menos para disfrutar con él. Y un día más creyendo en la justicia. El tuerto vio mejor que el cabezón, el represor y el ladrón. Estelear es la antinomia a ajusticiar. Sus uñas están intactas, sus pies cansados, su corazón adolorido y su cabeza en perfectas condiciones para que sólo la escuches, aunque ella, en ratos de melancolía y silencio, se olvidó de oírse.
Podrá dejar correr su sangre, pero es su sangre; ella no carga con ninguna otra sobre su piel. Corre por ella tranquilidad, confianza, esperanza y mucha paz. Estela sabe transformar su sangre en hechos y en palabras. Ella es hechos y palabras. Más lo primero que lo segundo.
Romper con el ruido es anudarse la garganta para nunca más volver a tapar el silencio que reitera en eco esas voces que no están, pero ella conversó con su herencia. Tal vez la invitaron a subir a un hotel y un descanso que la esperan, pero ella qué va a subir si en esta tierra sigue buscando lo que la oscuridad se robó durante la siesta del sol. Estela da luz. Estela ilumina aunque ella por largos periodos estuvo a oscuras esperando que el gen de la familia se activase en esa persona: tarde o temprano. Se prendió. Lo encontró. Se abrazaron. No hubo demasiadas palabras. ¿Qué se podrían decir?
Estelear a la política, los intereses, los asesinos de pocos testículos, el "perdón", a los hijos de puta foráneos con sangre argentina, a los jueces corruptos, al silencio, al llanto desconsolado, a las cosas que se prometieron no volver, a las amenazas, la represión, la indiferencia, a los hegemónicos, a los capturadores sin escrúpulos. Estela hizo eso. Y más. Tantísimo más. Y ella no lo sabe.
domingo, 3 de agosto de 2014
Mar de preguntas: ¿Me lees?
Ella ya me olvidó.
Sentí el frío por mi piel. Mi sanción fue tremenda al punto de las lágrimas. Yo no la olvidé. Es parte de mi todo que se trabó con tu adiós de domingo pos almuerzo casero. Queda como registro un cosquilleo en el pecho que se conjuga con mis preguntas. Empiezo. ¿Adónde quedaron tus promesas? No puedo olvidarme de los "te amo por siempre", que se tatuaron en donde hoy se escabulle el escalofrío de un invierno mentiroso.
Construyo los hechos de una forma y otra; siendo asesino, como víctima, desde la inacción a ser un violento actor, y todo me conduce a extrañarte de igual manera con más o menos enojo pero inalcanzable para tanto sentimiento junto. Mi eterna compañera me resisto a decirte "adiós" sin que el tiempo nos haya sacado de la potencia de los hechos que nos llevaron a finalizar: ya estás fuera del paredón de fusilamento, y ahora ingresás nuevamente a mí como un tiro por la culata. ¿Qué decirte? Es posible que mis besos se hubiesen empacado consigo mismo por ende ya no querían sentir tu gusto tan exquisito. Porqué no pensar que mis manos estaban contaminadas y no querían intoxicarte. Dame la oportunidad de decirte que mi ego me jugó una mala pasada. No te vayas sin contarte que tus lágrimas son ahora las mías. Quisiera retroceder instantes pero solo remo para adelante desde donde se van perdiendo los recuerdos: cada vez cierro aún más los ojos para intentar revivir todos los detalles costándome más y más, a pesar de que me generas lo mismo con respecto a las mejores épocas, desarmándose las imágenes que no saben cómo vestirse: realidad o fantasía.
La excusa juega al loco conmigo, la acompaña la angustia, la inseparable tristeza, la vergüenza maldita, y un par de señoritas de las cuales no quiero saber nada, máxime conociendo que la pelota la tenés vos; yo corro tras una remota posibilidad.
El buen vino sigue abierto.
Desearía que esta memoria se mareara hasta el punto de vomitarte en olvido.
¿En qué se transforma tu olvido? ¿Con qué bebida se baja? ¿Se irá a quedar mucho tiempo? ¿Será solidaria y me creará una semejanza? ¿Será mi castigo? ¿La podré besar creyendo que sos vos?
Mis heridas bajan la vista ante la sociedad. Y no sé, bebé, cómo hiciste, cuánto lloraste, quién te apoyo, en dónde habré enarbolado mi nombre- si es que lo hice-, cuán doloroso fue. ¿En qué se convierte el espanto que ya no quedó? ¿Y esas ganas de desaparecer del mundo estando ahí adonde no queres mirar? ¿Qué refugio es simpático cuando no confiamos en nuestra mente? ¿De las cenizas naciste?
Tal vez ninguno tuvo razón y la verdad fue una quimera en camisón esperando al lado de la puerta testigo de nuestras discusiones. Enceguecimos y bifucarmos.
No puedo partir desde lo que nunca rompí. Nunca van a salir barcos del puerto a media construcción pero la furia inventa finales temporales e ilusiona con continuidades de la trama en unos buenos e increíbles epílogos. No. Sé que no habrá revancha porque este juego no finalizó. Tampoco. Nada tiene fin y la cadena se va oxidando por el medio. Sí.
Ya no quiero ver el sol.
Ni lunas a dos voces.
Es mentira que todo se transforma: un amor inconcluso es un hueco infertil en el patio del cerebro, sin quitar la posibilidad de que uses el resto del terreno. Queda expuesto, vacío, inservible y seguirá siendo un pozo carente de futuro. Pero, ¿es una valentía o un idiotez con medias de corazones ir a la conquista con la tropa cansada? Si a las buenas o malas esta energía no la puedo usar en otro lado que en tus orejas frías, tu pelo siempre cambiante y tu vestimenta de estudio.
El duelo es la cima del dolor. Ahora te entiendo bien. La tardanza es mi karma; tu felicidad.
Quedan los últimos afiches en el cajón de mis remeras mangas largas y buzos. Con ellos los recuerdos vivos, la muestra de ese amor inmenso que tenía por vos. Las cartas fueron el alimento de un odio visceral, profundo, hermoso.
¿Cómo estará ese tono de voz apunto de quebrarse? ¿Y si volvemos a hablar? ¿Recordás la radio de fondo? No voy a traducir lo que es silencio y miradas. Me excuso.
El frío cruje, bebé. Y soy un mar de preguntas. ¿Te diste cuenta? Cuando creemos que no necesitamos una inmediata respuesta fabricamos, de manera inversamente proporcional y con demora, la más insólita maquina de interrogantes internos, mudos y sin soluciones porque se fue el amor.
Te fuiste. Y no vas a volver. ¿O, sí?
Sentí el frío por mi piel. Mi sanción fue tremenda al punto de las lágrimas. Yo no la olvidé. Es parte de mi todo que se trabó con tu adiós de domingo pos almuerzo casero. Queda como registro un cosquilleo en el pecho que se conjuga con mis preguntas. Empiezo. ¿Adónde quedaron tus promesas? No puedo olvidarme de los "te amo por siempre", que se tatuaron en donde hoy se escabulle el escalofrío de un invierno mentiroso.
Construyo los hechos de una forma y otra; siendo asesino, como víctima, desde la inacción a ser un violento actor, y todo me conduce a extrañarte de igual manera con más o menos enojo pero inalcanzable para tanto sentimiento junto. Mi eterna compañera me resisto a decirte "adiós" sin que el tiempo nos haya sacado de la potencia de los hechos que nos llevaron a finalizar: ya estás fuera del paredón de fusilamento, y ahora ingresás nuevamente a mí como un tiro por la culata. ¿Qué decirte? Es posible que mis besos se hubiesen empacado consigo mismo por ende ya no querían sentir tu gusto tan exquisito. Porqué no pensar que mis manos estaban contaminadas y no querían intoxicarte. Dame la oportunidad de decirte que mi ego me jugó una mala pasada. No te vayas sin contarte que tus lágrimas son ahora las mías. Quisiera retroceder instantes pero solo remo para adelante desde donde se van perdiendo los recuerdos: cada vez cierro aún más los ojos para intentar revivir todos los detalles costándome más y más, a pesar de que me generas lo mismo con respecto a las mejores épocas, desarmándose las imágenes que no saben cómo vestirse: realidad o fantasía.
La excusa juega al loco conmigo, la acompaña la angustia, la inseparable tristeza, la vergüenza maldita, y un par de señoritas de las cuales no quiero saber nada, máxime conociendo que la pelota la tenés vos; yo corro tras una remota posibilidad.
El buen vino sigue abierto.
Desearía que esta memoria se mareara hasta el punto de vomitarte en olvido.
¿En qué se transforma tu olvido? ¿Con qué bebida se baja? ¿Se irá a quedar mucho tiempo? ¿Será solidaria y me creará una semejanza? ¿Será mi castigo? ¿La podré besar creyendo que sos vos?
Mis heridas bajan la vista ante la sociedad. Y no sé, bebé, cómo hiciste, cuánto lloraste, quién te apoyo, en dónde habré enarbolado mi nombre- si es que lo hice-, cuán doloroso fue. ¿En qué se convierte el espanto que ya no quedó? ¿Y esas ganas de desaparecer del mundo estando ahí adonde no queres mirar? ¿Qué refugio es simpático cuando no confiamos en nuestra mente? ¿De las cenizas naciste?
Tal vez ninguno tuvo razón y la verdad fue una quimera en camisón esperando al lado de la puerta testigo de nuestras discusiones. Enceguecimos y bifucarmos.
No puedo partir desde lo que nunca rompí. Nunca van a salir barcos del puerto a media construcción pero la furia inventa finales temporales e ilusiona con continuidades de la trama en unos buenos e increíbles epílogos. No. Sé que no habrá revancha porque este juego no finalizó. Tampoco. Nada tiene fin y la cadena se va oxidando por el medio. Sí.
Ya no quiero ver el sol.
Ni lunas a dos voces.
Es mentira que todo se transforma: un amor inconcluso es un hueco infertil en el patio del cerebro, sin quitar la posibilidad de que uses el resto del terreno. Queda expuesto, vacío, inservible y seguirá siendo un pozo carente de futuro. Pero, ¿es una valentía o un idiotez con medias de corazones ir a la conquista con la tropa cansada? Si a las buenas o malas esta energía no la puedo usar en otro lado que en tus orejas frías, tu pelo siempre cambiante y tu vestimenta de estudio.
El duelo es la cima del dolor. Ahora te entiendo bien. La tardanza es mi karma; tu felicidad.
Quedan los últimos afiches en el cajón de mis remeras mangas largas y buzos. Con ellos los recuerdos vivos, la muestra de ese amor inmenso que tenía por vos. Las cartas fueron el alimento de un odio visceral, profundo, hermoso.
¿Cómo estará ese tono de voz apunto de quebrarse? ¿Y si volvemos a hablar? ¿Recordás la radio de fondo? No voy a traducir lo que es silencio y miradas. Me excuso.
El frío cruje, bebé. Y soy un mar de preguntas. ¿Te diste cuenta? Cuando creemos que no necesitamos una inmediata respuesta fabricamos, de manera inversamente proporcional y con demora, la más insólita maquina de interrogantes internos, mudos y sin soluciones porque se fue el amor.
Te fuiste. Y no vas a volver. ¿O, sí?
martes, 29 de julio de 2014
Pensamientos sobre el amor
Los pensamientos son elásticos que se estiran sin quebrarse, permanecen intactos, algunos más que otros, pero más allá de que no sean visibles no se les quita su capacidad de estar. No se debe escatimar el sentimiento, la fortaleza de lo inteligible. El amor es una idealización sostenida por un sentimiento que lo hace terreste, real, doloroso y permite que las promesas futuras sean una pelea del presente.
Estoy todavía discurriendo sobre el tema en cuestión, reflexionando y jugando con las heridas sin cicatrizar llego a considerar que no nos enamoramos del otro, sino de nosotros mismos: ponemos nuestras virtudes- o aquellas que creemos que poseemos- afuera, en un cuerpo, en las figuras eligiéndonos mutuamente. Creemos demasiado; pecamos con inocencia pero hacemos justicia con nosotros mismos: vamos culpables al banquillo equilibrando la balanza entre la mentira y la verdad. No podemos decir que conocemos a la otra persona, o sí, porque conocemos de memoria nuestras facetas, ya sea debido a la utilización diaria o nuestra creación casera, y de allí parte ese entendimiento mutuo, entre nosotros allá y nosotros acá.
Me enamoro de mi falta, de mi propia ausencia. Busco lejos lo que no pude edificar piel adentro, entonces, varias veces amar es sincerarme conmigo mismo, de mis vacios, y aliarme con mis deseos carentes de fugacidad y crearme el espejo de sonrisa grande.Y otras veces, como dije, es amarse a si mismo. Al fin, un camino u otro nos reduce a uno, quitando lo romántico, lo cursi o lo cubierto de miel, la dependencia de la acción del otro, siempre ubicándola por debajo de lo que somos o queremos ser.
El mal trato que deriva en la decisión de finalización de una relacion es fácil a comparación de lo complejo que es romper con esa porción subjetiva que tanto nos encantaba encontrar. El silencio es el espacio sobre el cual pisamos y tropezamos.
No intenten ofreceme amores en una feria de aire libre porque lo que busco está encerrado en cuerpos, luego de ser expulsado de mi mente. Busco eso, y ni levantes la voz que el amor no es sordo, mis deseos sí. Ignoro la opinión popular, pero mis miedos me acalambran los dedos de los pies: caminar hacia vos es tan difícil, aún más cuando te mutas de piel como yo de inseguridades.
Si el enamoramiento empuja a caminar yo soy un rengo de ciudad.
Lo que me define no tiene nombre, apodos, pero si varios años sobre el lomo. Acompaña siempre a oscuras y cuando hay luz se rompe en lógica para introducirse en los recónditos espacios del cerebro desde donde quiebra la realidad en fracciones más pequeñas de las que uno tiene levantado, comprobándose así que estar con los ojos abiertos no es sinónimo de estar despierto.
No tiene sentido alargar mi discurso descriptivo hacia tu persona total, cara va, cara viene, nos volveremos a ver. Y solo vos sabés, aparte de este escriba, conformantes de una unidad creativa, de nuestro vuelo: tenes las alas que te inventé y un cuerpo precioso que es el plus ideal para enamorarme una y otra vez de vos, o de mí y hacer de nosotros un equipo que pelea con lagrimales hinchados el paso del tiempo.
Estoy todavía discurriendo sobre el tema en cuestión, reflexionando y jugando con las heridas sin cicatrizar llego a considerar que no nos enamoramos del otro, sino de nosotros mismos: ponemos nuestras virtudes- o aquellas que creemos que poseemos- afuera, en un cuerpo, en las figuras eligiéndonos mutuamente. Creemos demasiado; pecamos con inocencia pero hacemos justicia con nosotros mismos: vamos culpables al banquillo equilibrando la balanza entre la mentira y la verdad. No podemos decir que conocemos a la otra persona, o sí, porque conocemos de memoria nuestras facetas, ya sea debido a la utilización diaria o nuestra creación casera, y de allí parte ese entendimiento mutuo, entre nosotros allá y nosotros acá.
Me enamoro de mi falta, de mi propia ausencia. Busco lejos lo que no pude edificar piel adentro, entonces, varias veces amar es sincerarme conmigo mismo, de mis vacios, y aliarme con mis deseos carentes de fugacidad y crearme el espejo de sonrisa grande.Y otras veces, como dije, es amarse a si mismo. Al fin, un camino u otro nos reduce a uno, quitando lo romántico, lo cursi o lo cubierto de miel, la dependencia de la acción del otro, siempre ubicándola por debajo de lo que somos o queremos ser.
El mal trato que deriva en la decisión de finalización de una relacion es fácil a comparación de lo complejo que es romper con esa porción subjetiva que tanto nos encantaba encontrar. El silencio es el espacio sobre el cual pisamos y tropezamos.
No intenten ofreceme amores en una feria de aire libre porque lo que busco está encerrado en cuerpos, luego de ser expulsado de mi mente. Busco eso, y ni levantes la voz que el amor no es sordo, mis deseos sí. Ignoro la opinión popular, pero mis miedos me acalambran los dedos de los pies: caminar hacia vos es tan difícil, aún más cuando te mutas de piel como yo de inseguridades.
Si el enamoramiento empuja a caminar yo soy un rengo de ciudad.
Lo que me define no tiene nombre, apodos, pero si varios años sobre el lomo. Acompaña siempre a oscuras y cuando hay luz se rompe en lógica para introducirse en los recónditos espacios del cerebro desde donde quiebra la realidad en fracciones más pequeñas de las que uno tiene levantado, comprobándose así que estar con los ojos abiertos no es sinónimo de estar despierto.
No tiene sentido alargar mi discurso descriptivo hacia tu persona total, cara va, cara viene, nos volveremos a ver. Y solo vos sabés, aparte de este escriba, conformantes de una unidad creativa, de nuestro vuelo: tenes las alas que te inventé y un cuerpo precioso que es el plus ideal para enamorarme una y otra vez de vos, o de mí y hacer de nosotros un equipo que pelea con lagrimales hinchados el paso del tiempo.
jueves, 17 de julio de 2014
Amor a primera vista
Pocas cosas te sitúan tanto en la soledad misma como enamorarse a primera vista, posiblemente alguno me reprueba el término, entonces, replanteo, muy pocas veces, al encontrarte con la luz ves tu sombra; dejás de negar tu desnudez y te abrigás un poco más, escondiéndote detrás de la bufanda hablás con tus miedos; te reflejás en sus dientes blancos sin cepillar en esa mañana; sin hablar invitás a su tiempo a descorchar imprudentemente sus defectos soñando con acariciar su frontera.
Es parte del destino cruel entregado en segundos que se inmortalizan en los besos que se congelan en la heladera, la misma con dos botellas de agua y casi sin frío por el freezer imitando al paisaje del Calafate.
Hoy me tocó a mí, en un día más de los desfachatados. Quien me acompañaba en el regreso a casa, al señalarle esa mujer que se clavó en mi frente, me miró, la volvió a visualizar a ella y, con una risa cómplice, me dice "estás loco": claro, el amor a primera vista es entre dos personas divididas en vidas, historias, experiencias, pero todo se desuelve en miseros y bellos instantes, para ser simplemente dos almas que se eligen mutuamente para romper lazos con los fracasos; entregándose a la energía que se hace puente entre ella y vos-yo- desde donde caminan, en ida y vuelta, los deseos más intrinsecos e irracionales.
Tu desfile vistió el dolor de mis costillas en un corazón que extraña amar. Aparantemente la ausencia se puede ahogar en besos. Recordé que los abrazos son refugios silenciosos que no preguntan qué pasó. Algún pasado vuelve en forma de libro. El hombre debería volver a ser un pibe que encara sin sentir pudores propios de una vejez en piel nueva. Lo que fue me evoca que los brazos en la cintura dan la seguridad que venciste a las noches de cama exclusiva. En algún lado me sale la afirmación: respirar el pelo femenino en un frío julio es la protección para un catálogo de guerras perdidas, muchas de ellas por vos o ustedes.
Si el amor es una espera, puedo decirte que te amo, ya que llevo años esperándote.
Si el amor es una primera vista, puedo decirte que es mentira la afirmación, ya que te vi una y otra vez, en cuerpos distintos: te desafío cara a cara, siempre termino perdiendo, pero, en lamentos digo, no puedo cambiar el alma ni el tejido.
Mi noche ya se tomó varias copas al punto que el blues de fondo parece cantar con la alegría de "Los Caligaris". El consumo obligado de olvido me desubicó más que este whisky entero, cuando la luna ya dejó atrás al sol y a la señorita que me enamoró. No comparen nunca la resaca de un abandono con una de alcoholes, que sólo coinciden en la falta de estabilidad, pero se bifurcan. Te pedirías que vuelva con tu pelo moreno, tu estatura pidiendo mirar mis hombros, el jean azul y tus zapatillas Converse, sé que vos, con ese nombre que desconozco, aparecerás, otra vez, con otro color, pero con la esencia intacta.
Cambian las estanciones del tiempo, el invierno me resulta eterno. Grabo en mi celular una nota que me invoca no volver a mirarte pero estás, con distinto sombrero, en muchas partes de esta ciudad.
El amor a primera vista tiene dos brazos: con uno te empuja a la amnesia temporaria, con el otro, tiempo después, te desacomoda el nido dándote cuenta cuán solo estás en el fondo del patio, al cual ya nadie sale a regar ni a cortarle las malezas que crecen en cada borde en donde no estás ángel de visita esporádica en este infierno eterno que vos inauguraste a distancia.
Es parte del destino cruel entregado en segundos que se inmortalizan en los besos que se congelan en la heladera, la misma con dos botellas de agua y casi sin frío por el freezer imitando al paisaje del Calafate.
Hoy me tocó a mí, en un día más de los desfachatados. Quien me acompañaba en el regreso a casa, al señalarle esa mujer que se clavó en mi frente, me miró, la volvió a visualizar a ella y, con una risa cómplice, me dice "estás loco": claro, el amor a primera vista es entre dos personas divididas en vidas, historias, experiencias, pero todo se desuelve en miseros y bellos instantes, para ser simplemente dos almas que se eligen mutuamente para romper lazos con los fracasos; entregándose a la energía que se hace puente entre ella y vos-yo- desde donde caminan, en ida y vuelta, los deseos más intrinsecos e irracionales.
Tu desfile vistió el dolor de mis costillas en un corazón que extraña amar. Aparantemente la ausencia se puede ahogar en besos. Recordé que los abrazos son refugios silenciosos que no preguntan qué pasó. Algún pasado vuelve en forma de libro. El hombre debería volver a ser un pibe que encara sin sentir pudores propios de una vejez en piel nueva. Lo que fue me evoca que los brazos en la cintura dan la seguridad que venciste a las noches de cama exclusiva. En algún lado me sale la afirmación: respirar el pelo femenino en un frío julio es la protección para un catálogo de guerras perdidas, muchas de ellas por vos o ustedes.
Si el amor es una espera, puedo decirte que te amo, ya que llevo años esperándote.
Si el amor es una primera vista, puedo decirte que es mentira la afirmación, ya que te vi una y otra vez, en cuerpos distintos: te desafío cara a cara, siempre termino perdiendo, pero, en lamentos digo, no puedo cambiar el alma ni el tejido.
Mi noche ya se tomó varias copas al punto que el blues de fondo parece cantar con la alegría de "Los Caligaris". El consumo obligado de olvido me desubicó más que este whisky entero, cuando la luna ya dejó atrás al sol y a la señorita que me enamoró. No comparen nunca la resaca de un abandono con una de alcoholes, que sólo coinciden en la falta de estabilidad, pero se bifurcan. Te pedirías que vuelva con tu pelo moreno, tu estatura pidiendo mirar mis hombros, el jean azul y tus zapatillas Converse, sé que vos, con ese nombre que desconozco, aparecerás, otra vez, con otro color, pero con la esencia intacta.
Cambian las estanciones del tiempo, el invierno me resulta eterno. Grabo en mi celular una nota que me invoca no volver a mirarte pero estás, con distinto sombrero, en muchas partes de esta ciudad.
El amor a primera vista tiene dos brazos: con uno te empuja a la amnesia temporaria, con el otro, tiempo después, te desacomoda el nido dándote cuenta cuán solo estás en el fondo del patio, al cual ya nadie sale a regar ni a cortarle las malezas que crecen en cada borde en donde no estás ángel de visita esporádica en este infierno eterno que vos inauguraste a distancia.
lunes, 30 de junio de 2014
Ermitaño
La última que se fue apagó la luz.
Me reproché mi falta de visita a la musa dormida en los espacios que no son de mi agrado, pero entre gallos y medianoche abrí los ojos encontrándome con ella tapada, en sus pies tenía una bolsa de agua caliente y en su pelo dos trenzas, tal como una nena con su cara de inocente.
Parece que nada va a frenar, que todo aprieta las muelas un poco más. Genera placer llegar al otro lado del puente caminando por debajo del mismo, desestimando ofrecimientos, que tal vez ni existieron. Pisando las piedras que duelen en las plantas de los pies. Hasta seria raro ir mirando el camino como una invitación al placer, y no como un desafío. Pero ya no quiero verme más triste, llorando.
Es que algo está pasando, muy bien no lo sé explicar. Al pensarlo más me alejo del resto y más me acerco a mí.
Todo tiene un límite: un agradecimiento, a lo sumo dos, alcanza para esa hostilidad que apremia pero que no mata; revive. Hoy tengo a la corriente pateando en contra; un ancla que es un elástico que me hace regresar y un puerto que es gambeteador ante el deseo de llegar. Ya no quiero conocer quién es. Ni quién será.
El cierre de la campera, ante un invierno hostil, es una gran espina que sube y baja sobre el pecho. Pedir concluir al comienzo del juego es un chiste del destino, que se reíe solo. Nada es como antes. Todo es como mañana, un estribillo pegadizo y cansador.
Las horas pasan aburridas sin que llegue el sol.
Propongo entre lágrimas llamarme a la diversión prometida por foráneos.
Te invito a casa. Preparo la comida. Me peino despeinándome con las manos mientras le guiño el ojo al espejo. La comida está semi preparada, mientras reviso los rincones bailando un paso que casi olvidé. El hogar está limpio. En la computadora de escritorio puse un cd del que te gusta a vos y a mí. Un vino de esos que desenamoran al bolsillo pero besan la garganta con cariño. El cuarto se pone silencioso pero transpira nerviosismo y pudor. Me olvido del perfume que me regaló mi ex y que aún no pude terminar, un poco va al costado izquierdo del cuello, otro tanto al derecho, y ya no sé a qué planta dejar con buen olor. Todo listo.
Un ermitaño invita, pero nunca abre su puerta.
Me reproché mi falta de visita a la musa dormida en los espacios que no son de mi agrado, pero entre gallos y medianoche abrí los ojos encontrándome con ella tapada, en sus pies tenía una bolsa de agua caliente y en su pelo dos trenzas, tal como una nena con su cara de inocente.
Parece que nada va a frenar, que todo aprieta las muelas un poco más. Genera placer llegar al otro lado del puente caminando por debajo del mismo, desestimando ofrecimientos, que tal vez ni existieron. Pisando las piedras que duelen en las plantas de los pies. Hasta seria raro ir mirando el camino como una invitación al placer, y no como un desafío. Pero ya no quiero verme más triste, llorando.
Es que algo está pasando, muy bien no lo sé explicar. Al pensarlo más me alejo del resto y más me acerco a mí.
Todo tiene un límite: un agradecimiento, a lo sumo dos, alcanza para esa hostilidad que apremia pero que no mata; revive. Hoy tengo a la corriente pateando en contra; un ancla que es un elástico que me hace regresar y un puerto que es gambeteador ante el deseo de llegar. Ya no quiero conocer quién es. Ni quién será.
El cierre de la campera, ante un invierno hostil, es una gran espina que sube y baja sobre el pecho. Pedir concluir al comienzo del juego es un chiste del destino, que se reíe solo. Nada es como antes. Todo es como mañana, un estribillo pegadizo y cansador.
Las horas pasan aburridas sin que llegue el sol.
Propongo entre lágrimas llamarme a la diversión prometida por foráneos.
Te invito a casa. Preparo la comida. Me peino despeinándome con las manos mientras le guiño el ojo al espejo. La comida está semi preparada, mientras reviso los rincones bailando un paso que casi olvidé. El hogar está limpio. En la computadora de escritorio puse un cd del que te gusta a vos y a mí. Un vino de esos que desenamoran al bolsillo pero besan la garganta con cariño. El cuarto se pone silencioso pero transpira nerviosismo y pudor. Me olvido del perfume que me regaló mi ex y que aún no pude terminar, un poco va al costado izquierdo del cuello, otro tanto al derecho, y ya no sé a qué planta dejar con buen olor. Todo listo.
Un ermitaño invita, pero nunca abre su puerta.
jueves, 29 de mayo de 2014
Años
Me gustaste en instantes, en horas se volvió martirio, llevo años esperándote.
Te mire en segundos, no me miraste en horas, llevo años esperándote.
Pago con mi sangre tus segundos, me rechazaste la propuesta en horas, llevo años esperándote.
Mis miedos tomaron protagonismo en segundos, me aterroricé en horas, llevo años esperándote.
Apuesto en segundos, pierdo en horas, llevo años esperándote.
Soy mal perdedor en segundos, anónimo en horas, llevo años esperándote.
Camino en segundos, retrocedo con nudos en horas, llevo años esperándote.
Juego en segundos, soy pscioanalizado en horas, llevo años esperándote.
Soy inspiración en segundos, páginas en blanco en horas, llevo años esperándote.
Te besan en segundos, eres su amor en horas, llevo años esperándote
Hablaste publicamente en segundos, tus palabras están en horas, llevo años esperándote.
Crucé fonemas en segundos, tus silencios están en horas, llevo años esperándote.
Fui suspiro en segundos, viento en horas, llevo años esperándote.
Creaste piel en segundos, fuí carne en horas, llevo años esperándote.
Me sembraste en segundos, me sequé en horas, llevo años esperándote.
Me instalé en una isla en segundos, quedé en el mar en horas, llevo años esperándote.
Idealicé en segundos, el dolor ancló en horas, llevo años esperándote.
Excelente alumno en segundos, repití en horas, llevo años esperándote.
Te amo en segundos y en horas eternas, pero sigo acumulando años esperándote.
Mírame en segundos, dime que sí en horas, acomódate en años... Y con transpiración declaremos la ley de la eternidad.
Esperándote.
martes, 13 de mayo de 2014
¿En dónde estás?
Te perdí, para bien o para mal: esa antinomia que juega de espaldas unida en una misma columna. Debo reconocerlo. Me disipé.
Me encuentro buscando cómo encontrarme. Vaya paradoja. El dolor por si mismo duele, y cuánto duele. Vaya redundancia.
Si estos espacios me dieran una oportunidad de volver hablar de la soledad podría definirlo, o confinarlo lo máximo posible, como un castillo subterráneo de muebles lujosos, suntuosos, comodidades extremas que se va conociendo a medida que se avanza en medio de la oscuridad, pero que en el progreso hay pozos de promesas sin cumplir que absorben de pie a cabeza, soltando tiempo después, a su presa; siempre se cae en la confianza de saber dónde están esos huecos en el suelo, pero son dinámicos, inteligente, impredecibles transformándose una batalla de inteligencia. Al reinar la paz la comodidad es toda suya, caballero o dama.
Mis momentos de gloria pocas veces duermen en el sillón de oro, la mayoría de su tiempo están cegadas.
No aguanto más. ¿Sabés cuántas veces creo que me esperas en la esquina de los porvenires, llevando a cuenta una sinceridad que me advierte que nada ocurrirá? ¿Tenés idea de cuántas veces te espero preparado con camisas de decepción, y con botones que aprietan cada sensible fibra de mi parte de adelante?
Quisiera dejar de llorar en los espacios donde no estás.
Te quiero acá: ¿cómo te lo digo, si no es con la distancia rogando que leas estas líneas de un autor disuelto en un enojo y varios vinos?
En esta obra de vida, el fuego toma el papel de suelo. ¿Adónde está el autor de esta pésima obra?, ¿no se dio cuenta, acaso, que nadie se llegó a verla? Fracasado. Escúchame. No doy más. Quiero irme. Chau. Hola.
Vuelvo nadando en sentido contrario sobre este río que jamás se hizo mar creyendo que algo olvidé o perdí embalado por la fuerza que me acarreó a creerme una potencia propia, cuando en realidad era una avidez impropia de mi caja boba impulsada por el contexto. Con las ramas ahogadas, hojas, una media del ayer y los pelos que perdí por vos, reconstruyo- o continúo- una vida.
Vos, mujer bonita de corazón sin botones ni cierres, ¿en dónde estás perdida? Recuerdo cuánto querías impostar mi voz interior. Hoy, destruido, sin demasiadas sonrisas de reserva, volví a leerte mediante unas líneas de un capítulo viejo. Tanto intentaste cambiar mi rumbo, que perdiste el tuyo. Nunca mires con ojos propios los caminos ajenos. Nunca oigas lo que no te dije al oído. No busques perfume en zapatillas de antaño. No sientas nada más que lo que dicta tu corazón. El gusto fue tuyo, me dijo la soberbia.
Si amar es dominar al otro, prefiero ser sumiso a los pozos de la soledad.
Me encuentro buscando cómo encontrarme. Vaya paradoja. El dolor por si mismo duele, y cuánto duele. Vaya redundancia.
Si estos espacios me dieran una oportunidad de volver hablar de la soledad podría definirlo, o confinarlo lo máximo posible, como un castillo subterráneo de muebles lujosos, suntuosos, comodidades extremas que se va conociendo a medida que se avanza en medio de la oscuridad, pero que en el progreso hay pozos de promesas sin cumplir que absorben de pie a cabeza, soltando tiempo después, a su presa; siempre se cae en la confianza de saber dónde están esos huecos en el suelo, pero son dinámicos, inteligente, impredecibles transformándose una batalla de inteligencia. Al reinar la paz la comodidad es toda suya, caballero o dama.
Mis momentos de gloria pocas veces duermen en el sillón de oro, la mayoría de su tiempo están cegadas.
No aguanto más. ¿Sabés cuántas veces creo que me esperas en la esquina de los porvenires, llevando a cuenta una sinceridad que me advierte que nada ocurrirá? ¿Tenés idea de cuántas veces te espero preparado con camisas de decepción, y con botones que aprietan cada sensible fibra de mi parte de adelante?
Quisiera dejar de llorar en los espacios donde no estás.
Te quiero acá: ¿cómo te lo digo, si no es con la distancia rogando que leas estas líneas de un autor disuelto en un enojo y varios vinos?
En esta obra de vida, el fuego toma el papel de suelo. ¿Adónde está el autor de esta pésima obra?, ¿no se dio cuenta, acaso, que nadie se llegó a verla? Fracasado. Escúchame. No doy más. Quiero irme. Chau. Hola.
Vuelvo nadando en sentido contrario sobre este río que jamás se hizo mar creyendo que algo olvidé o perdí embalado por la fuerza que me acarreó a creerme una potencia propia, cuando en realidad era una avidez impropia de mi caja boba impulsada por el contexto. Con las ramas ahogadas, hojas, una media del ayer y los pelos que perdí por vos, reconstruyo- o continúo- una vida.
Vos, mujer bonita de corazón sin botones ni cierres, ¿en dónde estás perdida? Recuerdo cuánto querías impostar mi voz interior. Hoy, destruido, sin demasiadas sonrisas de reserva, volví a leerte mediante unas líneas de un capítulo viejo. Tanto intentaste cambiar mi rumbo, que perdiste el tuyo. Nunca mires con ojos propios los caminos ajenos. Nunca oigas lo que no te dije al oído. No busques perfume en zapatillas de antaño. No sientas nada más que lo que dicta tu corazón. El gusto fue tuyo, me dijo la soberbia.
Si amar es dominar al otro, prefiero ser sumiso a los pozos de la soledad.
viernes, 18 de abril de 2014
Te espero
Tus abrazos me abrazan aunque ya no estés acá.
Mis ojos lloran lo que mi corazón te grita. La vida te apura, compañero: no te pienso juzgar.
La distancia es permeable para todo, excepto para el amor, la verdad, el cariño y los recuerdos que tengo hacia vos.
Un palacio cuando se derrumba lo hace una sola vez, pero un corazón lastimado se derrumba una y otra vez: se rompe lo destruido permanentemente, tal como un terco ataca los muros.
En esta pesadilla de ventanas cerradas, eres la mujer en puntas de pie paseándose mojada dejando huellas que no se secarán.
El dolor me vuelve a invitar unos tragos que quema; lo que no dije me cuelga del cuello tirándome hacia atrás.
No apresures la salida, total ya está acá: se irá el cuerpo, quedarán el dolor sin remediar.
¿Querés conocer la ausencia? Mirame un rato, corazón.
No olvides, entre vientos, de quitarme la desasón.
Llévate a pasear, distrae el paquete, también su contenido, ése que lo hace latir, pero volvé.
No sé, pero algo de esto ya lo soñé.
Desde las sombras convive conmigo la pesadilla sin posibilidad de despertar.
Quiero terminar de hacer funcionar la cabeza que no para, de adelante para atrás, y viceversa, de maquinar.
Se enciende un foco, algo tenúe en medio de una oscuridad que asusta, que se debate en privado y público si se va a mantener así, se remediará, o en su totalidad se va a apagar.
Te espero.
La vida no son años.
Son esos momentos en los cuales no se espera más de los números saliendo a ganar.
Pero, ¿quién me quita lo que te extraño?
Mis ojos lloran lo que mi corazón te grita. La vida te apura, compañero: no te pienso juzgar.
La distancia es permeable para todo, excepto para el amor, la verdad, el cariño y los recuerdos que tengo hacia vos.
Un palacio cuando se derrumba lo hace una sola vez, pero un corazón lastimado se derrumba una y otra vez: se rompe lo destruido permanentemente, tal como un terco ataca los muros.
En esta pesadilla de ventanas cerradas, eres la mujer en puntas de pie paseándose mojada dejando huellas que no se secarán.
El dolor me vuelve a invitar unos tragos que quema; lo que no dije me cuelga del cuello tirándome hacia atrás.
No apresures la salida, total ya está acá: se irá el cuerpo, quedarán el dolor sin remediar.
¿Querés conocer la ausencia? Mirame un rato, corazón.
No olvides, entre vientos, de quitarme la desasón.
Llévate a pasear, distrae el paquete, también su contenido, ése que lo hace latir, pero volvé.
No sé, pero algo de esto ya lo soñé.
Desde las sombras convive conmigo la pesadilla sin posibilidad de despertar.
Quiero terminar de hacer funcionar la cabeza que no para, de adelante para atrás, y viceversa, de maquinar.
Se enciende un foco, algo tenúe en medio de una oscuridad que asusta, que se debate en privado y público si se va a mantener así, se remediará, o en su totalidad se va a apagar.
Te espero.
La vida no son años.
Son esos momentos en los cuales no se espera más de los números saliendo a ganar.
Pero, ¿quién me quita lo que te extraño?
lunes, 24 de marzo de 2014
Rocío Belén
Dicen que se llama Maria Ángeles mientras las sombras se oponen desde la clandestinidad gritando "¡Rocío Belén!"
Su presente se bifuca en dos realidades paralelas unificadas en un mismo punto de origen: 8 de noviembre de 1976 en la Esma. Podrán borrar su número de serie, pero seguirá siendo un alma libre, resultado de una lucha ideológica fomentada por sus padres, más allá de la cárcel del presente y el futuro que camina con botas. La obligan a celebrar su cumpleaños el 19 de enero cuando la alegría no ubicó la dirección de su casa. Tal vez estuvo tocando el timbre un tiempo antes, en otro lugar, en las antípodas del autoritarismo.
¿Quién podrá quitar lo que queda en el espacio? ¿Qué persona intentará borrar la sangre memoriosa, esa que llena de aire los orificios tapados a golpes?
Rocío Belén podrá contar las vejaciones con su cuerpo pequeño. La historia vestida de aceptación data siempre de episodios increíbles: golpes casuales, caídas, lastimaduras haciendo deportes, cuando a lo único que juega es a preguntar quién, cómo, cuándo, porqué; la respuesta viene con cinco dedos y un suelo que abraza lo más caluroso posible. Dos ángeles espían; dos ángeles lloran; dos ángeles saben que algo se enciende en un viejo cuarto que ellos formaron con filosofia y un deseo entre los bolsillos. Un pequeño cadenlabro que interroga a los silencios, los vacíos, lo que que nunca habrá.
Él nunca podrá decir la historia de frente cuando vivió de espaldas; ella nunca la podrá conocer viviendo encerrada y amedrentada. La violencia es la cara de la mentira. El pasado nuestros pies. El que está parado sabe que si relaja los fantasmas se cambiarán de ropa en sus sueños; la que está en suelo tiene miles de almas coetáneas quienes no dejarán que cierre los ojos sin ver sus partes conformantes de un sueño de multitudes.
La complicidad es la novia del olvido: como no se puede cambiar la esencia, un par de mimos lo transforman en algo más cariñoso cuando salta a la almohada. Éste tuvo varias parejas de diferente peso, tiempo después todos terminaron con el culo al aire porque la verdad nunca se marea en este circo.
Rocío Belén llora la sangre del pasado que ya es agua que ahogará a unos cuantos. De fondo, una radio y una voz con tono desgastado dice "los chicos han sido rescatados", quedá impregnado en las verdes telarañas del orgullo en cada rincón del amplio hogar.
La realidad es un anciana de pañuelo blanco que gira una y otra vez para destrabar la olla de lo sepultado. Hay jóvenes que van saliendo por los costados, llenos de vapor, muchos de ellos quemados, sin embargo se suman a la tarea diaria: la luz se hace fuerte cuando no hay nada ni nadie que tape su claridad atras y adelante.
No sé cuánto durará en estas condiciones. Maltratada, borrada, humillada, escondida de sus vidas y de aquellos que la buscan una y otra vez, una suerte de encerrona trágica.
Aseveran que el futuro es una disyuntiva, cuando no es más que un camino único que se construye desde el primer segundo; podrán cambiarlos de calle pero llegarán al mismo lugar: la verdad. A tal punto, a Rocío Belén, aunque para darle la orden la denominaron María Ángeles, como siempre desde que llegó, la mandaron a hacer las compras, algo poco habitual. El recorrido era corto, superar tres casas y llegar a la verdulería, sin embargo algo, no sé qué, le hizo levantar la cabeza, de frente venía una señora con la mirada alta pero perforadora del presente ciego. Se vieron. A ella se les cayeron las bolsas; a Rocío Belén la mentira que le habían cargado. Empezó a sentir un ruido, parecido a una melodía de una voz dulce y una mano que la tranquilizaba.
El "Nunca Más" tiene un efecto superador sobre cualquier otro fenómeno: genera voces internas que despierta el alma, una protección divina y un tiempo que no pasa más; el pasado vuelve a ser presente; los padres, padres; los abuelos, abuelos; y los asesinos como los represores, presos.
Las voces y las ilusiones lanzadas al viento barre toda la suciedad acumulada y se hace cuerpo en aquel o aquella que mantendrá en alto el nombre de los que fueron sustraídos por debajo de la alfombra de la lucha.
Dicen que Rocío Belén al ver a esa mujer sonrío; dicen que esa señora por primera vez entendió la lucha de su hija: el fruto de los sueños es el alimento de los que irán posteriormente a la mesa de la memoria, verdad y justicia.
Su presente se bifuca en dos realidades paralelas unificadas en un mismo punto de origen: 8 de noviembre de 1976 en la Esma. Podrán borrar su número de serie, pero seguirá siendo un alma libre, resultado de una lucha ideológica fomentada por sus padres, más allá de la cárcel del presente y el futuro que camina con botas. La obligan a celebrar su cumpleaños el 19 de enero cuando la alegría no ubicó la dirección de su casa. Tal vez estuvo tocando el timbre un tiempo antes, en otro lugar, en las antípodas del autoritarismo.
¿Quién podrá quitar lo que queda en el espacio? ¿Qué persona intentará borrar la sangre memoriosa, esa que llena de aire los orificios tapados a golpes?
Rocío Belén podrá contar las vejaciones con su cuerpo pequeño. La historia vestida de aceptación data siempre de episodios increíbles: golpes casuales, caídas, lastimaduras haciendo deportes, cuando a lo único que juega es a preguntar quién, cómo, cuándo, porqué; la respuesta viene con cinco dedos y un suelo que abraza lo más caluroso posible. Dos ángeles espían; dos ángeles lloran; dos ángeles saben que algo se enciende en un viejo cuarto que ellos formaron con filosofia y un deseo entre los bolsillos. Un pequeño cadenlabro que interroga a los silencios, los vacíos, lo que que nunca habrá.
Él nunca podrá decir la historia de frente cuando vivió de espaldas; ella nunca la podrá conocer viviendo encerrada y amedrentada. La violencia es la cara de la mentira. El pasado nuestros pies. El que está parado sabe que si relaja los fantasmas se cambiarán de ropa en sus sueños; la que está en suelo tiene miles de almas coetáneas quienes no dejarán que cierre los ojos sin ver sus partes conformantes de un sueño de multitudes.
La complicidad es la novia del olvido: como no se puede cambiar la esencia, un par de mimos lo transforman en algo más cariñoso cuando salta a la almohada. Éste tuvo varias parejas de diferente peso, tiempo después todos terminaron con el culo al aire porque la verdad nunca se marea en este circo.
Rocío Belén llora la sangre del pasado que ya es agua que ahogará a unos cuantos. De fondo, una radio y una voz con tono desgastado dice "los chicos han sido rescatados", quedá impregnado en las verdes telarañas del orgullo en cada rincón del amplio hogar.
La realidad es un anciana de pañuelo blanco que gira una y otra vez para destrabar la olla de lo sepultado. Hay jóvenes que van saliendo por los costados, llenos de vapor, muchos de ellos quemados, sin embargo se suman a la tarea diaria: la luz se hace fuerte cuando no hay nada ni nadie que tape su claridad atras y adelante.
No sé cuánto durará en estas condiciones. Maltratada, borrada, humillada, escondida de sus vidas y de aquellos que la buscan una y otra vez, una suerte de encerrona trágica.
Aseveran que el futuro es una disyuntiva, cuando no es más que un camino único que se construye desde el primer segundo; podrán cambiarlos de calle pero llegarán al mismo lugar: la verdad. A tal punto, a Rocío Belén, aunque para darle la orden la denominaron María Ángeles, como siempre desde que llegó, la mandaron a hacer las compras, algo poco habitual. El recorrido era corto, superar tres casas y llegar a la verdulería, sin embargo algo, no sé qué, le hizo levantar la cabeza, de frente venía una señora con la mirada alta pero perforadora del presente ciego. Se vieron. A ella se les cayeron las bolsas; a Rocío Belén la mentira que le habían cargado. Empezó a sentir un ruido, parecido a una melodía de una voz dulce y una mano que la tranquilizaba.
El "Nunca Más" tiene un efecto superador sobre cualquier otro fenómeno: genera voces internas que despierta el alma, una protección divina y un tiempo que no pasa más; el pasado vuelve a ser presente; los padres, padres; los abuelos, abuelos; y los asesinos como los represores, presos.
Las voces y las ilusiones lanzadas al viento barre toda la suciedad acumulada y se hace cuerpo en aquel o aquella que mantendrá en alto el nombre de los que fueron sustraídos por debajo de la alfombra de la lucha.
Dicen que Rocío Belén al ver a esa mujer sonrío; dicen que esa señora por primera vez entendió la lucha de su hija: el fruto de los sueños es el alimento de los que irán posteriormente a la mesa de la memoria, verdad y justicia.
sábado, 22 de marzo de 2014
Mi normalidad
Desafino mi guitarra para no cantarte más. En mi iphone suena la quebrada melodía de tu adiós una y otra vez, eliminando a las demás, como vos quitaste de mi vida todo lo que alguna vez supo inspirarme motivos de progreso que desaparecieron al tono de tu voz ronca, insípida y carente de veracidad.
Siempre que veo piernas largas, muy largas, flacas que ejecutan pasitos cortos pero veloces me acuerdo de vos. No puedo negar que extraño los saludos lejanos, mi felicidad al verte, lo que sentía al encontrarte. No te extraño a vos; siento melancolía por lo que supe construirme. Ya no hay más residuos de aquel.
En la intemperie de lo construido llueven envidias a punta de cuchillo.
No puedo desajustar amarguras amarradas a mi cintura; ante la falta de aceite éstas friccionan mis huesos dejándome al borde del incendio en el intento por gambetear idiotas vestidas de idiotas, máxime cuando ellas intentan encontrar en mi infinito vacio una solución a su ahuecada soledad. Estoy estancado en mi interior, peleándome conmigo mismo, no puedo, ni quiero discutir con realidades ajenas, analizarlas, encontrarle soluciones sútiles. El que diga que le gusta la frontalidad del otro que lo repita tres veces mirándose al espejo sin sonreír.
Pareciera que estoy solo, éso jamás, estoy conmigo mismo elaborando planes para mí: destruyen mi propia cordura, encierran mis lazos entre dos pulmones que respiran un perfume que no es el propio, tampoco el tuyo, no te ilusiones. Este cuerpo es de una formula, de nadie más. El viaje a él es una dura travesía al ayer, un posible derribo; una sonrisa desfigurada mutándose a un boleto de vuelta.
Si intentas entenderme es algo que no me corresponde, tu normalidad no aplica en mi soberanía; la mía rige según alegrías distintas, pocas personas, música, placeres únicos y la soledad de un congreso que sesiona para su interior.
No volveré a pedir disculpas, ni agradecerme en grandes cantidades. Viviré con sonrisas en cada capítulo de este show mientras otros buscan la función de su vida.
Esta es mi normalidad, no te metás aquí si vienes con collares residuales de experiencias malvividas, vení desnuda y así, sin brindar explicaciones, salgamos a vivir el futuro que viste a la moda.
domingo, 23 de febrero de 2014
Víctima- Victimario
Le hablo a Dios en cordobés, me responde en arameo con la boca cerrada.
En el desayuno de las víctimas, los madrugadores comen con una pistola cargada en su cintura. Los victimarios hacen la cama en el suelo y duermen entre sueños pesados. En la mesa no hay tristeza, se sirve lástima en jarra grande. La parte superior de la carta es muy clara "el que mejor actúe su tristeza vivirá la felicidad de ganar sin llorar de verdad". El plato del día es "victimización con finas mentiras".
Tu falsedad tiene patas largas, camina en tacos y viste pollera corta por Boulevard San Juan. Te silban, mostrás un poco de piel y todos quedan mintiendo a coro. Reina de la ficción escribeme una vida sin Julieta, ni veneno, máxime cuando la mía la destruiste en tres suspiros, dos besos y un adiós: quedé indocumentado al frente del registro civil de los solteros sin corazón y camisa; este club me pertenece, pero aquí no quiero quedarme. Poeta sin sangre, inspirate en una mentira de la cual sea parte sin verdades a cuesta. Soy de elegir a una mentira sin decepcionar por encima de una verdad por mentir.
¿Cómo explicar que todavía me ahorco con lo que nunca existió? El muerto sigue si nacer pero su cávader está debajo de mi almohada humeda de tanto soñar duro.
El corazón es atacado por todos los costados, formándose un río que no desemboca en el mar, a no ser que tu vivas allí, de igual manera no te imagino muy sirena. No puedo pensar más allá de estos cigarros de pólvora que se fuma mi corazón. Lo que sí te puedo decir es que no sabés lo duro que es salir a la calle con el pecho abierto chorreando sangre y cursileria de mala calidad, las zapatillas embarradas de recuerdos, el pantalón que sostiene el desastrozo final de las lágrimas. Siento que todos me miran como si fuera un bicho raro de ciudad, posiblemente lo sea, pero porqué no visualizan sus propios pasos.
Te espero en la vieja plaza del barrio enfrentándose a quienes dicen que las leyendas no existen, sino que son trabalenguas que desenredan miedos por venir, sin pretenciones de desmitificar lenguas populares, aguardo tu invitación para navegar en otro cuento fabricado dejando el sufrimiento de lado.
De vez en cuando hay que victimizarse antes de quedar muerto haciéndose el guapo ante el victimario.
sábado, 4 de enero de 2014
La pregunta antes de continuar
¿Nunca te preguntaste de que está revestido tu orgullo?
Observo a los alrededores gente que se viste conmigo en épocas de corazones invernados hasta que aparece el sol y en los márgenes del verano camino desnudo. Tal vez mis lágrimas no tengan talle.
Llorar es la bandera blanca en medio de la guerra. Es pedirle consuelo a la tempestad. O algo de consideración. La risa, en cambio, es la expresión de que no fuimos encontrados; realmente descubiertos a la intemperie.
Estoy cansando de estar en este estúpido pasillo de espera, incendiándome el corazón para lograr traspasar por esa puerta doble de hierro un poco de este humo que es mi amor. Sí. Saco número en esta rifa mareada, todos salen haciendo equilibrio a la par, mientras descubro mis lados más inestables. Nadie me llama. No apareces por la puerta. El tiempo juega a girar más velozmente las agujas.
Lloro lágrimas desvestidas que recorren la cara anonadada. Estoy pegando un grito en pantuflas. Mis miedos tienen frío. Si mi única solución es soñar voy a morir congelado en estas sillas negras. Doy con la fantasia que pasa en puntas de pie por el borde de mi cabello jugando a cortármelo al mejor estilo "The Beatles", me grita con tos que busque silencios en sus faltas de respuestas, algo que no había pensando. Te quedas callada desde el otro lado de la puerta sin responder siquiera una consulta; yo te grito las mil preguntas, nunca apago la voz, posiblemente el silencio cante una serenata al consuelo.
Duele y mucho. Es chocar contra uno mismo intentando escapar cayendo en otro dolor, un pozo distinto que pertenece a uno más general, ése que destroza. No quiero ver a nadie. Aunque puedo oír. Si quieres enamorarme hablá, sólo susurra un poco más, hazme imaginar sin que abra los ojos porque si lo hago es que perdí la confianza en la conducción de tus palabras. No soportaré estar despierto ni una vez más.
Esta batalla no es fácil, una sonrisa no la hará más simple, pero la pondrá un poco más simpática. Y yo quiero reír con los ojos cerrados y las puertas abiertas.
¿No me piensas responder?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)